La dieta del habitante prehistórico más antiguo hallado en tierras del estado de São Paulo refuerza la idea según la cual existió, en la zona conocida como Vale do Ribeira, cerca del límite con el estado Paraná, un pueblo con una cultura intermedia entre el modo de vida costero y el de la meseta. Luzio, el apodo que se le dio al esqueleto humano de 10 mil años de antigüedad descubierto en el año 2000, vivía en la cuenca del río Jacupiranga, a algunas decenas de kilómetros de distancia de la costa marina, aunque poseía una cultura con ciertos elementos que lo conectaban con el mar. En el sitio donde fue hallado, se encontraron centenares de puntas de flechas de piedra y adornos construidos con dientes de primates, aunque también había algunos ornamentos elaborados con dientes de tiburón y puntas de cola de raya. Luzio presentaba huellas de remero o nadador en su clavícula y construía cementerios donde los muertos eran cubiertos por una gruesa capa de conchas, un tipo de vestigio arqueológico conocido con el nombre de sambaquí, característico de las antiguas poblaciones costeras y sólo eventualmente encontrado en las proximidades de los ríos brasileños. A pesar de estos elementos que lo relacionaban con el mundo acuático, Luzio se alimentaba como un habitante del interior brasileño, según un estudio publicado el 14 de septiembre en la revista científica Plos One. Su menú diario incluía carnes de caza, probablemente proveniente de roedores, chanchos de monte y venados, algunos tubérculos, frutas y – ahora viene el dato interesante – casi nada de pescados o crustáceos, ya sean de origen marino o fluvial.
La reconstrucción del plato típico del antiguo morador del sambaquí de río fue realizada por la bioantropóloga Sabine Eggers, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), en colaboración con tres investigadores del exterior. Partiendo de muestras de una proteína (colágeno) y de un mineral (apatita) extraídos de los huesos de Luzio, la investigadora analizó la presencia de diferentes formas, los denominados isótopos, de dos elementos químicos, el carbono y el nitrógeno. “Con ese abordaje, logramos deducir cómo fue la alimentación de Luzio durante los últimos seis meses de su vida”, dice Sabine, experta en el estudio de la dieta y las enfermedades de los pueblos antiguos. “No se puede asegurar que él nunca comiera pescado, pero ciertamente, ese componente no era algo frecuente en su menú”. Las pruebas con isótopos se llevaron a cabo en dos laboratorios distintos y ambas dieron el mismo resultado.
Luzio, con baja estatura, de alrededor de 1,60 metro, recibió ese nombre porque sus rasgos recordaban a los de Luzia, el cráneo humano más antiguo hallado en Brasil, perteneciente a una joven que vivió hace 11 mil años en Lagoa Santa, en las cercanías de Belo Horizonte, Minas Gerais. Luzio y Luzia presentaban, según la jerga de los expertos, rasgos negroides, con similitudes a las de los actuales aborígenes australianos y africanos. La mayoría de los autores considera que ese tipo físico no dejó descendientes en el continente americano. Las actuales tribus de amerindios descienden de antiguas poblaciones con rasgos identificados como mongoloides (con los ojos oblicuos), típicos del continente asiático, que, según algunas teorías de ocupación de América, se establecieron aquí posteriormente.
Cuando fue desenterrado en el yacimiento arqueológico de Capelinha I, en el municipio de Cajati, durante excavaciones patrocinadas en el marco de un proyecto temático de la FAPESP, Luzio aportó indicios de que podría haber tenido una dieta singular (lea el reportaje de Pesquisa FAPESP, de la edición nº 112, de junio de 2005). Para ser alguien que vivió hace 10 milenios, su dentadura se hallaba en buen estado de conservación y exhibía solamente un leve desgaste horizontal. “Encontramos en Luzio apenas cuatro microcaries”, comenta Sabine. “Entre los habitantes de los sambaquíes de mar, frecuentemente nos topamos con dentaduras mal preservadas”. Los pueblos prehistóricos que habitaban en la costa brasileña se alimentaban básicamente con pescados y moluscos. Al ingerir ese menú en forma cotidiana, los dientes de esos sambaquieros se hallaban en contacto con restos de arena y conchas, elementos que contribuían para su desgaste.
Luzio conservaba sus dientes en buen estado. Por lo tanto, era de esperarse que tuviera una dieta más cercana a la de los antiguos habitantes de regiones de la meseta, quienes debido al consumo de carne de caza y vegetales no dañaban tanto sus dientes. Pero no se sospechaba que los pescados fueran una rareza en sus comidas. “Pensábamos que Luzio era un alfarero, pescador-recolector”, comenta el arqueólogo Levy Figuti, del Museo de Arqueología y Etnología (MAE) de la USP, coordinador de los trabajos de excavación en Vale do Ribeira que condujeron al hallazgo del cráneo de 10 mil años en Capelina. “Pero ahora queda claro que era probablemente un cazador-recolector”.
En Capelinha I se encontraron, aparte de los adornos de origen marino y de los vestigios de la construcción de sambaquíes con conchas terrestres, muchas evidencias de que Luzio vivía de la caza de animales terrestres. Se recuperaron puntas de lanzas y de flechas construidas con sílex o cuarzo, dientes de monos, utilizados, como los de tiburón, probablemente para elaborar collares y pulseras, y una flauta construida con hueso pulido de mamíferos terrestres. En sus trabajos de campo, el equipo de Figuti estudió 30 sambaquíes fluviales del Vale do Ribeira y descubrió alrededor de 60 esqueletos de antiguos habitantes de la región. Solamente en el sitio arqueológico de Moraes, en la cuenca del río Juquiá, se descubrieron los restos de 40 individuos, quienes en su mayoría vivieron hace alrededor de 5 mil años. Ninguno de ellos era tan antiguo ni exhibía los rasgos físicos de Luzio (todos presentaban una morfología de tipo asiático), aunque algunos elementos de contacto con el mar se hallaran presentes en algunos de esos lugares.
¿Cómo llegó Luzio a la zona de Vale do Ribeira? Existen dos hipótesis, que no necesariamente son excluyentes e incluso pueden combinarse. Al ser más joven y con rasgos físicos similares a los de Luzia, el sambaquiero fluvial puede haber sido un representante de los descendientes del pueblo de Lagoa Santa, que logró cruzar el interior de Brasil y establecerse en Vale do Ribeira. “Estudiando el tramo de la costa brasileña donde aparecen con frecuencia los sambaquíes, entre Espirito Santo y Santa Catarina, observamos que Serra do Mar representa una gran barrera para el contacto entre los pueblos del mar y los del interior”, expresa la arqueóloga Mercedes Okumura, del MAE-USP. “Pero Vale do Ribeira puede haber constituido una excepción dentro de ese escenario”.
Un puente hacia el mar
En esa región del sur del territorio paulista, la transición entre Serra do Mar, donde predominaba el bosque atlántico, y el área costera, es más suave, con escarpados menos abruptos. El Ribeira do Iguape es uno de los pocos ríos de São Paulo que corren desde la meseta hacia el este, camino al mar. Recorta sierras y pequeños valles, originando ambientes que pueden haber formado puentes naturales entre la costa y la meseta. Estas particularidades de la geografía de la región pueden haber facilitado el contacto de Luzio con las poblaciones del Atlántico.
Existe otra explicación para la presencia de Luzio en el extremo sur de São Paulo en tiempos tan remotos. Él podría haber migrado desde el área costera hacia la meseta. En tal caso, sería el representante de un pueblo que habría abandonado la vida en la costa, decidido a explorar las tierras altas. Esta hipótesis contrasta con un dato relevante: hasta ahora no se ha descubierto ningún sambaquí costero que sea más antiguo que el del sitio de Capelinha I. La cronología actual de la ocupación de la costa atlántica no favorece ese escenario. Aunque existe un atenuante. Hace 10 mil años, la línea costera se ubicaba algunas decenas de kilómetros más lejos de donde se encuentra ahora. Es posible que los sambaquíes más antiguos actualmente se encuentren cubiertos por las aguas y tal vez nunca sean encontrados.
En los últimos años ha surgido buenas noticias que entusiasmaron a los estudiosos de los cementerios de conchas encontrados en la costa atlántica. Nuevas dataciones de sitios con sambaquíes indican que la presencia humana en tramos del litoral brasileño resulta más antigua de lo que se creía. El arqueólogo Flavio Calippo, actualmente docente de la Universidad Federal del Piauí (UFPI), descubrió al comienzo de la década pasada vestigios de ocupación humana de 8 mil años de antigüedad en el sitio semisumergido de Cambriú Grande, en la Ilha do Cardoso, también en Vale do Ribeira. El equipo del físico Roberto Meigikos dos Anjos, de la Universidad Federal Fluminense (UFF), recientemente encontró otras evidencias geológicas que confirman la edad de Sambaqui do Algodão, en Angra dos Reis. Ese sitio arqueológico también tiene 8 mil años. “Parece que los sambaquíes más antiguos se encuentran en el tramo costero ubicado entre Río y São Paulo”, dice Meigikos. Sin embargo, ninguna de estas recientes dataciones resuelve la cuestión acerca de si Luzio vino del mar o de las tierras altas antes de asentarse en Capelinha.
Artículo científico
EGGERS, S. et al. Paleoamerican diet, migration and morphology in Brazil: archaeological complexity of the earliest americans. Plos One. Publicado electrónicamente el 14 de septiembre de 2011.