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Notas

La investigación científica durante la cuarentena

“Volví a vestirme de epidemiólogo”

Hace tres años asumí el cargo de rector de la Universidad Federal de Pelotas y dejé en suspenso mi labor científica para dedicarme 100% al comando de la universidad. Hasta que apareció la pandemia del nuevo coronavirus.

Yo estaba vestido de rector, pero no podía hacer de cuenta que no tenía la otra ropa guardada, la de epidemiólogo. Cursé la maestría y el doctorado con becas pagadas por la sociedad. El gobierno hizo una inversión en mi formación para que estuviera preparado para colaborar en una instancia de pandemia. El programa de Posgrado en Epidemiología de la UFPel es uno de los mejor conceptuados de Brasil y sus investigadores tienen un aporte evidente para brindar.

Estoy coordinando el primer estudio realizado en el país sobre la incidencia del covid-19 en una población, la del estado de Rio Grande do Sul, que ahora se ampliará a todas las regiones de Brasil. El objetivo es entrevistar y extraer sangre de individuos en ciudades seleccionadas en cuatro instancias diferentes, con un intervalo de dos semanas entre las extracciones. Cada una de ellas muestra el retrato de un momento y la comparación de las cuatro revelará la velocidad con la cual se está propagando el virus. El Ministerio de Salud nos solicitó que expandiéramos la investigación a todo el país. El trabajo contempla 133 ciudades en todas las regiones y en cada etapa se recabarán datos y extraerán muestras de más de 33 mil personas. He trabajado a un ritmo que no es compatible con la salud mental y física de un ser humano y espero que esto no dure mucho tiempo, pero es gratificante ver los resultados. Las investigaciones de la UFPel están actualmente entre las más citadas por los científicos, las autoridades y la prensa.

Pedro Hallal es docente de los programas de Posgrado en Educación Física y Epidemiología de la Universidad Federal de Pelotas (UFPel). Desde 2017, ocupa el cargo de rector de esa universidad.

Testimonio concedido a Fabrício Marques

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“El trabajo con el nuevo coronavirus constituye una oportunidad histórica”

El 1º de junio de 2019 arribé a Milán, en Italia. Vine con la intención de quedarme un año, pero a partir de la epidemia del nuevo coronavirus, solicité una prórroga de dos meses de mi beca de investigación. Es una oportunidad histórica poder trabajar con el virus Sar-CoV-2 en Italia. Me quedaré aquí hasta el mes de agosto. En São Paulo, realizo un posdoctorado en el Hospital Israelita Albert Einstein. Hace unos tres años resolví abocarme a trabajar con la técnica de edición génica CRISPR para estudiar las vías de muerte celular en las células neuronales infectadas por el virus del Zika y quería establecer una colaboración en el exterior. Les envié correos electrónicos a varios grupos de Europa y de Estados Unidos. Entre aquellos que me respondieron, el grupo de investigación del Hospital San Raffaele me pareció el más interesante. Vine acá y acabé insertándome en el equipo de dos laboratorios, uno de virología, que ya trabajaba con zika, y otro de neurología.

Por mera coincidencia, mi supervisora en virología, Elisa Vicensi, es experta en coronavirus. Cuando el vendaval del Sars-CoV-2 llegó aquí, enviamos con prontitud proyectos de investigación a empresas e instituciones. La mayoría fueron aprobados y ella me invitó a sumarme a la investigación del covid-19. Y yo acepté. Era una oportunidad histórica, científica. En el departamento de virología estamos clonando el nuevo coronavirus para realizar estudios con la enzima luciferasa, un marcador celular. También tenemos un proyecto para testear fármacos contra el covid-19. Hemos seleccionado cuatro drogas comerciales, que se emplean para tratar otras enfermedades. Testeamos las drogas in vitro y verificamos los efectos y mecanismos en las células infectadas con el virus, mediante el método ciego, sin saber cuáles son los fármacos que estamos poniendo a prueba.

Rafaela da Rosa Ribeiro es bióloga e investigadora de posdoctorado del Instituto Israelita de Educación e Investigación Albert Einstein. Becaria de la FAPESP, realiza una pasantía de investigación en el Hospital San Raffaele, en Milán.

Testimonio concedido a Marcos Pivetta

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“Recuerden que ustedes no están solos”

En el mes de marzo, el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia [Inpa] suspendió las actividades presenciales de sus carreras de posgrado, en los cuales más de 500 alumnos de maestría y doctorado realizan investigaciones en temas tales como ecología, biología evolutiva y botánica. Inmediatamente advertí señales de preocupación entre mis alumnos, que no sabían a qué atenerse en esta coyuntura y tenían miedo de no poder concluir sus investigaciones en el plazo estipulado.

Dirijo alumnos en diferentes fases de investigación. Unos se aprestan a defender sus tesinas o tesis, otros aún se encuentran en la etapa de recolección de datos. Tengo dos alumnas de maestría que están realizando una investigación en colaboración internacional. Esa labor implica el monitoreo de una especie de golondrina que se reproduce en Canadá y en Estados Unidos e inverna en Sudamérica. Una bandada gigantesca de esas golondrinas se congrega cada noche para dormir en una isla en el río Negro, y estas alumnas estaban estudiando ese fenómeno, pero a partir de la aparición de casos de covid-19 en Manaos, las visitas a la isla quedaron suspendidas. Les escribí y les envié mensajes de audio por WhatsApp a ambas. Les expliqué que no habría más remedio, que el muestreo de ellas va a tener lagunas, pero que eso mismo también va a ocurrir con las investigaciones en curso en todo el mundo.

Noté que esa incertidumbre perturbaba sobremanera a muchos estudiantes con los que mantengo correspondencia. Reuní las recomendaciones que les hice a mis alumnos en una carta, cuya frase final resume el motivo que me impulsó a redactarla: “¡Recuerden que ustedes no están solos!”. Decidí publicarla en mi perfil en Facebook (twixar.me/JzkT). La respuesta fue sorprendente. Muchos lo compartieron y recibí mensajes de agradecimiento de alumnos y colegas de todas partes.

Mario Cohn-Haft es investigador titular y curador de las colecciones ornitológicas del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa).

Testimonio concedido a Fabrício Marques

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“Participé en uno de los mayores experimentos en colaboración remota que se hayan realizado”

Trabajo en el Samsung Research Institute Brazil, en Campinas, donde estoy al mando de un grupo de investigación abocado al desarrollo de tecnologías de procesamiento digital de señales, enfocado en los formatos de compresión de imagen y video. Con motivo de la pandemia, cambiamos la oficina por el home office. Para quienes trabajamos en empresas tecnológicas la adaptación es sencilla. Necesitamos una buena notebook, acceso a internet y a computadoras de gran poder de cálculo para operar algoritmos. Esos servidores pueden estar en cualquier sitio. Los cuatro investigadores que componen mi grupo y yo, trabajamos con colaboradores de universidades y el contacto con ellos ya era en forma virtual.

En función de mis intereses de estudio, a partir de 2018 me convertí en líder de la delegación brasileña en el comité internacional, vinculado a la Organización Internacional de Normalización [ISO] y la Comisión Electrotécnica Internacional [IEC], que define los estándares mundiales para la codificación de las informaciones multimedia (audio, imagen y video). Las reuniones del comité se realizaban en forma presencial cuatro veces al año. Entre los días 20 y 24 de abril, hubo una reunión para definir nuevos modelos para la compresión y transmisión de audio, imagen y video del MPEG, el Grupo de Expertos en Imágenes en Movimiento. Por primera vez, los plenarios y las votaciones se realizaron en forma online. Fue una experiencia interesantísima, una de las mayores en colaboración remota de la historia, con centenas de delegaciones conectadas durante varias horas por día. Más allá de la importancia que esto supone para los servicios de streaming, esos estándares están siendo adoptados en áreas que involucran grandes volúmenes de informaciones, tales como la compresión de datos del genoma humano.

La científica de la computación Vanessa Testoni es doctora en ingeniería eléctrica por la Universidad de Campinas (Unicamp) y desde 2013 es investigadora líder en el Samsung Research Institute Brazil.

Testimonio concedido a Fabrício Marques

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“Por la mañana, yo trabajo y ella cuida a los niños. Por la tarde, invertimos los roles”

El 16 de marzo pasado, la USP todavía estaba funcionando, pero yo cerré el Laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas, que coordino en el Instituto de Química (IQ). Una investigadora que vino de Estados Unidos y nos había visitado la semana anterior avisó que tenía síntomas del nuevo coronavirus. Me aislé en mi casa para no contagiar a nadie. Afortunadamente, nadie de mi grupo que mantuvo contacto con ella enfermó.

Desde entonces trabajo en casa. Junto a mi compañera, que es editora de libros didácticos de ciencias, nos repartimos las tareas domésticas. Por la mañana, yo trabajo y ella cuida a los niños. Por la tarde, invertimos los roles. A la noche intentamos resolver aquello que no pudimos durante el día. Tengo un hijo de 9 años, que cumple con actividades escolares durante el día. Al principio fue necesario acompañarlo de cerca, porque no estaba familiarizado con la enseñanza online. Mi otro hijo, de 4 años, dada su corta edad, necesita cuidado permanente. Tenemos una niñera que los cuidaba por la mañana y, una vez por semana se quedaba también por la tarde para hacer limpieza. Desde que nos recluimos, nosotros le aconsejamos que se quedara en su casa y le mantenemos el sueldo completo, por supuesto. El trabajo que antes hacía ella ahora se nos suma a nosotros.

Lo que me lleva más tiempo es adaptar mis clases para la educación a distancia. Al menos ya aprendí a grabar videos en una sola toma. La investigación se resintió bastante. Varios alumnos estaban realizando experimentos de laboratorio y, obviamente, los mismos quedaron suspendidos. No les exijo a los alumnos todo lo que lo haría en circunstancias normales. Se debe cuidar la salud mental y física y ser conscientes de que estamos atravesando una situación excepcional.

Carlos Takeshi Hotta es docente del Departamento de Bioquímica del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (IQ-USP).

Testimonio concedido a Fabrício Marques

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“Solo nos faltaba la cereza del postre para concluir la investigación cuando estalló la pandemia”

En mi grupo nos gusta hacer trabajos a largo plazo, que tardan uno o dos años en llevarse a cabo, pero logran obtener todo el impacto que la investigación puede lograr. El posdoctorando que trabaja en mi laboratorio en el Instituto de Física Gleb Wataghin (IFGW), en la Unicamp, estaba a punto de concluir un trabajo de esos. Descubrimos un fenómeno que tenía que ver con la formación de clústeres de bacterias, pero faltaba un experimento capaz de recabar datos más amplios con el objetivo de que, más allá del conocimiento básico, pudiéramos desarrollar un tipo de sensor. Al cabo de otros dos meses de trabajo tendríamos la cereza del postre que redundaría en un artículo de mayor peso. Fue frustrante cuando la pandemia vino a quebrantar el ímpetu que llevábamos. La realidad es que habrá que redactar un paper menos abarcador. Quien depende de un laboratorio para realizar su trabajo resultó perjudicado cuando la Unicamp suspendió las actividades presenciales, en el mes de marzo.

Como presidenta de la Sociedad Brasileña de Investigación de Materiales (SBPMat), cargo que ejerzo hasta 2022, lo que más me preocupa es que no tendremos nuestro encuentro anual en septiembre, que se postergó para 2021. Estamos evaluando cómo promover actividades online, bajo la modalidad de seminarios y mesas redondas en la web, porque no podemos permanecer tanto tiempo sin estar en contacto.

El trabajo desde casa tiene sus limitaciones. Tengo dos hijos, uno de 22 años y otra de 20, y el reparto de las tareas domésticas no siempre es sencillo. Ellos no toman consciencia de la necesidad de mantener la casa limpia. Lo más difícil es lograr que limpien el cuarto de baño. Pero estoy en una situación más cómoda que mis colegas que tienen hijos pequeños, sin actividad escolar, que están completamente enloquecidos por tener que trabajar en casa.

Mônica Alonso Cotta es docente del Instituto de Física Gleb Wataghin, de la Universidad de Campinas (Unicamp), y presidenta de la Sociedad Brasileña de Investigación en Materiales (SBPMat).

Testimonio concedido a Fabrício Marques

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