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Arquitectura

La vida es una construcción

Biografías escudriñan la trayectoria de la polifacética Lina Bo Bardi, cuya notoriedad crece en Brasil y en el extranjero

Al lado, Lina Bo Bardi en la década de 1960, durante una visita a las obras en curso de la actual sede del Masp, en la avenida Paulista

Colección Instituto Bardi

Es la autora de proyectos icónicos, como el del Museo de Arte de São Paulo, el Masp. Además de la arquitectura, transitó por otros campos, como el diseño y la escenografía, pero no siempre obtuvo el reconocimiento por sus obras. En varios momentos de su vida, padeció el ostracismo. Aspectos como estos, de la trayectoria personal y profesional de la arquitecta ítalobrasileña Lina Bo Bardi (1914-1992), se encuentran reunidos en dos biografías publicadas recientemente: Lina Bo Bardi – O que eu queria era ter história [Lina Bo Bardi. Lo que anhelaba era tener una historia], de Zeuler R. Lima (editorial Companhia das Letras), y Lina: Uma biografia [Lina. Una biografía], de Francesco Perrotta-Bosch (editorial Todavia).

Conocida por su temperamento audaz e irascible, Achillina Bo nació en Roma y era muy apegada a su padre, Enrico, constructor y artista visual en sus horas libres. “Fue con él que Lina aprendió a dibujar”, relata Perrotta-Bosch, doctorando en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP) y en la Università Iuav di Venezia, en Italia. En 1939, la joven se graduó como arquitecta en la Regia Scuola Superiore di Architettura, en su ciudad natal. “Su madre, Giovanna, decía que su hija era ‘contreras’ porque no se encajaba en el modelo patriarcal de mujer sumisa y predestinada a las labores domésticas”, dice Lima, docente de la Universidad de Washington, en San Luis, Misuri, Estados Unidos.

Tras graduarse, Lina Bo se mudó a Milán y comenzó a trabajar como colaboradora en periódicos. Hacía de todo un poco: ilustraba reportajes, se ocupaba de la composición gráfica y de la diagramación e incluso llegó a estar a cargo de la edición de algunos números de la revista de arquitectura Domus que, a la fecha, todavía se sigue publicando. En 1943, cuando preparaba un reportaje, em Roma, conoció al periodista, marchante y crítico de arte Pietro Maria Bardi (1900-1999). Y ambos contrajeron matrimonio unos tres años más tarde. Según consta en las biografías, Bardi no tenía perspectivas profesionales en la Italia de la posguerra: la izquierda lo tildaba de fascista, por su cercanía, en los años 1930, con el dictador Benito Mussolini (1883-1945). La derecha, a su vez, lo miraba con desconfianza por sus opiniones que, poco tiempo después, serían censuradas por el propio régimen del Duce.

Colección Instituto Bardi Lina en una de sus invenciones: Cadeira de beira de estrada (1967)Colección Instituto Bardi

La pareja arribó a Brasil en 1946 y, en una de las primeras exposiciones que realizaron en Río de Janeiro, organizada por Lina y promocionada por Pietro, conocieron a Assis Chateaubriand (1892-1968), propietario del conglomerado de medios de comunicación Diários Associados. Por invitación del mecenas, se mudaron a la capital paulista con el objetivo de crear una institución cultural y artística. Entre otras tareas, Lina se ocupó de adecuar el espacio del edificio sede de Diários Associados, ubicado en la calle Sete de Abril, en el centro de la ciudad de São Paulo, para funcionar como la primera sede del Masp, inicialmente circunscrita a una única planta del edificio.

El museo, inaugurado em 1947, tenía ambiciones de actuación plural, algo que encajaba con el perfil polifacético de Lina. Una de las iniciativas que encaró la nueva institución fue Habitat: Revista das Artes no Brasil, que la arquitecta dirigió durante tres años, a partir de 1950. También se desempeñó como docente en el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), que funcionó entre 1951 y 1953, y cuyo propósito era ser una escuela de diseño industrial, una iniciativa inédita para el Brasil de la época, puesto que las primeras carreras de diseño recién surgirían en el país en la década de 1960.

Colección Instituto Bardi La planta del proyecto de reforma del Teatro Oficina. La obra se extendió durante 14 años, finalizando en 1994Colección Instituto Bardi

Durante la investigación para su biografía, Perrotta-Bosch refiere haberse topado con más de un centenar de tesis y tesinas sobre la obra de Lina, publicadas no solo en Brasil, sino también en países tales como Estados Unidos y Alemania. “Todas son póstumas, elaboradas a partir de la década de 1990”, relata el biógrafo. A juicio del arquitecto Marcelo Suzuki, uno de los asistentes más cercanos de la arquitecta, ella no obtuvo en vida el reconocimiento que hubiera merecido. “Fue muy renegada, para muchos no era más que una extranjera excéntrica”, lamenta Suzuki, docente del Instituto de Arquitectura y Urbanismo (IAU) de la USP de São Carlos.

Según los biógrafos, esa percepción empezó a cambiar en 1993, a partir del libro intitulado Lina Bo Bardi (Instituto Lina Bo y P. M. Bardi) escrito por Suzuki, André Vainer y Marcelo Ferraz, también asistentes de la arquitecta. A esta obra, le siguió un documental homónimo, en 1993, dirigido por Aurélio Michiles con guión de Isa Grinspum Ferraz, además de una exposición itinerante que, durante ocho años, recorrió el continente americano, Europa y Asia. Toda la organización corrió por cuenta de lo que hoy es el Instituto Bardi, que reúne y preserva la memoria de la pareja. “Hoy en día Lina disfruta de una proyección internacional en aumento”, dice Lima, quien ha organizado muestras sobre la arquitecta en países como Noruega y Japón.

Esta tesis se confirma con el anuncio, realizado en mayo último, de que Lina Bo Bardi fue la ganadora del León de Oro de la 17ª Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, prevista para 2020, pero que se celebró este año debido a la pandemia. En opinión de Suzuki, la arquitecta estaría contenta con ese homenaje, “aunque odiaba la autopromoción”. “Pero más allá de los premios, lo importante es comprobar que la obra de Lina hoy se enseña en las escuelas de arquitectura, algo que no solía ocurrir en el pasado. Creo que esto también tiene que ver con el creciente empoderamiento femenino de los últimos años”, dice.

Leonardo Finotti / Colección Instituto Bardi Casa de vidro (1951), en el barrio de Morumbi, en São Paulo. La residencia del matrimonio Bardi fue el primer proyecto arquitectónico de LinaLeonardo Finotti / Colección Instituto Bardi

La carrera académica de la arquitecta fue breve, según atestiguan sus biografías. En 1955 se convirtió en profesora de la FAU-USP, pero no se le renovó el contrato temporal que expiraba a finales del año siguiente. “Poco después, en 1957, Lina se presentó a un concurso para el cargo como titular de una cátedra, pero fue rechazada con el pretexto de que no tenía el título, que ella manifestó haber perdido en un bombardeo en Milán durante la guerra”, informa Lima. En el segundo semestre de 1958, la arquitecta trabajó como docente en la Universidad Federal de Bahía (UFBA). “Las argumentaciones de Lina no siempre fueron aceptadas por los docentes más veteranos de la UFBA”, dice Perrotta-Bosch. “Después de eso, ya no volvió a ejercer la docencia”.

Por otra parte, la arquitecta dejó un prolífico conjunto de textos, recuerda Silvana Rubino, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp) y una de las organizadoras del libro Lina por escrito – Textos escolhidos de Lina Bo Bardi [Lina por escrito. Textos seleccionados de Lina Bo Bardi (editorial Cosac Naify, 2009). “Ella escribió mucho, desde opiniones enviadas a organismos públicos hasta artículos que publicó en revistas e incluso manuscritos inéditos. Se puede decir que esos textos son su legado académico, en los cuales reflexionó, entre otras cosas, sobre la arquitectura brasileña y sobre el propio país”.

Leonardo Finotti / Colección Instituto Bardi Sesc Pompeia, concluido en 1986: un espacio de convivenciaLeonardo Finotti / Colección Instituto Bardi

El vínculo de Lina Bo Bardi con la ciudad de Salvador no se limitó a su paso por la UFBA. A partir de 1960 dirigió el Museo de Arte Moderno de Bahía (Mamb), ubicado entonces en el foyer del Teatro Castro Alves, y fue autora de la restauración del Solar do Unhão, el edificio principal de un conjunto histórico cuyos primeros registros de ocupación se remontan al siglo XVII. Allí instaló el Museo de Arte Popular y pensaba construir el Centro de Estudios y Trabajo Artesanal (Ceta), pero el proyecto no llegó a materializarse. Sus desavenencias con la elite de la ciudad, especialmente con Odorico Tavares (1912-1980), la mano derecha de Chateaubriand en Bahía, la alejaron de la ciudad poco después del golpe de Estado de 1964.

Lina se abocó entonces a la construcción de la sede actual del Masp, inaugurada en 1968 en la avenida Paulista. Ese período también marca el inicio de su trabajo con el grupo Teatro Oficina, al principio como escenógrafa y figurinista. Más tarde, en colaboración con el arquitecto Edson Elito, firmaría un errático proyecto de renovación para la sede de la compañía teatral, inaugurada en 1994, 14 años después de su inicio. “Lina solía decir que no hacía escenografía, sino arquitectura escénica, ya que ella concebía al escenario como un todo”, señala Evelyn Furquim Werneck Lima, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio) y coautora del libro Entre arquiteturas e cenografias: A arquiteta Lina Bo Bardi e o teatro [Entre arquitecturas y escenografías. La arquitecta Lina Bo Bardi y el teatro (editorial Contracapa, 2012). “Cuando el Teatro Oficina puso en escena el espectáculo En la jungla de las ciudades, de Bertolt Brecht, en 1969, ella incluyó en la escena los escombros generados por la construcción del viaducto conocido como Minhocão, una obra asociada al gobierno militar, que destruyó decenas de manzanas de Bexiga, el barrio donde se encuentra el teatro”.

En medio de la intensificación de la represión política en el país, en 1968, la arquitecta fue denunciada por el régimen militar, por haber prestado su propia residencia para una reunión que incluyó, entre sus participantes, al guerrillero comunista Carlos Marighella (1911-1969). “Solo prestó la casa por pedido de una amiga, pero no participó en ese encuentro”, dice Perrotta-Bosch.  “Lina pasó ocho meses en Italia. La orden de prisión preventiva dictada contra ella fue revocada cuando regresó a Brasil, en agosto de 1971, y se presentó ante la justicia militar”.

Hans Gunter Flieg / Colección Instituto Bardi El Masp en un registro de 1969. Para la arquitecta, el vano libre del museo es “‘una nada’, una búsqueda de libertad, la eliminación de obstáculos, la capacidad de ser libre ante todo”Hans Gunter Flieg / Colección Instituto Bardi

La orientación ideológica de Lina es motivo de divergencias entre sus biógrafos. Perrotta-Bosch escribe que era comunista: había estado en reuniones de comunistas en la Resistencia Italiana durante la Segunda Guerra Mundial y “se declaró vehementemente estalinista hasta el final de su vida”. Sin embargo, opina Lima, a la arquitecta le encantaba generar polémica con sus discursos. “Se autodenominó estalinista y antifeminista como una provocación y abonó muchas conjeturas en torno a sí misma”, dice. “Lina tenía un profundo sentido de la justicia social, pero nunca fue comunista”.

En 1977, sumida en el ostracismo, la arquitecta recibió un encargo para diseñar la sede del Sesc Pompeia, en São Paulo. “No tenía una oficina comercial y hasta entonces había estado a la sombra de Bardi y Chateaubriand”, dice Renato Anelli, del IAU-USP, en São Carlos. Las obras, que se extendieron hasta 1986, permitieron recuperar los galpones de una antigua fábrica de barriles y se levantaron dos torres que albergaron el centro deportivo de la unidad. “El proyecto representa una síntesis del pensamiento de Lina, que produjo una arquitectura moderna sin romper con la cultura popular”, prosigue Anelli, asesor del Instituto Bardi.

Merced a la repercusión de ese proyecto, la arquitecta regresó a Salvador en 1986, invitada por la municipalidad local, para realizar una serie de intervenciones en el centro histórico de la ciudad. “Lina estableció paradigmas de restauración que hasta hoy en día conservan validez”, afirma el arquitecto Nivaldo Vieira de Andrade Junior, docente de la UFBA. “Ella lograba intervenir en el patrimonio utilizando un lenguaje contemporáneo, pero al mismo tiempo muy respetuoso para con la historia del lugar”.

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