Los matorrales de montaña o de altura están formados por gramíneas y arbustos que crecen sobre un suelo pedregoso y pobre en nutrientes, generalmente en la cumbre de cerros y mesetas. Aunque ocupan solamente el 0,8 % del territorio brasileño, albergan alrededor de un 15 % de las especies vegetales identificadas en Brasil. Hace ya un tiempo que los ecólogos y los botánicos se preguntan cómo consigue prosperar tal diversidad en suelos con tan escaso contenido de fósforo y nitrógeno. Una respuesta parece hallarse en las raíces. Más concretamente, en la variedad de microorganismos (bacterias, arqueas y hongos) que las colonizan. Al examinar las raíces de dos plantas comunes en los matorrales de altura –Vellozia epidendroides, que crece en suelos poco profundos, y Barbacenia macrantha, hallada sobre las rocas–, el equipo coordinado por el genetista Paulo Arruda, de la Universidad de Campinas (Unicamp), identificó 522 especies de microorganismos. Las comunidades de seres microscópicos de las raíces de cada planta eran distintas, pero había especies en común, en general, microorganismos especializados en el transporte de fósforo y en la conversión de la forma insoluble en soluble de este mineral, que es la que absorben las plantas, o bien capaces de reciclar nitrógeno (The ISME Journal, 20 de diciembre de 2022). “Demostramos que los microorganismos desempeñan un papel fundamental en la adaptación de las plantas a las condiciones extremas de este ambiente”, dice el genetista Rafael Souza, uno de los autores del estudio.
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