En su libro autobiográfico A fantasia organizada (editorial Paz e Terra, 1985), el economista Celso Furtado (1920-2004) relata un episodio singular ocurrido en 1951. Los primeros resultados de su trabajo junto al argentino Raúl Prebisch (1901-1986) acababan publicarse en la Revista Brasileira de Economia, bajo el título “Interpretación del proceso de desarrollo económico”, y serían presentados en un seminario en Río de Janeiro, cuando el canadiense Jacob Viner (1892-1970), un célebre macroeconomista de la época, decidió viajar a Brasil. Su propósito era evidente: descalificar el principal concepto introducido por los latinoamericanos, el subdesarrollo. Según Furtado, Viner incluso afirmó durante el seminario: “No tiene sentido hablar de un país subdesarrollado”.
Mal que le pesara a Viner, en las décadas siguientes la expresión circuló ampliamente y orientó teorías, políticas públicas y plataformas de partidos políticos en diversas regiones del mundo. El nombre de Furtado quedó fuertemente asociado a ese concepto, expresado en los títulos de muchos de sus libros, tales como Desenvolvimento e subdesenvolvimento [Desarrollo y subdesarrollo] (editorial Fundo de Cultura, 1961), Subdesenvolvimento e estagnação na América Latina [Subdesarrollo y estancamiento en América Latina] (editorial Civilização Brasileira, 1966) y Teoria e política do desenvolvimento econômico [Teoría y política del desarrollo económico] (editorial Nacional, 1967).
“La generación de Furtado afrontó el período posterior a la Segunda Guerra Mundial cuestionando las categorías tradicionales de Occidente en materia de economía y en las ciencias sociales”, dice el profesor Carlos Mallorquín, docente del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en México. “Furtado entendió muy bien que una ciencia social que se abstrae de las cuestiones de las relaciones sociales de poder asimétricas entre países, regiones, clases sociales y la diversidad de agentes implicados en las formaciones económicas de la periferia, es, en el mejor de los casos, irrelevante”. Mallorquín pone de relieve el hecho de que los libros del economista brasileño no se titulan “Teoría del Desarrollo” o “Por qué algunos países logran desarrollarse”. “Él hizo hincapié en la política, como en el clásico Teoria e política do desenvolvimento econômico”, compara.
Nacido en Pombal, estado de Paraíba, Furtado fue uno de los economistas brasileños más leídos, traducidos e influyentes del siglo pasado. Se graduó en derecho en la Universidad de Brasil, la actual Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), y completó su doctorado en la Universidad de París-La Sorbona en 1948, en Francia, con una tesis sobre la economía colonial brasileña. A partir del año siguiente, como jefe de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en Chile, desarrolló con Prebisch la teoría del subdesarrollo, cuyas tesis abordaban las relaciones entre el centro y la periferia del sistema económico mundial.
De regreso a Brasil, presidió el grupo de estudios conjuntos de la Cepal con el Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDE, aún sin la “S” de “Social”), cuyos informes sirvieron como base para el Programa de Metas del Presidente Juscelino Kubitschek (1902-1976) a partir de 1955. Fue el primer titular de la Superintendencia de Desarrollo del Nordeste (Sudene), entre 1959 y 1964, Ministro de Planificación de João Goulart (1919-1976) y artífice de un plan de estabilización económica, en 1963, que no obtuvo el apoyo del Congreso y terminó siendo abortado abruptamente. Estuvo exiliado en Francia durante la dictadura militar (1964-1985), fue Ministro de Cultura en el gobierno de José Sarney, entre 1986 y 1988, creando la primera ley de fomento de la cultura en Brasil (Ley Sarney). Se casó dos veces: en primeras nupcias con a la química argentina Lucia Piave Tosi, con quien tuvo dos hijos, el economista André Tosi Furtado y el físico Mario Tosi Furtado. Su segundo matrimonio fue con la periodista Rosa Freire d’Aguiar, en 1978.
“Furtado fue un pionero”, dice Deepak Nayyar, docente de economía de la Universidad Jawaharlal Nehru en Nueva Delhi (India). “El estructuralismo fue muy influyente en todo el mundo en las décadas de 1960 y 1970, con la premisa central de que no se puede analizar el subdesarrollo y el desarrollo sin situar a las economías en el contexto político y social, donde la historia cuenta mucho”. Para Nayyar, el enfoque estructuralista le permitió hacer hincapié en el pasado colonial, las estructuras agrarias, la desindustrialización, las desigualdades económicas, la estratificación social y los regímenes políticos. “Furtado destacó la importancia de las instituciones, el rol crítico de los gobiernos, la división internacional desequilibrada del trabajo y la naturaleza del capitalismo global”, subraya.
El concepto de subdesarrollo ha perdido espacio entre los economistas, sustituido por otras formas como “país en vías de desarrollo” o “mercado emergente”. En las carreras de economía, la mayoría de los estudiantes tienen contacto con la obra de Furtado gracias a un único libro: Formação econômica do Brasil (editorial Fundo de Cultura, 1959). Según Nayyar, fue a través de este libro que conoció la obra del brasileño, cuando todavía era un alumno en la Universidad de Delhi, en la década de 1960.
“Como la economía se ha vuelto más matemática, se lo ve como un historiador”, dice Marcos Costa Lima, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Para Mallorquín, la metodología neoclásica en economía retomó su lugar central después de haber sido “acorralada por el pensamiento estructuralista”.
Pero no por ello su trabajo ha caído en el olvido. La influencia de sus libros es visible en otras áreas mucho más allá de la economía. Décadas antes de los programas de posgrado que fomentan la investigación con múltiples perspectivas, Furtado ya era un pensador que se movía entre diferentes saberes.
“Él rehúye a los estándares limitados de su disciplina. La evolución de su pensamiento se trasluce a lo largo de su obra como una trayectoria cada vez más holística en la percepción y la articulación de los procesos sociales”, analiza Costa Lima.
Es por eso que el desarrollo, el tema en torno al cual orbitaban sus reflexiones, nunca podría ser algo meramente económico. En la clasificación del economista Ricardo Bielschowsky, de la UFRJ, el pensamiento de Furtado es como un edificio con una base y tres plantas. La base es el método histórico-estructural, heredado de Prebisch y de la Cepal, pero con mayor énfasis histórico. El primer piso es el análisis del subdesarrollo, por el cual se hizo más conocido y, según Bielschowsky, donde Furtado demuestra mayor rigor analítico. El segundo nivel es socioeconómico y sociopolítico, resultado de su propia experiencia en el sector público. Y, por último, la tercera planta es la cultura, que fue ganando peso a medida que se agotaba el proceso de desarrollo.
“Celso Furtado era un defensor del progreso social, para el cual el progreso material es obviamente necesario, pero no suficiente. De allí la importancia de la cultura en su pensamiento”, resume Fernando de Mattos, de la Facultad de Economía de la Universidad Federal Fluminense (UFF). El énfasis en la industrialización estaba subordinado a ese progreso social, mediado por la importancia de la tecnología, que Furtado siempre destacó.
Para César Bolaño, del Departamento de Economía de la Universidad Federal de Sergipe (UFS), los escritos culturales de Furtado ayudan a concebir una economía política de la comunicación y de la cultura más amplia que el abordaje habitual de los fenómenos culturales. En el libro O conceito de cultura em Celso Furtado (editorial EDUFBA, 2015), Bolaño muestra que el economista fue influenciado por autores del campo de la antropología, a partir de los cuales concluyó que la superación del desarrollo no se limitaba a alcanzar el nivel de consumo de los países ricos. “Su preocupación central no es la generación de empleo e ingresos a través de la cultura. Lo que él buscaba era garantizar la autonomía cultural de un proyecto de desarrollo nacional”, afirma.
Para ilustrar la diferencia de perspectiva, el investigador toma el ejemplo de las leyes de incentivos. “La Ley Sarney, concebida por Furtado, apuntaba a difundir las condiciones para el desarrollo de la creatividad. Llegó a decir que el objetivo era que el carnicero de la esquina financiara al grupo de teatro de su barrio. Las leyes posteriores, en cambio, se centran en la financiación de grandes producciones”, dice. Una excepción, según Bolaño, es el programa Puntos de Cultura, que se puso en marcha cuando Gilberto Gil ocupó el cargo de ministro de Cultura entre 2003 y 2008.
“Furtado puede ser abordado de varias maneras: intérprete de la formación de Brasil; historiador de la economía brasileña y latinoamericana; teórico del subdesarrollo; pensador de la cuestión regional; interlocutor sobre la mundialización del capital y las posibilidades de las periferias, y pensador de la democracia”, enumera Gilberto Bercovici, docente de derecho económico en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo (USP) y fundador del grupo de investigación Derecho y Subdesarrollo: el Desafío Furtadiano.
“Es un autor de referencia para el derecho económico, que estudia la organización del proceso económico y la planificación, las políticas industriales y agrícolas. Es el derecho como forma de estructurar el proceso económico”, explica Bercovici. “El jurista Fabio Konder Comparato se refiere al derecho económico como una herramienta para erigir las estructuras del sistema económico. Eso era exactamente lo que Furtado se propuso hacer”, añade.
Por otra parte, Costa Lima lamenta que no se aborde a Furtado como un pensador de las relaciones internacionales, “aunque trabaje con los mismos conceptos que algunos de los autores más estudiados”. “Es fundamental comprender que Celso Furtado reflexionó sobre el campo de la política internacional para ampliar el marco de los problemas que estamos tratando”, señala. “Ese esfuerzo es parte de un conjunto de reflexiones que están asociadas al pensamiento poscolonial”, dice. Él hace hincapié en dos aspectos de la trayectoria de Furtado: la comprensión de que el desarrollo de las naciones periféricas no podía sencillamente reproducir los modelos de los países centrales y su defensa del fortalecimiento de las relaciones entre los países subdesarrollados a menudo denominadas “Sur-Sur”.
En 1974, Furtado publicó el libro O mito do desenvolvimento económico [El mito del desarrollo económico] (editorial Paz e Terra), que aborda un tema que en aquel entonces era inusual entre los economistas: el medio ambiente. Más adelante, Furtado declaró que tomó conciencia sobre la importancia de la ecología en la década de 1960, durante su estancia en la Sudene. Allí se dio cuenta de que la agricultura indígena protegía a la selva, a diferencia de la que se lleva adelante con la maquinaria moderna. En el artículo intitulado “Las ideas de Celso Furtado sobre la cuestión ambiental”, los economistas Renato Nataniel Wasques, Walter Luiz dos Santos Júnior y Danilo Duarte Brandão afirman que las reflexiones planteadas por la cuestión ambiental, y desarrolladas en el libro de 1974, prefiguran abordajes que luego serían fundamentales para el concepto de desarrollo sostenible.
Junto al subdesarrollo, el concepto principal de Furtado es la distinción entre el centro y la periferia de la economía mundial, que fue uno de los pilares del pensamiento desarrollado en la Cepal, junto a Prebisch. El “centro” alude a los países ricos, que dominan las tecnologías avanzadas y producen bienes con retornos de escala creciente, es decir, un beneficio proporcionalmente mayor que un determinado incremento de la cantidad de insumos aplicados. En la periferia se encuentran los países que se especializan en productos de baja tecnología que, por el contrario, registran una escala decreciente de retorno.
Hoy en día, la distinción entre centro y periferia no es lo habitual entre los economistas. Pero reaparece de otras maneras, señala Paulo Gala, de la Escuela de Economía de la Fundación Getulio Vargas en São Paulo (FGV). Gala cita el trabajo de Paul Krugman, quien recibió el Premio Nobel en 2008, en el área de la geografía económica. Según sostiene, Krugman muestra de qué manera en las economías que manejan diferentes mercaderías, algunas con retornos de escala creciente y otras con escalas decrecientes, emerge espontáneamente una estructura con centro y periferia. “Krugman representa un salto formal en la comprensión del comercio mundial, y el trabajo en el que lo hace está atravesado por la idea de centro y periferia”, dice.
Gala también llama la atención sobre un fenómeno más reciente en el que un grupo de físicos y economistas dedicados al tema de la complejidad, entre ellos, los físicos César Hidalgo, de Chile y Albert-László Barabasi, húngaroestadounidense, se centró en el comercio internacional y arribó resultados similares. “En los modelos de redes complejas, lo habitual es una estructura con centro y periferia. Cualquier red, en general, posee un modelo de centro y periferia: el centro tiene los nodos más conectados y la periferia los nodos con pocas conexiones”, explica.
El investigador señala que cada una de esas escuelas llegó a la relación entre centro y periferia por un camino diferente. Furtado y Prebisch hicieron un análisis histórico y documental. Krugman es un teórico macroeconómico puro, que recurre a modelos abstractos. En tanto, los teóricos de la complejidad han seguido una vía estrictamente empírica, analizando datos voluminosos sobre el comercio mundial. “Todos han logrado el mismo resultado: ya sea empírica o formalmente, la estructura del comercio mundial configura un modelo de centro y periferia”, dice. “Por eso es que los estructuralistas latinoamericanos tenían razón al decir que no había posibilidad de desarrollo para los países más pobres dentro del modelo proveniente de los países más ricos”, culmina.
Artículos científicos
COSTA LIMA, Marcos. A dimensão internacional da obra de Celso Furtado. Revista de Ciências Sociais. Fortaleza, v. 51, n. 1, mar./jun., 2020, p. 45–73.
WASQUES, Renato Nataniel; SANTOS JÚNIOR, Walter Luiz dos; BRANDÃO, Danilo Duarte. As ideias de Celso Furtado sobre a questão ambiental. Leituras de Economia Política, Campinas, (28), p. 41-58, ene./jun. 2019.
Libros
Araújo, Victor Leonardo y Mattos, Fernando Augusto M. (comp.). A Economia Brasileira de Getúlio a Dilma: Novas Interpretações. São Paulo: Hucitec, en prensa.
Bolaño, Cesar. O Conceito de Cultura em Celso Furtado. Salvador: Editorial UFBA, 2015.
Gala, Paulo. Complexidade Econômica. Río de Janeiro: Contraponto, 2017.