Cada año, miles de aves marinas depositan toneladas de nitrógeno y fósforo en las colonias en que viven a través de sus excrementos (guano). De este modo, desempeñan un rol importante en el ciclo de nutrientes en las regiones costeras de todo el planeta. Un grupo internacional de científicos, entre los cuales figura el ingeniero agrónomo Tiago Osorio Ferreira, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP) analizó el impacto del guano de estos animales en el ciclo de nutrientes. Los científicos estimaron la población mundial de aves marinas en 840 millones de ejemplares de 320 especies, distribuidos en 3 mil colonias. A continuación, sometieron esos datos a un modelo bioenergético, que tiene en cuenta el tamaño del animal, el tipo de alimentación, la eficiencia energética y el tiempo de permanencia en las colonias reproductoras. De esa manera, dedujeron el total de nitrógeno y de fósforo que excretan las aves. Éstas emiten anualmente 591 mil toneladas de nitrógeno y 99 mil toneladas de fósforo al ambiente, sobre todo en las colonias ubicadas en los océanos Ártico y Austral, donde habitan las aves mayores, como por ejemplo el pingüino de penacho anaranjado, también denominado pingüino macaroni (Eudyptes chrysolophus). “Esto equivale a la totalidad del nitrógeno y fósforo vertido por todos los ríos del mundo en el océano”, explica Osorio Ferreira. En esas regiones, el guano sirve como abono para las plantas y también como alimento de microbios (Nature Communications, 23 de enero). Parte de esas heces se disuelven en el océano y desencadenan una serie de procesos químicos, biológicos y geológicos en la costa. “Las aves marinas pueden resultar claves para la transferencia de nutrientes del océano hacia el continente”, añade el investigador.
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