MIGUEL BOYAYANDurante un evento que celebró una década de actividades del Programa de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Recuperación y Uso Sostenible de la Biodiversidad del Estado de São Paulo (Biota-FAPESP), alrededor de 300 investigadores se reunieron en un workshop en São Paulo con el fin de discutir estrategias para los próximos diez años. Divididos en grupos, los participantes esbozaron temáticas que merecerán estudios complementarios, tales como el perfeccionamiento de los inventarios de riqueza biológica, mediante la inclusión de nuevas técnicas de biología molecular y genómica, la ampliación de estudios al respecto de la diversidad marina o la creación de un área educativa capaz de producir material didáctico para la enseñanza básica y media. El avance en el conocimiento de la biodiversidad de algas, por ejemplo, carece de inversión en estudios que incluyan biología molecular. Sin ese tipo de datos, nuestros trabajos no contarían con calidad como para ser aceptados en publicaciones internacionales, dice Carlos Alfredo Joly, coordinador del programa y profesor del Instituto de Biología de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp).
Las propuestas realizadas por los grupos de trabajo serán evaluadas por la coordinación del programa y los puntos en común serán incorporados al documento que establece estrategias, metas y objetivos del programa para la próxima década.
Lanzado en 1999, el Biota-FAPESP fue el responsable de inédito relevamiento de la biodiversidad paulista. Produjo 84 proyectos de investigación y generó avances en el conocimiento, tales como la identificación de 1.766 especies (1.109 microorganismos, 564 invertebrados y 93 vertebrados), aparte de la publicación de más de 700 artículos científicos, 20 libros y dos atlas. En el campo de la calificación de los recursos humanos, formó 169 másteres, 108 doctores y 79 posdoctores. En el lapso de diez años, la FAPESP invirtió 82 millones de reales en el programa.
Uno de los temas consensuados en el workshop fue la necesidad de ampliar la repercusión internacional de la producción del Biota. Una de las metas consiste en aumentar la cantidad de publicaciones en revistas de renombre e incentivar el intercambio de investigadores y profesores visitantes, así como también la participación en eventos en el exterior. Necesitamos contar con mayor inserción en el ámbito internacional, tanto en el área académica como en las discusiones de políticas de conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Esto debe realizarse mediante colaboraciones, intercambios y participación en los comités de las organizaciones internacionales, dijo Joly.
Otro punto de convergencia fue la necesidad de estimular la investigación en informática para la biodiversidad, con el objetivo de crear nuevas herramientas computacionales de análisis de datos capaces de amplificar el conocimiento generado por los datos de campo recabados por los investigadores, agregando, por ejemplo, interfaces con modelos de cambios climáticos. La reformulación del Sistema de Información Ambiental del Biota (SinBiota), que reúne los datos recogidos por los investigadores, fue defendida por Ricardo Ribeiro Rodrigues, docente titular de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP), quien coordinó el programa entre 2004 y 2008. La creación de un nuevo protocolo de recolección que permita la reestructuración de ese banco de datos es una de las cuestiones que debemos comenzar a discutir con firmeza, dijo Rodrigues.
Según datos presentados por Carlos Joly, el área de ciencia de la computación presentó pocos proyectos y, por consiguiente, fue una de las que menos inversiones directas recibieron por parte del Programa Biota. Sólo conseguiremos imprimirle sofisticación al SinBiota si lo hacemos mediante la colaboración con el área de informática. Hasta ahora no hemos logrado motivar a los investigadores de las ciencias de la computación para que remitieran proyectos al programa, afirmó. Entre las ideas apuntadas en el workshop se hallaba también la integración del Biota con la red KyaTera, del programa de Tecnología de la Información para el Desarrollo de Internet Avanzada (Tidia) de la FAPESP, para facilitar el intercambio de datos y las colaboraciones.
Valor
El profesor de botánica Marcos Buckeridge, de la USP, también resaltó la necesidad de atraer investigadores del área de informática, aunque no sólo ellos. Necesitamos matemáticos, ingenieros y también economistas, afirmó. Según él, también es preciso dar importancia a la investigación en el rubro que posibilita establecer el valor económico de los recursos hídricos y de la biodiversidad. Sin establecer un valor, no existe cómo cobrar, dijo. Líder de proyectos temáticos del Biota y actualmente actuando en el programa de Bioenergía (Bioen), Buckeridge defendió la creación de un Comité Interprogramático, para invertir en los puntos de intersección entre las distintas iniciativas de la FAPESP.
El grupo encargado de discutir el ensamble entre el programa y la educación sugirió la creación del Espacio Biota Educación, un ambiente atractivo para los estudiantes con datos recogidos por el programa. Nos referimos a la educación en un sentido amplio producir material que pueda utilizarse tanto en la red de enseñanza básica y media como para la divulgación volcada a la sociedad en general, dijo Carlos Joly. El profesor de ciencia, muchas veces utiliza ejemplos de la fauna y flora de otros países porque no halla material organizado de los ecosistemas locales, aseveró.
Enfermedades olvidadas
La transformación del conocimiento generado en productos comerciales, considerado uno de los puntos vulnerables durante los diez primeros años del Biota, se estimulará mediante un conjunto de estrategias. Existe consenso en que el Biota es el mejor espacio para hablar de bioprospección, dice Vanderlan da Silva Bolzani, del Instituto de Química de Araraquara perteneciente a la Universidad Estadual Paulista (Unesp) y coordinadora de la Red Biota de Bioprospección y Ensayos (BIOprospecTA). Bolzani enfatizó la importancia de priorizar la búsqueda de fitoterapéuticos, con el objetivo de abastecer al Sistema Único de Salud, y la investigación de fármacos contra las enfermedades olvidadas, aquéllas que inspiran poco interés en el seno de las industrias por afectar solamente a los países pobres.
Finalmente, el grupo encargado de la discusión de estrategias para la transferencia de conocimiento hacia el gobierno sugirió que los nuevos proyectos incluyan en su concepción el uso de sus resultados para sostener políticas públicas. Eso sucedió, por ejemplo, con una resolución de la Secretaría Estadual de Medio Ambiente (SMA) según la cual el análisis de todos los pedidos para uso en áreas con bosques autóctonos deberá basarse en las categorías de importancia para la restauración, definidas en un mapa producido por el programa. El grupo formuló una audaz propuesta. Sugirió la contratación de una especie de embajador del Biota, un especialista de fuste que desempeñe un papel político, capaz de detectar las demandas de la sociedad y establecer cooperaciones con otros estados y el gobierno federal, además de organismos de licencia y fiscalización.
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