Los geólogos saben desde hace tiempo que 20.000 años atrás el nivel del mar se hallaba aproximadamente unos 125 metros (m) por debajo del límite actual entre las playas y las olas en la ciudad de Recife, en el estado brasileño de Pernambuco. En aquella época, una selva cubría la región que hoy en día es la playa de Boa Viagem, una de las más conocidas de la capital pernambucana. Quizá hasta hayan existido ríos con cascadas que caían por las elevaciones que actualmente forman la plataforma continental, el umbral entre los tramos menos profundos y las regiones abisales del océano.
Después el mar subió y, según los análisis del geógrafo Antonio Vicente Ferreira Junior, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), hace entre 4.700 y 4.100 años el nivel medio en la zona de Recife y las localidades costeras más cercanas ubicadas al norte y al sur podría haber alcanzado unos 3 m por encima del nivel medio actual. Eso habría bastado para que las olas cubrieran la desembocadura del río Capibaribe, los paseos marítimos y el casco antiguo de las ciudades costeras del área metropolitana.
Estudios como éste, publicado en abril en la revista Ocean and Coastal Research, completan, detallan y eventualmente corrigen la información obtenida mediante la aplicación de técnicas menos precisas que las actuales. También sirven para indicar las áreas más vulnerables al ascenso del nivel del mar, que se intensificará en las próximas décadas debido al cambio climático. El aumento de la temperatura media anual del planeta calienta el océano y hace que su volumen se expanda; por la misma razón, los glaciares en tierra firme se derriten, lo que también contribuye al aumento del volumen de los océanos.

Playa de Enxu Queimado, en São Miguel do Gostoso (Rio Grande do Norte), con areniscas expuestas, que muestran las variaciones del nivel medio del mar en los últimos 10.000 añosHelenice Vital / UFRN
“En los años 1980 no disponíamos de GPS geodésico, con el que ahora medimos la altitud de un punto con gran precisión”, comenta el geólogo José Maria Landim Domingues, de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), quien realizaba su doctorado cuando fue parte del equipo coordinado por los geólogos Kenitiro Suguio (1937-2021), de la Universidad de São Paulo (USP), y Louis Martin, de la Oficina de Investigación Científica y Técnica de Ultramar (Orstom), el actual Instituto de Investigación para el Desarrollo en Cooperación (IRD), de Francia.
Ellos tres, junto a otros geólogos, recogieron y analizaron alrededor de 700 muestras de rocas y restos de organismos marinos a lo largo de la mitad del litoral brasileño, desde el norte de Alagoas hasta el sur de Santa Catarina. Este estudio, publicado en 1985 en Revista Brasileira de Geociências, mostró variaciones locales y regionales del nivel medio del mar: en el nordeste del país pudo haber llegado a 5 m por encima del nivel actual hace unos 5.700 años, mientras que en el sur no habría superado los 3 m.
Poco a poco se ha ido consolidando un concepto: “Hace algunos años se hablaba de una variación global uniforme del nivel del mar, pero ahora sabemos que cada región tiene sus peculiaridades, producto de la geología y del relieve”, comenta la geóloga Helenice Vital, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN). Ella y su equipo llevan dos décadas monitoreando la oscilación del nivel del mar en las costas de Rio Grande do Norte (véase la infografía abajo), y publicando sus hallazgos desde 2006 en revistas especializadas como Marine Geology.
El nivel del mar, definido como la altura promedio de la superficie de los océanos, fue registrado por primera vez en Brasil por el astrónomo portugués Bento Sanches Dorta (1739-1794) en 1781 en la bahía de Guanabara, y regularmente a partir de 1831, también en Río de Janeiro. El ascenso y descenso del nivel del mar es un reflejo de la incidencia de la fuerzas gravitatorias de la Luna y del Sol sobre la Tierra, de las deformaciones en la superficie de los océanos, del derretimiento o la formación de glaciares y de la modificación del eje de la Tierra, que provoca que el mar se balancee como si estuviera sobre un plato suspendido en el aire.
Rocas y conchas
Las fluctuaciones en la altura media del mar quedan impresas en las paredes rocosas costeras y pueden medirse de varias maneras. Los grupos de Vital y Ferreira examinaron las variaciones de los últimos 10.000 años, el período geológico al que se denomina Holoceno, basándose en las rocas conocidas como areniscas de playa, que indican los antiguos límites del océano. Estas se forman solamente en la línea costera, el límite entre la tierra y el mar, cuando el agua de los ríos se encuentra con la del mar y hace que el carbonato de calcio (CaCO3) de los organismos marinos se disuelva cementando los sedimentos. Según Landim, esta cementación fue registrada inicialmente por el empresario e historiador portugués Gabriel Soares de Sousa (1540-1591) en su Tratado descritivo do Brasil [Tratado descriptivo de Brasil], de 1587, aunque atribuyendo la formación de lo que él denominó guijarros de playa al congelamiento de la arena en contacto “con el frío de las aguas marinas”. El análisis microscópico y la datación por carbono de una de las formas de CaCO3 de las conchas incrustadas en las rocas indican cuándo se formaron las capas rocosas y, con base en ello, la variación del nivel del mar en un sitio específico.
A principios de junio, el geólogo Rodolfo José Angulo y su equipo, de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), junto con colegas del exterior, recorrieron las playas de Laguna, en Santa Catarina, en busca de otro indicador de la variación del nivel del mar: los caracoles marinos conocidos como vermétidos. La determinación de la edad de una de las formas de carbono del caparazón de estos moluscos indica cuándo se asentaron estos organismos en las rocas que se hallaban cerca de la línea de bajamar.
“En ocasiones hemos encontrado vermétidos en cerros, lo que indica que en ese lugar el nivel del mar ha estado más alto”, comenta. Su propósito es averiguar cómo el mar ha subido y bajado en el litoral catarinense en un período más reciente, los últimos 300 años, aunando la información procedente de las conchas de los moluscos con las de los dos tipos de dispositivos que siguen las oscilaciones del nivel del mar: los mareómetros (Brasil cuenta con una red compuesta por unos 330 de estos aparatos a lo largo de sus costas) y los satélites artificiales, como el Copernicus Sentinel-6, de la Agencia Espacial Europea (ESA).
El grupo de la UFPR se ha valido de areniscas, vermétidos y corales para demostrar que hace entre 6.000 y 5.000 años el nivel del mar habría estado casi 3 m más alto que en la actualidad en el archipiélago de Abrolhos y 4,5 m más en el atolón de las Rocas, ambos en la costa brasileña. Los resultados han sido descritos en artículos publicados en mayo y agosto de 2022 en la revista Marine Geology.

Playa de Muro Alto, en Ipojuca (Pernambuco), con una franja de arenisca superficial que se extiende por 4,7 kmAntonio Vicente Ferreira Junior / UFPE
En conjunto, estos estudios revelan las transformaciones del litoral brasileño. “Hace 120.000 años, la plataforma continental de Pernambuco formaba parte del continente”, comenta Ferreira. El aporte de Landim contribuye a enriquecer el paisaje milenario: “Hace 20.000 años, las bahías de Todos os Santos [Bahía] y de Guanabara [Río de Janeiro] no existían, ni tampoco la laguna Lagoa dos Patos [Rio Grande do Sul]. Todo eso estaba cubierto por vegetación, hasta que el nivel del mar subió y lo cubrió todo”.
Tras su retroceso, posterior subida y estabilización, el nivel del mar muestra una clara tendencia a aumentar su volumen en todo el mundo. “Es incuestionable que el mar ha estado ascendiendo en las últimas décadas”, dice Angulo.
Según datos de la Nasa, la agencia espacial estadounidense, el nivel promedio mundial de los océanos ha crecido unos 9,4 centímetros (cm) desde 1993; entre 2022 y 2023, el incremento ha sido de 0,7 cm, debido al calentamiento global y a la intensidad del fenómeno de El Niño. “En teoría, debería estar iniciándose un período geológico de enfriamiento, con un descenso de la línea de la costa”, dice Vital. “Pero no es eso lo que estamos observando.”
En su página web Sea Level, la Nasa proyecta un incremento del nivel del mar de 10 cm para 2030 en Belém, Recife, Río de Janeiro y Cananéia, esta última en la costa de São Paulo. Un grupo de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) también anticipa para 2100 una subida de 70 cm en Ilha Fiscal, al borde del centro histórico de la capital fluminense, como sostienen en un artículo publicado en marzo en la revista Natural Hazards. Eso bastaría para causar la pérdida de los manglares remanentes en la zona, un aumento de las inundaciones marinas y el deterioro de lugares turísticos de la ciudad de Río de Janeiro. La perspectiva de daños severos ha llevado a que los municipios costeros de Brasil planifiquen medidas de prevención contra el ascenso del nivel del mar (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 238).
“Para definir cuáles son las áreas más vulnerables a la elevación del nivel del mar, necesitamos elaborar mapeos precisos, a escala de centímetros”, dice Landim. Mediante el empleo de una tecnología de escaneado láser denominada lídar (Light Detection and Ranging), el investigador pudo comprobar que, en el municipio de Belmonte, en sur del estado de Bahía, las áreas más sensibles tienen pocos residentes. “Las playas urbanas angostas, comprimidas entre las avenidas y el mar, tienden a desaparecer, a no ser que se aporte arena, un proceso costoso” (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 338).
El avance del mar sobre las islas y el continente está lejos de ser una posibilidad remota. En junio, debido al ascenso del nivel del mar, el gobierno de Panamá, en Centroamérica, solicitó a unos 1.000 habitantes de la isla Gardi Sugdub, una de las 50 ocupadas por indígenas de la etnia Guna, que se mudaran a una ciudad construida recientemente en el continente con casas prefabricadas. Según un informe de la agencia de noticias CNN, las viviendas todavía no disponían de acceso al agua potable ni servicios sanitarios. No obstante, la mudanza es necesaria. “En un plazo de entre 40 y 80 años ‒dependiendo de la altura de las islas y del ritmo de ascenso del nivel del mar‒, la mayoría, si no todas las islas habitadas de la región, quedarán sumergidas”, advirtió para CNN Steven Paton, director del programa de monitoreo físico del Instituto Smithsoniano en Panamá.
Artículos científicos
ANGULO, R. J. et al. Mid-to Late Holocene sealevel changes at Abrolhos archipelago and Bank, southwestern Atlantic, Brazil. Marine Geology. v. 450, 106841. ago. 2022.
ANGULO, R. J. et al. Paleo-sea levels, Late-Holocene evolution, and a new interpretation of the boulders at the Rocas Atoll, southwestern Equatorial Atlantic. Marine Geology. v. 447, 106780. may. 2022.
CALDAS, L. H. de O. et al. Holocene sea level history: Evidence from coastal sediments of the northern Rio Grande do Norte coast, NE Brazil. Marine Geology. v. 228, n. 1-4, p. 39-53. 30 abr. 2006.
FERREIRA JÚNIOR, A. V. et al. Beachrocks of the northeast of Brazil: Local effects of sea level fluctuations in a far-field during in Holocene. Ocean and Coastal Research. 2024, v. 72, e24022. 12 abr. 2024.
SUGUIO, K. et al. Flutuações do nível relativo do mar durante o quaternário superior ao longo do litoral brasileiro e suas implicações na sedimentação costeira. Revista Brasileira de Geociências. v. 15, n. 4, p. 273-86. ago. 1985.
TOSTE, R. et al. Dynamically downscaled coastal flooding in Brazil’s Guanabara Bay under a future climate change scenario. Natural Hazards. Online. 26 mar. 2024.
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