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FAPESP – 60 AÑOS

Más allá de las fronteras

En sus seis décadas de existencia, la Fundación ha contribuido a fortalecer el sistema brasileño de ciencia, tecnología e innovación

El 23 de mayo de 1962, el gobernador de São Paulo, Carlos Alberto Alves de Carvalho Pinto (sentado), firmó las actas de creación de la FAPESP

Archivo público del Estado de São Paulo

En sus 60 años de historia, que se celebran en el mes de mayo, la FAPESP ha financiado aproximadamente 320.000 proyectos de investigadores de instituciones del estado de São Paulo en todas las áreas del conocimiento y ha contribuido a consolidar al estado como líder de la producción científica de Brasil. La influencia de la Fundación en la formación de recursos humanos y el apoyo a la investigación básica y aplicada no se ha limitado a este estado, sino que también ha dejado marcas duraderas en el sistema brasileño de ciencia y tecnología. En diversas ocasiones, el diseño de programas concebidos en la institución ha aportado inspiración a iniciativas de alcance nacional.

El Programa Genoma-FAPESP, que a finales de la década de 1990 congregó a 192 investigadores en una red virtual integrada por 60 laboratorios para secuenciar el ADN de varios organismos, contribuyó al surgimiento de otros emprendimientos similares en el país. En 2000, el año en que la revista Nature publicó los resultados de la secuenciación de la bacteria Xylella fastidiosa realizada por la red paulista, el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) creó la red nacional del proyecto Genoma Brasileño, compuesta por 240 científicos de 18 estados, cuya tarea inicial consistía en descifrar el código genético de la Chromobacterium violaceum, una bacteria importante para la biotecnología. “La elección del bioquímico Andrew Simpson, que había sido el coordinador del programa paulista, para liderar y garantizar el éxito de la iniciativa federal del CNPq, no fue casual”, recuerda el físico José Fernando Perez, director científico de la Fundación entre 1993 y 2005. Perez relata que recibió una llamada telefónica de Wanderley de Souza, por entonces secretario de Ciencia y Tecnología del estado de Río de Janeiro. “Me dijo que el gobernador de Río estaba impresionado con nuestro programa y nos propuso un trabajo conjunto”, Se estableció una colaboración con el investigador Jesus Ferro, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de Jaboticabal, uno de los directores del programa paulista, que generó una biblioteca de ADN para los colegas fluminenses.


Otro caso consolidado es el Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (Pipe), lanzado por la FAPESP en 1997. De manera similar a lo que sucedió con el Genoma-FAPESP, el Pipe se basó en una iniciativa estadounidense. El formato era el mismo del Programa de Investigación para la Innovación en Pequeñas Empresas (SBIR, por sus siglas en inglés), creado en 1982, por medio del cual las agencias de fomento de la investigación científica de Estados Unidos asignan recursos para la financiación de pequeñas empresas innovadoras. El Pipe ya iba por su quinto año de existencia cuando la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), una agencia del gobierno federal, puso en marcha una iniciativa similar: el Programa de Apoyo a la Investigación en Empresas (Pappe). Pero en São Paulo, el programa federal tuvo un formato peculiar. Merced a un convenio entre la dirección científica de la FAPESP y el entonces presidente de la Finep, Sergio Machado Rezende, el Pappe solamente respaldó a los proyectos de la Etapa III del Pipe, que ya habían recibido el apoyo de la FAPESP y estaban maduros y próximos a su aplicación comercial. En el resto de los estados, la Finep también financiaba propuestas en sus fases iniciales.

Si bien la Fundación no puede financiar proyectos de científicos e instituciones de otros estados en forma directa, el impacto de su actividad siempre ha trascendido las fronteras de São Paulo. En 2008, la FAPESP realizó un estudio del perfil de los investigadores que obtuvieron becas de iniciación a la investigación científica, maestría, doctorado y posdoctorado entre 1992 y 2002. El mapa de la trayectoria profesional de los antiguos becarios en 12 campos del conocimiento reveló que la mayor parte de ellos –de un 70,3 % a un 83,8 %, dependiendo del área– estaban en São Paulo, pero una cantidad importante desarrollaba actividades profesionales en otros estados o países. Las áreas más destacadas fueron salud y agronomía y veterinaria, cuyos exbecarios se encontraban diseminados por 24 estados. “Como resultado del apoyo a los investigadores paulistas y a las instituciones de educación superior, más del 70 % de los doctores brasileños se graduaron durante varios años en el estado de São Paulo”, explicó el presidente de la FAPESP, Marco Antonio Zago, en un artículo publicado este año en la revista Estudos Avançados. “En 1996, un 67 % de los doctorados todavía se realizaban en São Paulo y, entre 1996 y 2017, el porcentaje de doctores titulados aquí fue del 44,3 % del total. De esta manera, la FAPESP también ha contribuido al desarrollo de las universidades federales de todos los estados brasileños”.

La FAPESP puede respaldar proyectos y becas de investigadores paulistas cuyo objeto de estudio se encuentre fuera de São Paulo y siempre ha promovido las colaboraciones con científicos de otros estados y del exterior. No es casual que sea la agencia brasileña que más apoyo brinda a los estudios sobre la Amazonia: ya lleva aprobados 895 proyectos y 1.612 becas, en muchos casos vinculados a los programas especiales de la Fundación. “La Amazonia siempre ha sido un tema relevante para nosotros, debido a la importancia de esta región para Brasil y para el mundo”, dice el físico Carlos Henrique de Brito Cruz, presidente del Consejo Superior de la Fundación entre 1996 y 2002 y director científico entre 2005 y 2020. En 2014, De Brito Cruz participó en un simposio en Washington (EE. UU), en el cual se presentaron los resultados de los proyectos de investigación sobre la selva tropical. “La Amazonia está vinculada a dos de los programas principales de la FAPESP”, explica al hacer referencia al Programa de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (Biota) y al de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales.

Pero la contribución principal de la FAPESP al sistema brasileño de ciencia y tecnología acaso haya sido la de servir como ejemplo para la creación de fundaciones de apoyo a la investigación científica en otros estados. Es cierto que el modelo pionero de la FAPESP tardó en difundirse. En 1964 surgiría la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Río Grande do Sul (Fapergs), pero hubo que esperar hasta la década de 1980 para que Minas Gerais y Río de Janeiro lanzaran sus agencias. Hoy en día existen fundaciones similares en 26 de las 27 unidades que componen la federación (la excepción es Roraima), pero solo han ido apareciendo en la década de 2000, muchas de ellas mediante dispositivos incorporados a sus constituciones estaduales. “La FAPESP prestó su colaboración para la estructuración de varias de esas fundaciones”, dice De Brito Cruz.

Archivo público del Estado de São Paulo El 15 de diciembre de 1997, el entonces gobernador del estado de São Paulo, Mario Covas, realizó un anuncio en el Palacio de los Bandeirantes donde dio a conocer los nombres de las primeras empresas con proyectos seleccionados por el programa PipeArchivo público del Estado de São Paulo

Más allá de los aspectos formales, la FAPESP ayudó a configurar los debates en torno a la financiación de la investigación en los estados. Flávio Fava de Moraes, director científico de la Fundación entre 1985 y 1993, menciona una batalla librada en el estado de São Paulo que tuvo repercusiones en todo el país: la ampliación, en la Constitución del Estado de São Paulo de 1989, del porcentaje de la recaudación tributaria del estado destinada a la FAPESP, que pasó del 0,5 % al 1 %. “La comunidad científica, amparada en el sólido liderazgo de la Fundación, decidió solicitar la ampliación del índice de financiación”, explica Fava, quien juntamente con quien entonces era el presidente del directorio del Consejo Técnico Administrativo de la FAPESP, Alberto Carvalho da Silva (1916-2002), peregrinó por los despachos de los diputados estaduales y por el Palacio de los Bandeirantes, la sede de la gobernación del estado, reivindicando la modificación.

“Recuerdo la madrugada en la que recibí un llamado telefónico de un profesor de la USP avisándome que el cambio del porcentaje estaba siendo tratado por los diputados en ese mismo momento y corría el riesgo de ser dejado sin efecto. Me subí a mi automóvil y me dirigí a la Legislatura”, relata Fava, diciendo que consiguió hablar con el ponente de la nueva Constitución, el diputado Barros Munhoz, quien le confirmó el bloqueo: un grupo de diputados argumentaba que vincular los ingresos fiscales con la FAPESP sería injusto para el resto de las fundaciones estaduales: todas deberían ser contempladas en el marco de la Constitución o la FAPESP debía dejar de serlo. El impasse solo sería resuelto, dice Fava, cuando, en articulación con el entonces gobernador Orestes Quércia, se propuso que los fondos de la FAPESP se aplicaran no solo al desarrollo científico, sino también al tecnológico, lo que ampliaba el abanico de desafíos para la agencia. “El 1 % fue aprobado por unanimidad. Eso fue muy bueno para la Fundación, que pudo cumplir más eficazmente su función de fomento de la investigación en todos los campos del conocimiento”

La FAPESP sirvió como modelo para la creación de fundaciones de apoyo a la investigación científica en otros estados

El aumento del porcentaje en São Paulo repercutió en las asambleas constituyentes de otras unidades de la federación brasileña. Alberto Carvalho da Silva visitó varios estados para conversar con los gobernadores y parlamentarios, promoviendo la replicación del dispositivo de financiación implementado para la FAPESP. “Recuerdo que el presidente de la Legislatura de Rio Grande do Sul era uno de los impulsores de la idea de vincular los recursos para la Fapergs y contó con el fuerte apoyo de sus pares, que conocían muy bien los éxitos cosechados en São Paulo”, dice Fava. La constitución de Rio Grande do Sul estableció para su fundación estadual un porcentaje superior al de São Paulo, del 1,5 % de su recaudación neto.

Este esfuerzo tuvo un impacto limitado, porque el vínculo estipulado en las constituciones y leyes no impidió que la asignación de los fondos se incumpliera en varios estados o que tuviera que ajustarse debido a sus crisis presupuestarias. São Paulo siguió siendo un ejemplo aislado: a partir de la inclusión del giro mensual del 1 % de la recaudación fiscal en la Constitución paulista de 1989, el estado nunca se ha atrasado en los pagos a la FAPESP. La agencia estadual, creada bajo la figura jurídica de una fundación de derecho privado, administra su presupuesto en forma autónoma. Puede utilizar los fondos que recibe para crear un patrimonio rentable, cuyos dividendos permiten solventar becas y proyectos de investigación a largo plazo.

Celso Lafer, exministro de Relaciones Exteriores de Brasil y presidente de la FAPESP entre 2007 y 2015, dice que la creación de la Fundación estuvo influenciada por el informe Science, the endless frontier (Ciencia, la frontera sin fin), publicado en julio de 1945 y elaborado por el ingeniero estadounidense Vannevar Bush (1890-1974), quien consideraba la interdependencia de la ciencia básica y aplicada, el mantenimiento de la comunidad científica libre e independiente y la participación de la industria y los empresarios privados en los esfuerzos de investigación. “Desde su concepción, la FAPESP no hacía distinciones entre investigación básica y aplicada, y apoyó a todos los campos del conocimiento. Comenzó atendiendo la demanda de una plataforma de becas y poco después ahondó su aporte con programas y proyectos más audaces y a más largo plazo”, dice el excanciller, cuyo paso por la FAPESP estuvo signado por los esfuerzos para internacionalizar la ciencia paulista, mediante la conformación de una red de acuerdos de colaboración con instituciones de investigación y universidades de todo el mundo.

El hecho de que la Fundación dispusiera de recursos suficientes como para satisfacer las necesidades ordinarias de la comunidad científica le permitió, con el tiempo, concebir ideas innovadoras. Flávio Fava de Moraes menciona como ejemplo el Programa para el Desarrollo de la Bioquímica (Bioq-FAPESP), creado en 1971. Esa fue la primera experiencia de la Fundación estimulando la producción de conocimiento en un área emergente. “El Bioq-FAPESP también promovió el trabajo articulado de diversos grupos de investigación y funcionó como prueba piloto, durante mi gestión, para la promoción de proyectos consistentes abarcando a redes de investigadores, los llamados proyectos temáticos”, dice Fava.

“La FAPESP fue capaz de aventurarse y desplegó todo ese potencial”, dice José Fernando Perez, quien explica que la Fundación pudo crear un ambiente fértil y único entre las agencias brasileñas. “Las coordinaciones de área se reunían semanalmente y yo, como director científico, tenía la oportunidad de conversar con líderes importantes de la comunidad y dar a conocer la perspectiva de la FAPESP. Esta abundancia de interacciones tal vez sea lo que distingue a la FAPESP de las otras agencias”, dice. “Esta articulación poco visible entre la FAPESP y la comunidad científica le permitió a la Fundación ser pionera en la creación de muchos de sus programas”. Según él, fue por recomendación de los coordinadores adjuntos y de área que diversos programas se pusieron en marcha durante su gestión, entre ellos, Genoma, SciELO, Biota, Pipe, algunos de los cuales se basaron en otras experiencias internacionales.

El neurocientífico Luíz Eugênio Mello, actual director científico de la FAPESP, fue coordinador adjunto entre 2003 y 2006, y recuerda los debates que dieron lugar a programas importantes de la Fundación. “Hay un interesante dicho popular que reza que es muy fácil ser el ingeniero de una obra consumada o profeta del pasado”, dice. “En este sentido, cabe aclarar que varias de las iniciativas de gran importancia desarrolladas por la FAPESP (Temáticos, Genoma, SciELO, por citar algunas) fueron objeto de disenso en la comunidad. Quizá siempre sea así cuando nos aventuramos con nuevos retos y ámbitos. Las diversas fuerzas que ejercen tensión sobre los sistemas también estuvieron en el origen y en el desarrollo de los nuevos proyectos y programas en la FAPESP. De hecho, la ciencia florece sobre la base de la discordancia científica, siempre que ello no degenere hacia un conflicto personal”.

Rigurosidad en la rendición de cuentas de la fundación
El gerente de Auditoría se jubila tras 55 años de trabajo

FAPESPRibeiro Moreira: respeto por el dinero públicoFAPESP

 En 1967, cuando la FAPESP funcionaba en unas pocas oficinas de un edificio situado en Avenida Paulista 352, Zeferino Ribeiro Moreira, entonces de 18 años, fue contratado como mensajero. Procedente del municipio de Abaíra (Bahía), había arribado a São Paulo cuatro años antes. El 15 de abril, Ribeiro Moreira se jubiló tras haber prestado servicios a la Fundación durante 55 años, en el mismo año en que la institución celebra sus seis décadas de actividades. Era el empleado en servicio con mayor antigüedad en la historia de la FAPESP.

Ribeiro Moreira estudió contabilidad y trabajó en varios departamentos hasta asumir el cargo de gerente de Auditoría, cuyo equipo compuesto por 16 empleados audita los procesos de rendición de cuentas de los gastos de los proyectos subvencionados por la Fundación. Es una tarea meticulosa, que requiere un cuidado extremo para cumplir con las leyes que rigen la ejecución de los recursos públicos, incluso para proteger a los beneficiarios ante futuros cuestionamientos. La Gerencia de Auditoría examina un promedio de 10.000 expedientes anuales, y Ribeiro Moreira trabajó en este sector durante 37 años. Los investigadores y becarios que recibieron ayudas de la FAPESP durante las últimas décadas, en algún momento han recibido una carta firmada por él comunicándoles la aprobación de un proyecto o beca, o bien avisándoles sobre algún tema pendiente por resolver.

“Todo el sistema de auditoría de la Fundación, sumamente respetado, le debe mucho al liderazgo de Zeferino”, dijo Fernando Menezes de Almeida, director administrativo de la FAPESP. “Zeferino siempre ha demostrado un inmenso celo por el patrimonio público”, dice Camilo Cardoso, quien trabajó a su lado durante 31 años y que ahora asumió en su reemplazo como gerente de Auditoría.

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