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Arte

Memoria selectiva

Al encargar pinturas a principios del siglo XX, el director del Museo Paulista efectuó un recorte en la historia de la Independencia de Brasil que excluyó la participación popular

Partida da monção, de Almeida Júnior, de 1897

Hélio Nobre y José Rosael / Museo Paulista de la USP

A partir del mes de septiembre, quienes ingresen a la sala principal del Museo Paulista de la Universidad de São Paulo (MP-USP) encontrarán, ahora restaurados, dos cuadros junto al monumental Independência ou morte! [¡Independencia o muerte!], del pintor paraibano Pedro Américo de Figueiredo e Melo (1843-1905), ambos pintados por el italiano Domenico Failutti (1872-1923). A la derecha habrá un retrato de la emperatriz Leopoldina (1797-1826) rodeada de sus hijos y a la izquierda, uno de Maria Quitéria de Jesus Medeiros (1792-1853), quien luchó en la Guerra de la Independencia.

Pero no siempre fue así. Desde 1895, cuando se inauguró el museo, hasta 1905, allí estaban, de un lado, Caipira picando fumo [Campesino picando tabaco], y del otro, Amolação interrompida [Afilado interrumpido], ambos del pintor nacido en Itu [São Paulo] José Ferraz de Almeida Júnior (1850-1899), posteriormente trasladados a la Pinacoteca de São Paulo. El ingeniero e historiador catarinense Afonso d’Escragnolle Taunay (1876-1958) fue quien mandó cubrir los espacios por entonces vacíos con los cuadros de las dos mujeres cuando preparaba al Museo Paulista, cuya dirección asumió en 1917, para las celebraciones del Centenario de la Independencia, que se llevarían a cabo cinco años después.

Con el apoyo financiero del gobierno del estado, sumado a donaciones privadas, encargó otras obras para el salón principal al pintor fluminense Oscar Pereira da Silva (1867-1939), que incluyen los retratos de Pedro I, José Bonifácio de Andrada e Silva (1763-1838), Joaquim Gonçalves Ledo (1781-1847), Diogo Antônio Feijó (1784-1843) y dos escenas: la expulsión de las tropas portuguesas de Río de Janeiro y la actuación de los diputados brasileños en la Corte de Lisboa.

Hijo de un vizconde y nieto de un barón, hasta entonces profesor de la Escuela Politécnica, uno de los centros que luego integrarían la Universidad de São Paulo (USP), Taunay supervisó la producción de los cuadros y no vaciló en solicitar las correcciones que le parecieron necesarias. La actitud del director generó discusiones con los artistas, tal como lo describen los historiadores Pedro Nery y Carlos Lima Junior en un artículo publicado en 2019 en la revista Anais do Museu Paulista, al comentar la reforma de Taunay, que incluyó el traslado de otra pintura de Almeida Junior, Partida da monção [Partida de una expedición fluvial], que muestra el inicio de una expedición bandeirante, de la antesala del salón de aparato a una sala interna.

“A través de las imágenes, Taunay construyó, como era de esperarse hace 100 años, una historia elitista, racista, machista y pacífica”, dice Paulo César Garcez Marins, historiador del MP. Con el apoyo de la FAPESP, sus investigaciones forman parte del subproyecto “Representaciones artísticas del pasado en las colecciones del Museo Paulista de la USP”, parte de un proyecto temático coordinado por la historiadora del arte Ana Gonçalves Magalhães, directora del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la USP.

Aunque la emperatriz fue una mujer con poder político y una de las articuladoras de la Independencia, dice, fue retratada como madre, rodeada de sus hijos. La bahiana Maria Quitéria, hija de un hacendado, aparece con uniforme militar, con un mosquete al hombro, como un soldado, no como integrante de las fuerzas populares contra el ejército portugués en la lucha por la Independencia en Bahía.

“Taunay minimizó el rol de las mujeres y excluyó al pueblo y a los conflictos armados durante las batallas de la Independencia”, sintetiza. “Como el vestíbulo del Museo, la escalinata y el Salón de Aparato constituyen el patrimonio protegido y no podemos alterarlos, tomamos las obras que decoran estos espacios como documentos, para discutirlas con los visitantes, presentándolas como una forma de ver la historia, no como la historia misma” (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 317).

En el MP, argumenta, no hay grandes cuadros de batallas históricas, como los del Museo de Bellas Artes de Río de Janeiro o los del Museo Histórico Nacional de Buenos Aires. La única pintura de una escena bélica encargada por Taunay –Combate de milicianos de Mogi das Cruzes con botocudos–, de 1 metro (m) por 1,5 m, es una representación de bandeirantes [tal como se denominaba a los expedicionarios que partían a la conquista de tierras interiores], disparando con mosquetones a indígenas que contraatacan con flechas. En este cuadro, Oscar Pereira da Silva pintó a los expedicionarios vistiendo lo que se denominaba jubones de armas, unos chalecos atravesado por costuras que formaban rombos que, si bien eran comunes en el siglo XVIII, no lo eran en el XVII, y que así se convertirían en uno de los símbolos de los bandeirantes, como los sombreros y las botas, según describe Marins en un artículo publicado en 2020 en la revista Tempo.

En 1929, Taunay reclamó el cuadro Partida da monção, de Almeida Junior, que había sido llevado a la Pinacoteca, y con este “compuso una sala dedicada a las expediciones fluviales”, comenta la historiadora del MP Michelli Monteiro en un artículo publicado en 2019 en Anais do Museu Paulista. Junto con el lienzo de Almeida Junior vinieron Descobrimento do Brasil [Descubrimiento de Brasil] y Fundação de São Paulo [Fundación de São Paulo], ambos de Oscar Pereira da Silva. Los tres cuadros, inmensos, refuerzan la idea de que el pasado brasileño estuvo signado por el diálogo y una expansión territorial pacífica, y no por los conflictos.

“Al glorificar a los bandeirantes como protagonistas de importancia para la definición del territorio y de las fronteras, Taunay definió el papel de São Paulo en la formación de Brasil”, prosigue Marins. “A partir de las pinturas, el pasado paulista se tornaba grandioso”. En la época de la Independencia, São Paulo era una ciudad pequeña e insignificante, pero en 1917 ya era la segunda del país, un enclave económico pujante, impulsado por el cultivo de café en el estado. Para el historiador, “Taunay llevó a sangre y fuego” la idea de que “la historia de São Paulo es la propia historia de Brasil”, como expresa el historiador Antônio de Toledo Piza (1848-1905) en la presentación del primer número de la Revista do Instituto Histórico e Geográfico de São Paulo, en 1895.

Taunay fue director del Museo de Ipiranga y del Museo Republicano Convención de Itu hasta 1945. En ese lapso, también fue profesor de la entonces denominada Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la USP y publicó 11 tomos de la obra História geral das bandeiras paulistas, entre 1924 y 1950. También escribió tres diccionarios, incorporando entradas de medicina, química, física, biología y astronomía.

El renacimiento de un museo
En 2013, cuando cerró por reformas, el Museo Paulista (MP) contaba con unas 10 salas de exposición distribuidas en dos plantas y baños solamente en el subsuelo. Para su reapertura, en septiembre, tendrá baños, ascensores y accesos para personas con discapacidad en las cuatro plantas. La cantidad de salas para exposiciones permanentes o temporales se elevó a 49; el traslado de la colección compuesta por alrededor de 200.000 piezas a edificios cercanos, a dónde se las llevó cuando comenzaron las obras, propició la liberación del espacio interno.

Como resultado de la reforma iniciada en 2019 y concluida ahora, cuyo costo fue de 211 millones de reales, el espacio para exposiciones sumó otros 6.000 metros cuadrados, con la construcción de un subsuelo, y se prevé que el número de visitantes anuales llegue al menos a los 700.000, el doble de lo que se registraba hace aproximadamente una década.

“Hemos creado un área de recepción para los visitantes, con baños, cafetería, librería y auditorio, y un mirador en el piso superior”, comenta la arquitecta Rosaria Ono, directora del MP, al frente de un equipo de unas 100 personas que preparan las 11 exposiciones con las que se reinaugurará el museo.

Según ella, esta amplia reforma era necesaria para que el museo se adecuara a las leyes y para garantizar la seguridad de los empleados y visitantes. Otra de las razones, añade, era que “el edificio no había sido concebido para ser un museo, sino un predio monumental, como el monumento a Abraham Lincoln (1809-1865) en Washington (EE. UU.), y para albergar únicamente el cuadro Independência ou morte!”.

Proyecto
Recolectar, identificar, procesar y difundir. El ciclo curatorial y la producción del conocimiento (no 17/07366-1); Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Ana Gonçalves Magalhães (USP); Inversión R$ 5.427.854,57

 Artículos científicos
LIMA JUNIOR, C. y NERY, P. Do “campônio paulista” aos “homens da Independência”: Interpretações em disputa pelo passado nacional no Salão de Honra do Museu PaulistaAnais do Museu Paulista. v. 27, p. 1-47. dic. 2019.
MARINS, P. C. G. Uma personagem por sua roupa: O gibão como representação do bandeirante paulistaTempo. v. 26, n. 2, p. 404-29. jul. 2020.
MONTEIRO, M. C. S. Uma trajetória sinuosa: O Museu Paulista e as apropriações da fundação de São Paulo, de Oscar Pereira da SilvaAnais do Museu Paulista. v. 27, p. 1-37. dic. 2019.

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