Entre 1985 y 2018, el área ocupada por vegetación nativa en América del Sur se redujo un 16 % y el terreno destinado a la explotación ganadera, agrícola y a las plantaciones comerciales de árboles aumentó respectivamente un 23 %, un 160 % y un 288 %. Durante esos 34 años, 268 millones de hectáreas, un territorio casi igual al de Argentina, fueron modificados por el hombre. La suma de la extensión de las tierras alteradas en ese período y las que ya habían sido modificadas anteriormente por la actividad humana alcanzó, en 2018, 713 millones de hectáreas, aproximadamente un 40 % de Sudamérica. Estos datos forman parte de un estudio coordinado por la geógrafa boliviana Viviana Zalles, de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, en el que colaboraron investigadores brasileños, y que salió publicado a finales de marzo en la revista Science Advances. “Es como si en los últimos 34 años hubiéramos alterado el uso de la tierra de una superficie promedio equivalente a 21 canchas de fútbol por minuto”, compara Zalles.
La modificación del uso de la tierra significa, por lo general, que se ha talado una superficie cubierta por bosques con la intención de abrir espacio para dar cabida a alguna actividad económica: un establecimiento agrícola, ganadero o alguna obra de infraestructura, por ejemplo. Pero además de la expansión de la agroindustria sobre antiguas zonas ocupadas por vegetación, el estudio descubrió que se alteraron 55 millones de hectáreas de ambientes naturales, aparentemente sin ningún propósito visible. “Esta superficie modificada es mayor que la que ocupa España y representa una pérdida significativa para el funcionamiento del ecosistema sin generar ninguna económica”, comenta la geógrafa. “Es una situación en la todos pierden, tanto desde el punto de vista ambiental como económico”. En el período estudiado, se registró un incremento de un 60 % en el tamaño del área modificada por el hombre. En Brasil, cuyo territorio equivale a casi la mitad de América del Sur, el crecimiento de la extensión de tierras con uso alterado fue el más alto de todo el continente, con un 64 %, y la Amazonia fue el bioma que sufrió el mayor impacto. En Argentina, el segundo mayor país de la región en cuanto a superficie, la cantidad de tierras con uso modificado aumentó solamente un 23 % en el mismo período.
Para evaluar los cambios causados por el hombre en el uso y ocupación de la tierra, en particular, en cuanto a la cobertura natural, el grupo de Zalles tomó como punto de partida una gran base de datos que se encuentra públicamente disponible: las imágenes proporcionadas por los satélites Landsat, un programa conjunto de la Nasa, la agencia espacial estadounidense, y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Esta iniciativa, en funcionamiento desde 1972, tiene como objetivo la observación de la superficie terrestre a partir de satélites con cámaras. El estudio utilizó los datos disponibles desde 1985, el primer año completo en que América del Sur fue monitoreada por un satélite de la familia Landsat con una resolución espacial de 30 metros. Los investigadores seleccionaron imágenes aleatorias de mil tramos del continente y registraron a qué finalidad se destinaban las áreas de esa muestra en cada uno de los 34 años cubiertos por el estudio. A partir de los registros y tendencias de esos sectores, la dinámica de alteraciones en el uso de la suelo se calculó para toda Sudamérica, un trabajo para el cual Brasil proporcionó un aporte importante: para la validación de las observaciones en las que se basa el estudio, se utilizaron los datos producidos por el Proyecto de Mapeo Anual de la Cobertura y el Uso del Suelo en Brasil (MapBiomas), una iniciativa de la organización no gubernamental (ONG) Observatório do Clima, y por el Laboratorio de Procesamiento de Imágenes y Geoprocesamiento (Lapig), de la Universidad Federal de Goiás (UFG). Uno de los coautores del artículo, el geólogo Laerte Guimarães Ferreira, de la UFG, explica que los datos obtenidos por Zalles a partir de mil imágenes de muestra del Landsat, fueron cotejados con más de 85.000 puntos de muestreo proporcionados por el Lapig. Al comparar ambos conjuntos de datos, observamos que las estimaciones de uso del suelo para Brasil presentaban dinámicas de transformación muy similares, que corroboran la precisión de los resultados publicados”, dice Guimarães Ferreira. El geógrafo Marcos Rosa, coordinador técnico del MapBiomas, que no forma parte del equipo que firma el artículo científico, también pondera el método empleado en el estudio. “Los investigadores elaboraron una estadística de alteraciones en el uso del suelo a partir de esas mil muestras”, explica Rosa. “Es un método simplificado que dio gran resultado para estimar los cambios y la pérdida de vegetación en todo América del Sur”.
Commodities agrícolas
La producción de commodities agrícolas cumple un papel crucial en los cambios en el uso del suelo que se observan en Sudamérica. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 1985, el primer año del estudio, América del Sur concentraba la cuarta parte de la producción mundial de soja. Para 2018, el último año registrado por el equipo de Zalles, la producción de esta leguminosa en el continente ya era más de la mitad del total mundial. También es la región que posee el mayor hato de ganado bovino, lo que demanda más campos de pasturas. Algunos investigadores sostienen que es posible expandir la industria agropecuaria en Brasil sin generar deforestación. Sin embargo, los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), indican que no es eso lo que ha ocurrido. Entre 2000 y 2018, la superficie agrícola del país aumentó un 45 % y la de pastoreo con manejo, un 27 %. En el mismo período, según el IBGE, la superficie cubierta por bosques se redujo casi un 8 % y la de vegetación de pradera, un 10 %.
Para Zalles, el ritmo de disminución del territorio ocupado por esos biomas es preocupante, especialmente porque países como Brasil, no han mantenido una continuidad en cuanto a políticas efectivas de preservación del medio ambiente que se ponían en práctica hasta hace poco tiempo. “El descenso de las tasas de deforestación registrado en Brasil entre 2004 y 2012 fue un ejemplo para otros países”, dice la investigadora. “No obstante, para poder preservar realmente las selvas y otros biomas naturales, este progreso debe ser continuo y sostenido”.
Artículo científico
ZALLES, V. et al. Rapid expansion of human impact on natural land in South America since 1985. Science Advances. 31 mar. 2021.