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URBANISMO

Mucho más que una capital de monumentos

Documentos hallados recientemente revelan que la construcción de la ciudad de Brasilia y su entorno podría haber tomado otros caminos

Perspectivas de una unidad rural: algunos de los documentos que se encontraron versan sobre los proyectos para el abastecimiento de Brasilia

Archivo Nacional

Un monumento al modernismo arquitectónico, la concreción de un proyecto político, una ciudad hostil a los peatones. Hay varias maneras de clasificar a Brasilia. En casi todas, se destaca un trío de nombres indisociablemente ligados a la Capital Federal de Brasil: los arquitectos Oscar Niemeyer (1907-2012) y Lucio Costa (1902-1998) y el presidente Juscelino Kubitschek (1902-1976). Este último comprometió todo el peso de su capital político para la construcción de la ciudad, garantizando que la idea pudiera concretarse. Costa resultó el ganador del concurso de elección del proyecto para la región central de Brasilia, el llamado Plan Piloto. Niemeyer, por su parte, diseñó varios de los edificios que le dan su impronta al paisaje del centro administrativo del país. La historia de la rápida ocupación de un terreno cuadrangular en pleno Cerrado, la sabana tropical brasileña, contiene nuevos detalles y conflictos que ahora empiezan a salir a la luz. El hallazgo reciente de documentos, en diferentes archivos, ha aportado nuevas perspectivas sobre la capital construida en tiempo récord en la Meseta Central brasileña entre 1957 y 1960. A más de medio siglo de su inauguración, la metrópolis atraviesa un amplio proceso de reinterpretación y relectura, según la arquitecta Maria Fernanda Derntl, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Brasilia (FAU-UnB).

El nuevo material encontrado es heterogéneo. Incluye tableros con los planos de amplias zonas del Distrito Federal (DF), conservados en el Archivo Nacional de Río de Janeiro, y discretos bocetos de la Plaza de los Tres Poderes, realizados por Niemeyer en la anteportada de una edición de La Guerra y la Paz, del escritor ruso León Tolstói (1828-1910). El libro fue hallado por los arquitectos Rafael Urano Frajndlich, de la Facultad de Ingeniería Civil, Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Campinas (Unicamp), y Alexandre Benoit, de la facultad de arquitectura Escola da Cidade, de São Paulo, mezclado con otros materiales de archivo en la biblioteca de la Fundación Oscar Niemeyer de Río de Janeiro.

Archivo Público del Distrito FederalObreros trabajando en la construcción de la cúpula del edificio del Senado FederalArchivo Público del Distrito Federal

Unidades Rurales
Los planos territoriales hallados por Derntl revelan que la planificación urbanística de la nueva capital iba más allá de su vertiente monumental y de su famoso centro, el Plan Piloto. “Se están encontrando muchos documentos en el Archivo Nacional. Se trata de los proyectos de abastecimiento de Brasilia, así como de sus zonas industriales y ciudades satélites. Es una numerosa serie de tableros de gran tamaño”, comenta Derntl. “En general, la investigación sobre la capital se realiza en el propio archivo de la ciudad, que es excelente y su digitalización está avanzada. Pero también hubo una colaboración entre Novacap [Companía Urbanizadora de la Nueva Capital, la empresa estatal responsable de la construcción de Brasilia] y el Consejo Coordinador del Abastecimiento, que está directamente subordinado al gobierno federal. Los documentos que lo registran quedaron en Río de Janeiro.

Derntl coordina el grupo de investigación Capital y Periferia, en la FAU-UnB. Su propósito es ampliar la atención más allá del Plan Piloto, que concentra la mayor parte del interés de los historiadores y urbanistas. “Una de las críticas principales que ha suscitado Brasilia, desde el inicio de su construcción, cuestionaba la falta de planificación regional: estaba el plan de Lúcio Costa para el área central, pero el resto del territorio no preveía ese tipo de organización. Las ciudades satélites están consideradas como una alteración del Plan Piloto. Pero esa no es toda la historia”, dice. “De hecho, no había una planificación sistemática y metódica, con gente que se encargara permanentemente de coordinarla. Pero estamos encontrando una serie de planos combinados que ponen de manifiesto una preocupación real por el territorio”.

Más allá de las ciudades satélites, lo que llama la atención es la planificación del complejo productor agrícola pensado para abastecer a la nueva capital. Los planos del DF, en sintonía con las ideas de modernidad arquitectónica que caracterizaron a la primera mitad del siglo XX, habían previsto que los alimentos para la nueva metrópolis debían producirse en su entorno inmediato. Se esperaba que un tercio de los obreros que había movilizado su construcción, los llamados candangos, se instalaran posteriormente en las zonas agrícolas del DF, dando comienzo así a una ocupación permanente de la región, hasta entonces escasamente poblada.

“Las comisiones exploradoras enviadas a la Meseta Central desde la década de 1940 se preocuparon con la ocupación del territorio. En el estatuto de Novacap consta que el territorio a cargo era bastante más amplio que el del Plan Piloto. Y el abastecimiento era una de las preocupaciones básicas”, dice Derntl. “La idea preponderante era mantener a la gente en el campo para evitar un crecimiento urbano excesivo. Esos planes tenían en vista el concepto de las comunidades rurales, que incluían algunos diseños que llegaron al nivel de un anteproyecto, con cierto grado de detalle. Las comunidades de los alrededores de Brasilia fueron planificadas con loteos rurales a su alrededor”.

Mario Fontenelle, Archivo Público del Distrito FederalTrabajadores en BrasiliaMario Fontenelle, Archivo Público del Distrito Federal

Los proyectos para el DF, tanto en el marco del Plan Piloto como de su entorno, también contemplaban una dimensión extra: sus creadores pretendían que fueran el primer paso para la planificación territorial y urbana del futuro. “Hubo un propósito de establecer un modelo para todo Brasil, que partía de la idea de que era necesario romper con el pasado y los vicios de las grandes ciudades”, dice Derntl. “Era el modelo de una nueva civilización y los proyectos así lo demuestran. Las comunidades incluían estructuras de apoyo rural, de procesamiento de los alimentos y de gestión, pero también escuela, biblioteca e iglesia”.

La construcción acelerada de una metrópolis con grandes ambiciones arquitectónicas, que movilizó a miles de trabajadores y llamó la atención de la opinión pública mundial, quedaría asociada a la iniciativa individual de Kubitschek, quien había asumido la Presidencia en 1955 y consiguió garantizar que las obras fueran terminadas antes del fin de su mandato, en 1960. En 1975, el entonces expresidente publicó el libro Por que construí Brasília (Bloch Editores). Derntl llama la atención sobre el tono cuasi profético de la obra, en la que Kubitschek se presenta como portador de una aspiración nacional que se remonta a las épocas del Brasil colonial, y de la cual Niemeyer y Costa serían los “intérpretes”.

“En el vínculo tradicional entre los poderosos y sus arquitectos había abundante comunicación personal, como cartas, por ejemplo. Pero en el caso de Brasilia prácticamente no hallamos ese tipo de material, dice Frajndlich. “Entonces tuvimos que modificar las bases metodológicas del trabajo y recurrir a fuentes más variadas. Hemos recurrido bastante, por ejemplo, a los comunicados y otros documentos oficiales de Niemeyer, Kubitschek y Novacap”. Según Frajndlich, el uso de ese tipo de fuentes, así como las noticias de los periódicos e incluso los bocetos olvidados de Niemeyer hacen posible una nueva perspectiva sobre la historia de las relaciones entre la arquitectura y el Estado”.

Uno de los resultados es que morigera la imagen que se tenía de JK como alguien que ejercía un poder cuasi autocrático sobre los destinos de las obras en Brasilia. “Se necesitó mucha astucia política para hacer valer los intereses del presidente. Por ejemplo, la aprobación de la iniciativa en el Congreso, en 1956, fue una tarea muy difícil. También fue necesaria la creación de un ente autárquico: Novacap. Durante la campaña presidencial, JK  despistaba al respecto de su anhelo de emprender la obra, pero cuando finalmente tomó la decisión de ponerla en marcha, tuvo que hacer un enorme trabajo que movilizó a muchos actores políticos”.

Revista Brasília Ano I Nº 4 / Archivo Público del Distrito FederalAl lado, JK (a la izq.) junto a Lúcio Costa, en la única visita que el arquitecto realizó durante la construcción de la nueva capital, en 1957.Revista Brasília Ano I Nº 4 / Archivo Público del Distrito Federal

Antes de poder hacer realidad la ciudad de Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, había que dejar de lado el proyecto que ya se había llevado a cabo a las órdenes del mariscal José Pessoa Cavalcanti de Albuquerque (1885-1959). Desde 1956, Pessoa estaba a cargo de la Comisión de Planificación para la Construcción y Reubicación de la Capital Federal, sucesora de la Comisión de Emplazamiento de la Nueva Capital, que también había sido presidida por el mariscal, desde 1954. El traslado del centro político del país a una ubicación en la Meseta Central venía siendo promovido desde los años de la Primera República: entre 1892 y 1896, dos expediciones al mando del ingeniero belga Louis Cruis (1848-1908) habían explorado la región. La Constitución de 1946 reafirmó la intención de trasladar la sede del poder, para lo que se impuso un plazo de 60 días para dar comienzo a los estudios. De hecho, el presidente Eurico Gaspar Dutra (1883-1974), creó ese mismo año la Comisión de Emplazamiento, al mando del general Djalma Polli Coelho (1892-1954), jefe del Servicio Geográfico del Ejército. Fue el equipo de Pessoa el que escogió el sitio en el cual se construiría la ciudad, a partir del Relatório técnico sobre a nova capital da República [Informe técnico para la nueva capital de la República], que se hizo conocido como el Relatório Belcher [Informe Belcher], que fuera publicado en 1956 con base en estudios realizados en los dos años previos, contratados por el antecesor de Pessoa, el general Aguinaldo Caiado de Castro (1899-1963). El mariscal también llegó a presentar una planificación urbana e incluso un nombre tentativo para la ciudad: “Vera Cruz”.

“El mariscal era una figura prestigiosa, que organizó los preparativos para la nueva capital, creó la oficina de las comisiones y tenía claro a quiénes quería convocar, empezando por el arquitecto franco-suizo Le Corbusier (1887-1965). El material de archivo permite entender mejor cómo fueron siendo desarticulados los proyectos de Pessoa, poco a poco, por los círculos vinculados al modernismo y, por lo tanto, a Juscelino Kubitschek”, resume Frajndlich, añadiendo que, mediados del siglo XX, tuvo la particularidad de ser un momento de la historia en que los arquitectos disponían de cierto poder político. “Los periódicos brindaban cobertura a los proyectos arquitectónicos, por ejemplo. Y eso se refleja en la forma en que prevaleció la Brasilia que hoy conocemos”.

La documentación que se está revisando también revela que, incluso antes del proyecto de la nueva capital, en obras tales como la del Hotel Tijuco, en el municipio de Diamantina (la ciudad natal de JK), y la del conjunto de monumentos arquitectónicos de Pampulha, en Belo Horizonte, ambas en el estado de Minas Gerais, había cierta proximidad entre el grupo político de JK y los arquitectos más pujantes del modernismo brasileño, entre ellos, Niemeyer y Costa, pero también Affonso Reidy (1909-1964) y Roberto Burle Marx (1909-1994). “Lo que también se ha descubierto es que los círculos políticos de Kubitschek y los círculos intelectuales, artísticos y arquitectónicos de la época tenían puntos de contacto. Había una comunicación indirecta”, sintetiza.

Según Frajndlich, en el caso de Diamantina “puede deducirse, a partir de los documentos, cómo el Iphan [Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional] daba forma a los deseos de JK, por entonces gobernador de Minas Gerais, de modernizar y, al mismo tiempo, mantener la ciudad preservada”. El investigador dice que los pequeños edificios proyectados por Niemeyer dentro del perímetro histórico del municipio expresan ese correlato entre la modernización y la preservación.

Archivo Público del Distrito FederalEn un registro fotográfico tomado tres años después en el mismo lugar, pueden verse las primeras viviendas de CandangolândiaArchivo Público del Distrito Federal

Moderna y tradicional
La relación entre la preservación y la modernización no tiene validez en el caso de Brasilia, que fue construida en un espacio virtualmente vacío. Las ciudades brasileñas más antiguas se edificaron en torno a una plaza con una iglesia. En cambio, Brasilia rompe con esa estructura: la Plaza de los Tres Poderes, el corazón del centro cívico, alberga al Congreso, al Supremo Tribunal Federal y al Palacio del Planalto [La sede del Poder Ejecutivo]. El pliego del concurso que se adjudicó Lúcio Costa no contemplaba una iglesia en ese espacio.

No obstante, en los bocetos de Niemeyer, ese templo fue incluido fugazmente. Esta es una de las curiosidades de los bosquejos preliminares hallados en el ejemplar de La Guerra y la Paz. En el interior de la Plaza de los Tres Poderes está presente la figura de un pequeño templo en forma de concha, que posteriormente, en un croquis de 1957, ya no está presente. “Nunca sabremos con certeza cuán seria fue la intención de construir una iglesia allí”, comenta Frajndlich. “Lúcio Costa fue enfático al declarar que la iglesia tendría que erigirse fuera de la Plaza de los Tres Poderes, porque en Brasil, la religión está disociada del Estado. De hecho, la catedral se construyó en el eje monumental. Los proyectos que no resultaron ganadores tampoco incluían una iglesia en la plaza. Pero Niemeyer dibujó esa capilla. Sospechamos que podrían existir otros dibujos más desarrollados, pero todavía los estamos buscando”.

Frajndlich supone que una de las posibles razones para incluir la iglesia en la plaza sería un gesto que no es inusual en el modernismo: “algo pequeño, pero que aun así representaría una nueva fundación”, dice el investigador de la Unicamp. “Una plaza con una iglesia catedral en el centro de Brasilia sería una especie de nueva fundación de Brasil, así como la iglesia de Pampulha es, en cierto modo, una suerte de refundación de Belo Horizonte”, compara.

La condición de Brasilia como un hito de la modernidad o de la modernización es algo que la ha acompañado a lo largo de su trayectoria

De la apología a la crítica
La condición de Brasilia como hito de la modernidad o de modernización la ha acompañado a lo largo de toda su historia, tanto positiva como negativamente. Según Derntl, en las décadas de 1950 y 1960, la ciudad suscitaba un discurso de alto tono apologético. El Plan Piloto había sido entronizado como el cénit de la modernidad y a sus creadores eran considerados como genios sin igual. En los primeros años de la dictadura militar (1964-1985), la capital se convirtió, en palabras del historiador francés Laurent Vidal, en un “tema tabú” para las ciencias sociales, ya que su imagen quedó asociada al período de excepción.

La profesora de la UnB señala que es posible matizar ambas valoraciones. En 1960, algunos de los paradigmas modernistas que encarnaba Brasilia ya presentaban cierto agotamiento, lo que convertía a la nueva metrópolis brasileña en algo así como “el canto del cisne” de una etapa de modernismo. En lo atinente a la genialidad de Costa y Niemeyer, Derntl afirma que sus creaciones, si bien denotan gran inventiva, se regían por principios compartidos no solo con los proyectos que resultaron derrotados en el concurso de 1956/57, sino también con algunos de los conceptos para Vera Cruz esbozados por las comisiones encabezadas por el mariscal Pessoa.

© Oscar Niemeyer / Autvis, 2022Bocetos de la Plaza de los Tres Poderes, realizados por Niemeyer en la anteportada de una edición de La Guerra y la Paz, de Tolstói© Oscar Niemeyer / Autvis, 2022

En la década de 1970, se realizaron estudios críticos sobre la capital, que sacaron a relucir las contradicciones presentes en su construcción. En la década de 1980, en la edición en inglés del libro intitulado A cidade modernista [La ciudad modernista] (Companhia das Letras, 1993), de James Holston, Brasilia se describe como un lugar inhóspito, hostil al peatón y a la escala humana. La nueva ciudad de la Meseta Central se erige en un símbolo de los excesos y errores de un modernismo que habría intentado hacer tabla rasa de todo lo que se había acumulado.

Según Derntl, la reinterpretación más reciente de Brasilia abreva en las investigaciones que, en las últimas dos décadas, han ampliado el espectro de interés para “incorporar la ciudad vivenciada”. Estudios recopilados en un dossier sobre la capital, publicado por la revista Urbana en 2018, analizan elementos de la vida en la metrópolis a través de lenguajes tales como el grafiti, la fotografía y el cine. Se revelan realidades que trascienden la monumentalidad arquitectónica, gracias a la cual Brasilia fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en 1987, como patrimonio cultural de la humanidad. “Hoy podemos orientar la mirada sobre esta metrópolis brasileña más allá de los protagonistas de su construcción”, dice la investigadora.

Proyectos
Horizontes políticos y arquitectónicos: Niemeyer y Kubitschek 1940-1961 (n° 16/13340-2); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Investigador responsable Rafael Augusto Urano de Carvalho Frajndlich (FEC-UNICAMP); Inversión R$ 15.086,45

Artículos científicos
DERNTL, M. F. Dos espaços modernistas aos lugares da comunidade: memórias da construção das cidades-satélites de BrasíliaRevista Resgate. v. 27, n. 1, p. 11-34. ene./jun. 2019.
DERNTL, M. F. Brasília e suas unidades rurais: planos e projetos para o território do Distrito Federal entre fins da década de 1950 e início da década de 1960Anais do Museu Paulista. v. 28, p. 1-32. 2020.
FRAJNDLICH, R. A. U. C. y BENOIT, A. H. Guerra e Paz: Os debates sobre a construção do centro cívico em BrasíliaRevista de Pesquisa em Arquitetura e Urbanismo. v. 19, p. 1-20. 2021.
FRAJNDLICH, R. A. U. C. y BENOIT, A. H. A extinta pureza: a igreja da Pampulha e as capelas de Ouro Preto (Brasil)Oculum Ensaios. v. 16, n. 2, p. 291-310. 29 may. 2019.
SEGAWA, H. Brasília: a pátina do futuroRevista Urbana. v. 10, n. 3, p. 430-74. 15 mar. 2019.

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