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Museos etnográficos resignifican su patrimonio

Instituciones entablan diálogos con pueblos indígenas para darles un nuevo sentido a sus colecciones

Pieza arqueológica indígena de la reserva técnica del Museo Paraense Emílio Goeldi: la institución apuesta a estrategias para ampliar el acceso a su colección

Irene Almeida / Revista Pesquisa FAPESP

Con el impulso brindado por el avance del conocimiento científico y el diálogo con los movimientos sociales, los comienzos del siglo XXI han marcado un momento de transformación también en la gestión de las colecciones etnográficas. Creadas en el período colonial, a menudo con piezas saqueadas o sustraídas sin consentimiento, las colecciones de estos museos han pasado a considerarse como patrimonio de todos. Este cambio de perspectiva ha llevado a las instituciones a repensar sus formatos curatoriales, a la vez que han identificado nuevos significados para estos objetos.

Desde hace alrededor de tres décadas, la museóloga Marília Xavier Cury, del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE-USP), trabaja con colecciones etnográficas, pero solo en los últimos años ha desarrollado estrategias para organizar muestras y colecciones. “En este momento ya no se habla de los pueblos indígenas, sino que se entabla un diálogo con ellos para que ellos mismos realicen la curaduría hablando por sí mismos”, explica.

Ader Gotardo / MAE-USPRopa tradicional utilizada por las parteras káingangs que forma parte de la colección del MAE-USPAder Gotardo / MAE-USP

Xavier Cury no considera que el aspecto colonialista en la conformación de las colecciones del MAE sea motivo para despreciarlas, pero sostiene que es necesario diagramar nuevas estrategias tendientes a trabajar con ese material. Un ejemplo de ello fue el desarrollo de la exposición Resistência já – Fortalecimento e união de culturas indígenas [Resistencia ya – Consolidación y unión de las culturas nativas], inaugurada en 2019 y elaborada mediante una colaboración entre el MAE y grupos aborígenes káingangs, guaraníes nhandewa y terena, del centro-oeste del estado de São Paulo.

Durante el proceso curatorial, representantes de estos tres pueblos tuvieron acceso a la reserva técnica del MAE para conocer las piezas recolectadas entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, y se encargaron de seleccionar los objetos, vestimentas y fotografías expuestos. “Durante el desarrollo de ese trabajo, una representante káingang –Dirce Jorge– examinó una pieza que la etnografía había identificado como una camisola sin mangas y nos contó que se trataba de un vestido tradicional, usado por las parteras de su pueblo”, relata Xavier Cury. “Las soluciones conjuntas y el diálogo con los pueblos indígenas habilitan una reclasificación y la búsqueda de sentidos más amplios, que les aportan vida a los objetos y humanizan las colecciones”, destaca, recordando que la colección arqueológica y etnográfica del MAE, que abarca, además de Brasil, culturas de América y de Medio Oriente desde antes del siglo XVI, cobró protagonismo en la escena nacional tras el incendio del Museo Nacional, en 2018.

Ciete SilvérioPintura de Daiara Tukano, de la exposición Ñe’ẽ Porã: Memória e transformação, del Museo de la Lengua PortuguesaCiete Silvério

Una de las referencias para la transformación de la mirada sobre la colección del MAE fueron los movimientos indígenas organizados en Canadá en la década 1980 por la Asamblea de las Naciones Originarias, que se unieron a la Asociación Canadiense de Museos para publicar, en 1994, el documento Turning the page con orientaciones prácticas sobre el tratamiento de las colecciones indígenas. Otro ejemplo es la Ley de Protección y Repatriación de Tumbas de Nativos Americanos (Nagpra, por sus siglas en inglés), que también cambió la relación de los museos de Estados Unidos con los pueblos indígenas. “Los museos constituyen espacios privilegiados para acercar los debates académicos al público masivo, rompiendo con los circuitos teóricos”, sostiene la investigadora.

En busca de mejores estrategias para socializar la colección, la arqueóloga y curadora Helena Pinto Lima, del Museo Paraense Emílio Goeldi, comenta que la institución ha invitado a grupos de estudiantes, pueblos indígenas y artistas locales a trabajar mancomunados con la colección, dentro de la reserva técnica, que puede visitarse. “Mediante esta práctica, nuestra reserva técnica se ha convertido en una referencia para los artistas, con quienes hemos desarrollado un trabajo de producción de réplicas artesanales de piezas arqueológicas”, dice. Según ella, las réplicas circulan en grupos de estudio y escuelas, fomentando la difusión de conocimiento, tanto arqueológico como sobre las artesanías de la región.

Luisa DörrEstatuas que sobrevivieron al incendio del Museo Nacional: la institución está reconstruyendo sus colecciones mediante nuevos abordajesLuisa Dörr

Pinto Lima considera que el proceso de interiorización de las universidades federales brasileñas a partir de 2003 fue el punto de partida de este cambio de perspectiva, ya que les permitió a los pueblos tradicionales pasar a ocupar de forma más efectiva los espacios de producción del conocimiento, lo que ha motivado su transformación. Según ella, el movimiento ha influido en la Sociedad Brasileña de Arqueología, que en noviembre celebró un encuentro con educadores, museólogos y arqueólogos en Belém, estado de Pará, para repensar las políticas referentes a las colecciones.

A su vez, el Museo de la Lengua Portuguesa (MLP), merced al diálogo con 50 profesionales indígenas, acaba de inaugurar la exposición Ñe’ẽ Porã: Memória e transformação, sobre la complejidad del idioma portugués y con el objetivo de brindar información sobre 274 lenguas indígenas habladas por individuos pertenecientes a 305 etnias que habitan en Brasil. “Aunque la mayoría de los brasileños piensa que vive en un país monolingüe, somos multilingües. Se estima que antes de la llegada de los portugueses había unos 5 millones de hablantes de aproximadamente 1.000 lenguas. Muchas de ellas se han perdido y, hoy en día, unos 40 idiomas corren riesgo de desaparecer”, explica Isa Grinspum Ferraz, curadora especial del MLP.

Carlos Stein / VivafotoAmordaçada, obra litográfica de Paulo Chimendes que forma parte de la colección del Margs. El museo está ampliando su colección de obras producidas por artistas negrosCarlos Stein / Vivafoto

En busca de diversidad
Los espacios de arte también están repensar sus estrategias curatoriales, tal como es el caso del Museo de Arte de Rio Grande do Sul (Margs), el cual, a través de un trabajo de revisión crítica de sus colecciones, constituidas en el transcurso de siete décadas, ha identificado que, de los más de 1.000 artistas plásticos cuyas obras están presentes en su colección, menos de tres decenas son negros: 134 de las más de 5.500 obras de la colección.

“Las colecciones legitiman y jerarquizan los valores y narrativas vigentes en una historia del arte que atraviesa un proceso de revisión crítica, reexaminando las bases eurocéntricas y colonizadoras que cimentaron su constitución”, dice Francisco Dalcol, director curador de la institución. Como parte de este movimiento, el Margs ha profundizado en los últimos años la reflexión sobre las exclusiones y los silenciamientos. En este momento está adquiriendo un conjunto de obras de artistas negros. “Es el comienzo de un proceso. Hay mucho por hacer”, reflexiona Dalcol. El Margs, cuya creación se remonta a 1954, cuenta con una colección compuesta por pinturas, esculturas, grabados, cerámicas, dibujos, arte textil, fotografías, instalaciones y arte digital, entre otros ítems. Algunos de sus cuadros más conocidos son A dama de branco (1906) [La dama de blanco], del pintor y decorador Arthur Timótheo da Costa (1882-1922), y Almofada amarela (1923) [Almohadón amarillo], del pintor Leopoldo Gotuzzo (1887-1983). “El conjunto abarca producciones regidas por modelos académicos europeos, pasando por rupturas de manifestaciones modernistas hasta llegar a la pluralidad de despliegues operados por las prácticas artísticas contemporáneas”, informa Dalcol.

Proyecto
Recolectar, identificar, procesar, difundir. El ciclo curatorial y la producción del conocimiento (nº 17/07366-1); Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Ana Gonçalves Magalhães (USP); Inversión R$ 5.155.874,10.

Artículos científicos
CARVALHO, V. et al. Curadoria em museus de históriaAnais do Museu Paulista. v. 29. 2021.
CARVALHO, V. C. Cinderelas, bailarinas e a vida longa das galanterias. Anais do Museu Paulista. v. 27. 2019.
DUARTE, L. F. D. O Museu Nacional: Ciência e educação numa história institucional brasileira. Horizontes Antropológicos. Online. v. 25. 2019.
DUARTE, L. F. D. Um novo centenário para o Brasil e seu Museu Nacional. Anais do Museu Paulista. v. 30. 2022.
CURY, M. X. As coleções kaingang, guarani nhandewa e terena: Percurso documental, requalificação e colaboração. Anais do Museu Paulista. v. 29. 2021.
CURY, M. X. Política de gestão de coleções: Curadoria indígena, processo colaborativo e museu universitário. Revista CPC (USP). v. 15. 2021.
MARINS, P. C. G. Uma personagem por sua roupa: O gibão como representação do bandeirante paulistaTempo. Online. v. 26, p. 404-29; 2020.

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