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Zoología

Navíos inesperados

Los misterios de las carabelas portuguesas desafían a médicos y biólogos

ALVARO E. MIGOTTOMucha gente que fue a festejar la entrada de 2008 en la costa paulista tuvo que cambiar la playa por las guardias de los hospitales para tratarse las ronchas causadas por unas ampollas flotantes repletas de tentáculos. Los periódicos inmediatamente informaron una invasión de medusas, dando inicio a un alarmismo que se diseminó por el país. No hubo una invasión ni eran aguas vivas, los expertos lo niegan.

Eran carabelas portuguesas, colonias que también incluyen a aguas vivas. La parte inflada, el flotador, es la base de la colonia. De ese individuo brotan todos los otros, los zooides, con formas tan bellas y diversas que el conjunto se asemeja a una carroza alegórica del Carnaval. El zooide parecido a un sacacorchos es el tentáculo principal que, estirado puede alcanzar presas o bañistas a 20 metros de distancia. Al vérselo de cerca aparecen innumerables cuentas ovaladas bordean una membrana casi transparente plegada a punto tal de recordar a los volantes que adornaban a los nobles de la Corte francesa en el siglo XVI. Cada una de esas cuentas abriga de centenares a millares de minúsculas cápsulas de veneno, los nematocistos. Más numerosos, los tentáculos delicados parecidos a hilos de perlas forman una cortina de nematocistos que inmovilizan y matan a los peces que pasen cerca, consumidos luego por los gastrozooides, hilos rizados con una boca amarilla en la punta. En el medio de esa multitud se esconden los reproductores de la colonia, en un aglomerado que parece una coliflor.

ALVARO E. MIGOTTOEstas carrozas alegóricas viajan mar afuera cargadas por vientos y corrientes marinas, y por una conjunción de casualidades a veces forman escuadras y arriban a playas llenas de gente. El médico Vidal Haddad Júnior es enfático: no hubo invasión. Docente de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Botucatú y responsable del Instituto Butantan por la atención a víctimas de accidentes con animales acuáticos, Haddad explica que la densidad de carabelas aumentó solamente en algunas playas paulistas, como Praia Grande y Mongaguá, y es un acontecimiento periódico normal.  Para Haddad, el problema fue humano, no zoológico. Traídas por una corriente oceánica, las flotillas de carabelas llegaron a playas abarrotadas, por lo que los encuentros eran inevitables. Aun así, los accidentes fueron pocos ante el número de personas que llenaban la región. El médico estableció su base en Praia Grande, donde en medio de un millón de bañistas registró alrededor de 300 accidentes. Ahora sabemos que un 99% de ellos no fue grave, pues no causaron más que una irritación superficial de la piel, dice Haddad. Solamente en casos raros el efecto tóxico del veneno de los nematocistos provoca consecuencias graves, como arritmia cardiaca y paro respiratorio.

El alarmismo no era justificado, pero rindió sus frutos. Recogimos todas las fichas de atención clínica de Praia Grande. Fue la primera vez que una serie de accidentes tuvo un seguimiento y se la documentó en detalle, comenta Haddad, quien está analizando los datos para publicarlos pronto. Él espera estandarizar la atención y beneficiar también áreas donde los reclamos son menos frecuentes, como el nordeste brasileño.

Quien frecuenta playas nordestinas no se asusta con las flotillas de carabelas traídas del sudeste atlántico por los vientos alisios. Aun así, los accidentes son por allá menos comunes que en el sudeste, donde las carrozas flotantes son apariciones esporádicas. Para entender por qué, los zoólogos Juliana Bardi y Antonio Carlos Marques, de la Universidad de São Paulo, examinaron ejemplares recolectados a lo largo de más de tres mil kilómetros de la costa ?de Ceará hasta São Paulo. No encontraron diferencias.

ALVARO E. MIGOTTOEl largo y la cantidad de los tentáculos de las carabelas, además de la densidad y distribución de los nematocistos, son semejantes en cualquier playa brasileña. La disparidad de accidentes sigue sin explicación. Pero el misterio no acaba ahí. Hasta hace poco nadie había investigado cuál de las dos especies conocidas de carabelas, Physalia physalis y P. utriculus, frecuenta nuestras playas. Son reconocidas por los tentáculos principales, aquellos en forma de sacacorchos: las utriculus sólo tienen uno, mientras que las physalis traen siempre más. Marques y Juliana identificaron las especies brasileñas como P. physalis. Las conclusiones, como así también la descripción detallada de la especie, fueron publicadas en diciembre en la revista Iheringia, especializada en zoología.

Además de identificar la especie brasileña, Marques pone en dudas la clasificación tradicional. Cuando joven, physalis también puede tener sólo un tentáculo, explica. A lo largo de su desarrollo, la colonia va aumentando y más tentáculos surgen. En su opinión, lo que es tradicionalmente reconocido como dos especies distintas no pasa a decir verdad de fases de la vida de una misma especie.

No toque las carabelas portuguesas, ellas tienen veneno hasta en el flotador. En rarísimos casos esas toxinas pueden causar arritmia cardiaca e insuficiencia respiratoria. En accidentes normales basta aplicar agua del mar o hielo y vinagre.

El proyecto
Biodiversidad, evolución, endemismo y conservación de los medusozoa del Atlántico sudoriental; Modalidad Proyecto Temático; Coordinador Antonio Carlos Marques – USP; Inversión 570.194,96 reales

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