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FINANCIACIÓN

El valor de las donaciones

Las universidades comienzan a invertir los recursos aportados por ex alumnos y empresarios

Nelson ProvaziLas donaciones efectuadas por ex alumnos, empresarios o filántropos son fundamentales para el mantenimiento de las principales universidades de investigación del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, hasta un 40% del presupuesto de instituciones tales como la universidad Harvard o el Massachusetts Institute of Technology (MIT) proviene de los denominados endowment funds, compuestos por fondos de inversión aportados por grandes donadores cuyo rendimiento se invierte en investigación, infraestructura y becas. En Brasil, ese modelo de financiación, si bien todavía es poco utilizado, comienza a dar señales de vitalidad. Al menos ocho universidades e instituciones de investigación están creando fondos de ese tipo, volcados a complementar las fuentes tradicionales de recursos destinados a la educación y la investigación. El principal ejemplo brasileño lo constituye la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP), que instauró dos fondos endowment en los últimos tres años: Amigos de la Poli, con un patrimonio de 5 millones de reales, y Endowment de la Poli, con 800 mil reales.

Hoy en día se discute la posibilidad de unificar ambos fondos en una misma estructura. “Los dos nacieron con el propósito de servir a la Poli. La diferencia radica en la forma en que cada uno fue concebido”, explica Vahan Agopyan, vicerrector de la USP y miembro del consejo de Amigos de la Poli. Endowment de la Poli surgió de un proyecto del centro de estudiantes de la facultad y está generado por la dirección de la escuela en colaboración con los alumnos y con la Asociación de Ingenieros Politécnicos, que agrupa a ex alumnos. En tanto, Amigos da Poli se creó y es administrado por un grupo de ex alumnos, entre los cuales figuran empresarios y ejecutivos que se graduaron en la facultad, como son los casos de Roberto Setubal, de Itaú Unibanco, Rubens Ometto, de Cosan, y Pedro Wongtschowski, ex presidente de Ultrapar y miembro del consejo de la empresa. Éste último, por cierto, fue quien hizo la primera donación, aportando el capital inicial para formalizar el montaje del fondo. “El brasileño no posee el hábito de reconocer la importancia de su educación. En tanto, en la Poli, algunos de los individuos que egresan de allí mantienen un fuerte vínculo emocional con la escuela”, dice el empresario, quien se recibió como ingeniero químico, con máster y doctorado en la Poli-Usp y hoy preside el consejo de Amigos de la Poli. “No fue casual que esta primera experiencia con endowment  ocurriera allí”.

Uno de los primeros beneficiarios de esa clase de donación en el país fue Keep Flying, un equipo de aerodiseño integrado por alumnos de la Poli-USP en 2003, quienes lograron adquirir dos nuevas computadoras con alta capacidad de procesamiento de datos. “Necesitábamos dar un salto de calidad”, dice Victor Pinheiro Rosa, alumno de tercer año de ingeniería en telecomunicaciones y miembro del equipo. En 2013, Keep Flying resultó elegido en la selección realizada por intermedio del primer concurso lanzado por Amigos de la Poli y recibió 30 mil reales, de los cuales alrededor de la mitad se utilizó para la adquisición de las computadoras. “Con ellas, pasamos a realizar cálculos con más rapidez y pudimos proyectar aeronaves con mayor eficiencia y agilidad. También desarrollamos algoritmos y software de evaluación del desempeño”, comenta el estudiante. Si el dinero fuera proveniente del presupuesto de la Poli, que es la principal patrocinadora del grupo, la compra del equipamiento tendría que sortear una licitación, que es una exigencia de los estatutos de la universidad. “Eso nos obligaría a pasar por un proceso mucho más lento para adquirir máquinas más baratas y, probablemente, de inferior calidad”, dice Rosa.

Proyectos patrocinados por Amigos de la Poli: la exposición Centrolugar, en el Museo de la Ciudad, en São Paulo...

Léo RamosProyectos patrocinados por Amigos de la Poli: la exposición Centrolugar, en el Museo de la Ciudad, en São Paulo…Léo Ramos

Amigos de la Poli también colaboró para impulsar actividades realizadas por APE, un grupo de estudios en movilidad urbana conformado por alumnos de la escuela, de otras unidades de la USP y de otras universidades. El equipo recibió 25 mil reales del fondo, lo cual permitió a sus miembros participar en congresos, promover conferencias y debates, así como la organización de talleres y audiencias públicas en municipios del interior del estado. También se pudo montar una exposición sobre nuevas propuestas para el espacio urbano de la capital, con la colaboración del Museo de la Ciudad de São Paulo. “Todo eso fue posible gracias al apoyo del fondo endowment”, dice Mateus Humberto Andrade, alumno de sexto año de ingeniería civil y arquitectura de la USP y miembro del APE. “El fondo no sólo potencia las actividades, sino que también torna viables a aquéllas que dependen de mayores inversiones, contribuyendo así a  la capacitación de los estudiantes involucrados y del público que es objeto de nuestros estudios”, dice Andrade.

Por ahora, la prioridad ha sido brindar apoyo a proyectos que no han tenido facilidad para lograr financiación por las vías tradicionales, como lo son las agencias de fomento. “Los grandes frutos solamente llegarán dentro de 10 ó 20 años. Es algo que hicimos para el politécnico del futuro”, dice José Roberto Cardoso, ex director de la Poli-USP y de Endowment de la Poli. Según Vahan Agopyan, quien también dirigió la Politécnica entre 2002 y 2005, el endowment actuará como complemento de las agencias de fomento. “Mediante los recursos del fondo, podremos solventar proyectos de investigación de riesgo o traer investigadores del exterior”, subraya Agopyan.

A diferencia de una donación tradicional, que prevé la destinación directa del recurso a la refacción de un laboratorio o la construcción de una biblioteca, los fondos endowment apuntan a crear un patrimonio perpetuo. La asignación se aplica en fondos de inversión y solamente se utiliza una extracción periódica del interés que rinde ese patrimonio. “Por eso, el endowment implica un voto de confianza de los donantes”, dice el abogado Felipe Sotto-Maior, director de Vérios, una empresa especializada en inversiones que en 2011 colaboró para estructurar el modelo legal del fondo pionero Endowment de la Poli. “No obstante, en Brasil, la mayoría de los potenciales donantes aún prefiere contribuir con proyectos específicos y ejecutados a corto plazo”, afirma.

El equipo de aerodiseño Keep Flying

Léo Ramos…y el equipo de aerodiseño Keep FlyingLéo Ramos

Por supuesto que existen excepciones, tales como el caso de la Fundación Maria Cecília Souto Vidigal (FMCSV), en São Paulo. En 2006, la misma pasó a contar con un fondo patrimonial, creado para asegurar el sostén de los proyectos patrocinados por la institución a largo plazo. El aporte inicial lo realizó la familia de los fundadores de la institución, el banquero Gastão Bueno Vidigal y su esposa, Maria Cecília Souto Vidigal, que la crearon en 1965 con el objetivo de promover la investigación en hematología. “El éxito del fondo no radica tan sólo en la donación inicial efectuada por la familia, sino principalmente en la definición de una política de inversión y de un consejo de curadores encargado de la planificación y de las decisiones estratégicas”, dice Ricardo Yukio Sueyasu, administrador del fondo patrimonial de la FMCSV. En 2012, del total de la rentabilidad generada por el fondo patrimonial, la fundación destinó 10 millones de reales a sus programas y proyectos. Uno de ellos es el Núcleo Ciencia por la Infancia, fruto de una colaboración con el Center on the Developing Child y el David Rockefeller Center for Latin American Studies, ambos de la Universidad Harvard, la Facultad de Medicina de la USP y el Insper – Instituto de Educación e Investigación. La FMCSV mantiene un acuerdo de cooperación con la FAPESP para patrocinar investigaciones en el área del desarrollo infantil. Ambas instituciones aportarán, cada una, hasta 2015, 1.300.000 reales para proyectos de investigación.

La dificultad para reclutar las primeras donaciones es uno de los principales inconvenientes que afrontan las instituciones que crean fondos endowment. “A diferencia de la Poli, que cuenta con muchos ex alumnos, el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA) posee una comunidad de alumnos menor y capacita menos individuos, lo cual dificulta la captación inicial”, dice Leonardo Frisso, alumno de quinto año de ingeniería aeronáutica del ITA y uno de los responsables del proyecto de creación del endowment del instituto. En 2013, se graduaron en el ITA 95 ingenieros, mientras que en la Poli-USP, fueron 595. A juicio del profesor Rui Albuquerque, asesor de la rectoría del ITA, una solución sería recurrir a empresas interesadas en colaborar con el fondo. El problema, dice, es que Brasil no posee experiencia en la administración y gestión de fondos endowment.

“Existe una falta de equilibrio entre lo que la universidad efectivamente necesita y lo que los donantes consideran que vale la pena viabilizar. Muchas empresas prefieren realizar convenios con la universidad para proyectos específicos”, dice Albuquerque, quien brindó una conferencia sobre el tema en el simposio Excellence in Higher Education, realizado en enero en la FAPESP. Un ejemplo de ello es un fondo ya existente en el ITA, administrado por la Asociación Académica Santos Dumont, cuya facturación es de 343 mil reales. Sin embargo, el fondo no es endowment, porque el monto donado se aplica directamente en proyectos concretos, a corto plazo.

La Facultad de Derecho de la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo (FGV-SP) creó un fondo endowment en 2011 para patrocinar becas para alumnos de la carrera de grado. A partir de 2012, la facultad comenzó a seleccionar anualmente a 10 estudiantes que aprobaron el examen de ingreso, pero que no cuentan con posibilidades para abonar las cuotas mensuales de la carrera, y les concede una beca por valor de 850 reales. Las becas se pagan con los recursos que genera el fondo de donaciones creado por ex alumnos y padres de alumnos. La carrera de derecho en la FGV es de tiempo completo durante los primeros tres años, lo cual les impide a los estudiantes trabajar durante ese período. “Muchos jóvenes que aprobaban el examen de ingreso, pero no podían costear la mensualidad, terminaban por abandonar la carrera”, afirma Rafael Andrade, director del fondo endowment y ex alumno de derecho de la FGV-USP. A partir del cuarto año, la carrera deja de insumir tiempo completo y el alumno puede comenzar a trabajar. Pero aquéllos que quieran investigar, haciendo iniciación científica, pueden continuar recibiendo la beca. La dificultad para captar donaciones determina que parte del patrimonio del fondo, de alrededor de 300 mil reales, se utilice directamente en las becas. “Eso va en desmedro de la idea del endowment. Lo ideal sería utilizar solamente los rendimientos, pero eso aún no es posible”, explica Andrade. “En Brasil, los fondos endowment han nacido con presupuestos pequeños, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos. Es necesario desarrollar un modelo brasileño, y no simplemente importar el sistema estadounidense, como si ése fuera el único”, sugiere Andrade.

Otros retos rumbo a la consolidación del modelo los constituyen la ausencia de una legislación específica y la inexpresiva cultura de las donaciones en el país. Vahan Agopyan destaca que, en Brasil, el donante resulta “castigado” a causa de los impuestos. “Aquél que dona más de 48 mil reales debe abonar impuestos. Las donaciones se encuentran sujetas a un impuesto estadual del 4% del monto de la donación”, dice. En ese proceso no sólo se impone un sacrificio al donante, sino también a los fondos, dice el profesor. “Alrededor del 70% de los gastos de Amigos de la Poli se destinan a pagar impuestos. Eso es un error, porque el fondo no tiene fines lucrativos y no debería ser gravado como si fuese una empresa”, sostiene.

Las leyes brasileñas aún no reconocen la existencia de los fondos endowment. “En otros países, como por ejemplo en Francia, el endowment constituye una figura jurídica específica. Necesitamos parámetros para lo que la ley reconoce como endowment y, con base en ellos, promover incentivos fiscales”, dice el abogado Felipe Sotto-Maior. Actualmente, hay cinco proyectos de ley en trámite en la Cámara de Diputados que tratan sobre las donaciones a las universidades públicas. La mayoría propone medidas para su deducción del Impuesto a las Ganancias, y uno de ellos, el de la diputada Bruna Furlan (Partido de la Socialdemocracia Brasileña de São Paulo ‒ PSDB-SP,), se ocupa específicamente de los fondos endowment. El proyecto, que está siendo analizado en la Comisión de Educación del Congreso Nacional, plantea la creación de un fondo patrimonial en cada institución federal de educación superior del país. También permite donaciones exentas de impuestos para esos fondos y deducciones de hasta un 12% del impuesto abonado por los donantes. Se espera que sea evaluado este mismo año. En febrero, Carlos Américo Pacheco, rector del ITA, participó en una reunión con legisladores en Brasilia. “Los diputados están dispuestos a aprobar los proyectos, que abordarán, en buena medida, la cuestión tributaria. Además, las repercusiones de la aprobación de una ley para las instituciones federales podrían conducir a la creación de una ley similar para las instituciones estaduales y privadas”, dice Pacheco.

Los desafíos parecen no intimidar a las instituciones que ya han demostrado interés en la creación de endowments. A raíz del surgimiento de nuevos interesados ‒tales como las facultades de Medicina y Arquitectura y Urbanismo de la USP, la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ)‒, se espera que el modelo crezca en el país durante los próximos años. “Es una cuestión de tiempo. Luego de que las instituciones pioneras consoliden sus modelos y tengan éxito, otras las imitarán”, analiza Felipe Sotto-Maior.

Un ámbito fértil para las donaciones

Colación de grado en la Universidad Harvard, en Estados Unidos: 32.700 millones de dólares en recursos provenientes de endowment  dirigidos a la investigación científica, a la infraestructura de la universidad y a las becas

Universidad HarvardColación de grado en la Universidad Harvard, en Estados Unidos: 32.700 millones de dólares en recursos provenientes de endowment dirigidos a la investigación científica, a la infraestructura de la universidad y a las becasUniversidad Harvard

La cultura de la donación es uno de los principales factores que explican el éxito de los endowment en Estados Unidos. La Universidad Harvard, por ejemplo, fue la primera en crear un fondo patrimonial, en 1643. En 2013, Harvard Management Company, el brazo de la universidad responsable de la administración de los endowment, contaba con un patrimonio de 32.700 millones de dólares, que representa un crecimiento del 6,5% en relación a 2012, cuando las asignaciones del fondo llegaron a representar el 35% de los ingresos de la universidad. Las universidades de Yale (con un patrimonio de 20 mil millones de dólares), Princeton (18 mil millones) y el MIT (9.700 millones) también forman parte del grupo de endowments multimillonarios. Esos recursos se destinan tanto a la investigación científica como al mantenimiento de la infraestructura de la institución. El ámbito fértil para las donaciones en Estados Unidos motivó que algunos empresarios brasileños donen recursos a instituciones de ese país. Un caso conocido es el de Jorge Paulo Lemann, propietario de la cervecería Ambev y actualmente el hombre más rico del país, según el ranking de la revista Forbes. En 1999, Lemann donó cierta cantidad al Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de Harvard, donde se graduó como economista en 1961. El empresario mantuvo una tradición según la cual, los ex alumnos que se enriquecen suelen transferir parte de su fortuna a la institución que los educó. La inversión de Lemann en Harvard permitió que el centro recibiera a becarios y docentes brasileños. En 2012, la Fundación Lemann y la Universidad Stanford inauguraron el Lemann Center for Educational Entrepeneurship and Innovation in Brazil, erigido en la Escuela de Educación de la universidad. El objetivo del centro consiste en promover la capacitación de profesionales brasileños, responsables de la formación de educadores, además del patrocinio de investigaciones sobre políticas educativas. Pero, ¿por qué Lemann no creó el centro en Brasil? “Alrededor del 70% del dinero que le donó al centro se utiliza en la capacitación de capital humano, que luego regresa a Brasil. A juicio de Lemann, ésa es la mejor inversión que puede hacerse por el país”, sostiene Paulo Blikstein, ingeniero graduado en la Poli-USP y director del centro en Stanford. En su opinión, el hecho de que la donación sea asignada a Stanford beneficia indirectamente a las instituciones brasileñas. El centro mantiene convenios con las universidades de Campinas (Unicamp), Federal de Minas Gerais (UFMG), de São Paulo (USP) y también con el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea). “En Estados Unidos, los fondos endowment logran financiar investigaciones de alto riesgo, que a veces no cuentan con el aval de las agencias de fomento. En Brasil, eso aún está lejos de ocurrir. El envío de brasileños hacia los centros de excelencia fuera del país es una forma de invertir en Brasil, sin tropezar con las trabas burocráticas que enfrentan las donaciones en Brasil. Una cosa no excluye a la otra”, pondera Blikstein.

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