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ZOOLOGÍA

Perros en el bosque

Canes ayudan a definir áreas con presencia de cérvidos husmeando excrementos para la extracción del ADN

Guazuncho: monitoreo por marcaje y transmisor de radio

Jorge Morales/UnespGuazuncho: monitoreo por marcaje y transmisor de radioJorge Morales/Unesp

La perra Granada ya localizó más de 1.800 muestras de excrementos de venado, pero, si se topara con uno de esos animales en su hábitat, probablemente no sabría de qué va la cosa. Si bien colaboró en el estudio de especies tales como la corzuela pigmea (Mazama nana), la corzuela colorada o venado rojo (M. americana), la corzuela bororo o venado rojo pequeño (M. bororo) y la corzuela parda o guazuncho (M. gouazoubira), cuatro de las ocho especies de cérvidos registrados en Brasil, ella sólo tiene un objetivo: la localización del olor para el cual se la adiestró y obtener su premio en forma de cariño y una pelotita de tenis de los integrantes del Núcleo de Investigación y Conservación de Cérvidos (Nupecce), de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de la ciudad de Jaboticabal, el único grupo de investigación brasileño abocado al estudio de este grupo de animales.

El trabajo más reciente en el que la perra colaboró con los investigadores coordinados por el profesor José Maurício Barbanti Duarte, de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias de la Unesp, se recorrieron 46 áreas protegidas de las regiones sur y sudeste brasileñas. En parte, gracias a las heces halladas por Granada y su antecesor, Apolo, los investigadores lograron definir el área ocupada por las cuatro especies en el Bosque Atlántico mediante la identificación del ADN de los cérvidos presente en 555 muestras fecales recogidas en 30 de esos lugares. Descubrieron que el venado rojo pequeño, una especie descrita en 1996 por Duarte (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 65), y todavía escasamente estudiada, está fuertemente asociado a los 37.517 kilómetros cuadrados (km2) de la espesa selva de la región lluviosa que se extiende a lo largo del litoral brasileño, lo cual revela la dependencia de un tipo estricto de vegetación y clima para la supervivencia de la especie, de acuerdo con un artículo que aún no ha sido publicado. “Se trata del mayor animal endémico de Brasil y, posiblemente, el que ostenta una menor distribución geográfica entre todos los cérvidos neotropicales que se han descrito”, dice Duarte.

El empleo de perros rastreadores es uno de los grandes triunfos del investigador y coordinador del Nupecce, que utiliza a los perros en las recolecciones de campo desde 2002; antes de la mestiza Granada, el que hacía las búsquedas era Apolo, de la raza springer spaniel, que murió en 2007, a los 12 años. Los sabuesos se utilizan en investigaciones para la localización de excrementos de aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), jaguar o yaguareté (Panthera onca), puma (Puma concolor) y oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) en Brasil, además de zorros e incluso ballenas, en el exterior (en este último caso, a bordo de un barco cuyo piloto sigue las indicaciones de su colaborador canino para encaminarse hasta los detritos flotantes).

Sin los perros, probablemente se conocería todavía menos sobre los cérvidos brasileños que, con su oído y olfato aguzados, saltan y corren ante la menor señal de peligro. “No sirve de nada esconderse; ellos sienten nuestro olor”, recuerda Duarte, acostumbrado a internarse en la selva en busca de esos mamíferos, normalmente sin éxito, desde que se graduó. “En un proyecto de investigación sobre de la corzuela bororo, tan sólo capturamos tres ejemplares en cuatro años de búsqueda”, comenta.

060-063_Cervos_235A su difícil localización, se suma el hecho de que las especies del género Mazama son crípticas, es decir, tan similares que sólo resulta posible determinar con exactitud la diferencia entre ellas por medio de test de ADN. Las muestras de sangre y otros tejidos son ideales para la extracción del material genético de cualquier animal, pero, como resulta rara la captura de los venados en su hábitat, a los investigadores de esas especies no les queda más remedio que valerse de los excrementos. En 2013, ellos demostraron que ésta era una posibilidad factible para la investigación sobre venados en un artículo publicado la revista Genetics and Molecular Research.

Ahí es donde interviene Granada, que fue adiestrada por la Policía Militar. El entrenamiento es similar al de los perros que buscan drogas en los aeropuertos, lo que cambia es el olor que deben detectar. “Para la búsqueda de drogas, los canes van sujetos a una correa y solamente hay un área pequeña donde buscar: una sala, algunas maletas. Aquí, nosotros tenemos selvas o campos completos”, relata Márcio Leite de Oliveira, doctorando por la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP) e investigador del Nupecce.

Por eso, la segunda etapa del entrenamiento de los perros la realizan con los propios investigadores, recorriendo la selva sin correa. Luego de una semana, aproximadamente, yendo al campo todos los días, los animales comienzan a comprender lo que deben hacer. Al cabo de un mes, ya están colaborando con los investigadores. “Mientras transitamos por el sendero, ella va buscando las heces en un radio alrededor de nosotros, incrementando bastante el área de búsqueda”, explica Pedro Peres, investigador del Nupecce. “Puede hallar incluso un cíbalo debajo de la vegetación sin siquiera verlo”, comenta, refiriéndose al término que utilizan para denominar a las heces en forma de bolitas.

Aun cuando ya se hayan recogido los excrementos, las dificultades subsisten. Mientras que la extracción de ADN de la sangre y de los tejidos es una técnica validada, no puede decirse lo mismo de los excrementos. Una de las dificultades radica en la obtención de ADN suficiente en las muestras, ya que además de escaso, se degrada rápidamente en este tipo de material. “Hay enzimas y microorganismos que degradan el ADN ni bien las heces caen al suelo”, explica Duarte. Además, en cada muestra no sólo se encuentra el material genético del animal que lo excretó, sino el de las plantas que consumió, el de las bacterias presentes en su tracto digestivo y también de las del suelo. “Cualquier pelo de otro animal que haya estado en ese sitio  o incluso de quien lo recolectó puede contaminar la muestra”, dice.

Por eso, además de la necesidad de muestras frescas, cuyo ADN todavía no se haya degradado tanto, los investigadores necesitan separar aquello que realmente es el material genético de los venados. A tal fin, el equipo de Duarte creó, en 2002, los primeros marcadores genéticos específicos para el género Mazama, permitiendo la diferenciación del género y sus cinco especies en cualquier muestra.

Al hallar los excrementos, marcando el sitio en el GPS y determinando la especie que anduvo por allí, los investigadores del Nupecce obtienen un conjunto valioso de datos sobre el área habitada por los cérvidos. Además, pueden establecer una relación de los animales con el ambiente en el cual fueron hallados (el tipo de vegetación, humedad del aire, temperatura). El conjunto de esos datos brindan una perspectiva de dónde se encuentran  y cuál es su hábitat, información esencial para establecer políticas de conservación, tales como la definición de las áreas protegidas.

Granada: recompensada con una pelotita y caricias cuando encuentra heces de venados

Eduardo CesarGranada: recompensada con una pelotita y caricias cuando encuentra heces de venadosEduardo Cesar

Tras el rastro de los venados
Parte de los datos de la investigación más reciente, con especies del Bosque Atlántico, es fruto de la investigación de doctorado de Oliveira, quien está definiendo áreas prioritarias para la conservación del venado rojo y de la corzuela pigmea y defenderá su tesis en los próximos meses. “Al conocer dónde habitan y cuál es el tipo de vegetación que utilizan para vivir, podemos aportar datos para la protección de esas áreas”, afirma. Los cérvidos brasileños se encuentran amenazados, sobre todo por la pérdida de su hábitat, pero a ese factor se le agregan las enfermedades transmitidas por el ganado, la caza y la depredación por perros.

Los encuentros entre la fauna silvestre y los perros son frecuentes en la frontera entre las unidades de conservación y las áreas de ocupación humana. Los perros pueden detectar venados por si solos y perseguirlos durante horas. Los cérvidos son famosos por su agilidad y reacción rápida, ideales para huir de los jaguares y pumas, pero no de los perros, que pueden correr a través de grandes distancias. Incluso cuando no los capturen, los venados pueden sucumbir como consecuencia de un síndrome provocado por la intensa actividad física durante la fuga, la miopatía de captura. La perra Granada, al estar adiestrada tan sólo para localizar las heces, no amenaza a los cérvidos. Otra de las consecuencias que provoca el contacto con las áreas de ocupación humana es la transmisión de enfermedades bovinas, tales como la lengua azul y la enfermedad hemorrágica epizoótica, que no matan a vacas y búfalos, pero ocasionan hemorragias letales en los venados.

Las investigaciones con ADN fecal generan datos para modificar la propia definición de las especies que habitan en suelo nacional. “Ya disponemos de indicios para proponer la división del género Mazama, que está presente desde México hasta Argentina”, dice Duarte. De acuerdo con el investigador, hay al menos dos géneros que habría que crear para el encuadre de los actuales Mazama nemorivaga, al que se conoce como corzuela amazónica o corzuela parda menor, y M. gouazoubira, el guazuncho. “Es posible que todavía puedan describirse cuatro o cinco nuevas especies crípticas, de animales que ya se conocen, pero que se encuentran clasificados como otras especies”, afirma. Para determinar su hábitat en el país y la cantidad de individuos necesarios para esa reorganización, las heces pueden ser el único recurso.

Los investigadores también realizan una extensa revisión histórica de la literatura y recogen muestras de ADN del material de museos de historia natural para confirmar genéticamente aquello que se describió mediante la morfología. Parte del trabajo lo realiza la doctoranda Aline Mantellatto, quien recogió fragmentos de huesos de alrededor de 400 esqueletos de cérvidos del género Mazama del Bosque Atlántico conservados en 10 museos brasileños y en el Museo de Historia Natural de Londres.

Un trabajo detectivesco
La mitad de los fragmentos ha sido clasificada y 20 de ellos revelaron ser de Mazama bororo, pero en los museos estaban identificados como pertenecientes a otras especies. Mantellatto incluso descubrió que esa especie, descrita por Duarte en 1996, ya había sido registrada en 1901 como una subespecie, M. americana jacunda. De confirmarse esto, el venado M. bororo deberá cambiar su nombre por Mazama jacunda.

El trabajo de campo y en el laboratorio que realizan los investigadores también cuenta con el apoyo de un criadero en el Nupecce, en el cual, 58 ejemplares de siete de las especies que habitan en Brasil sirven como reservorio genético y permiten la realización de investigaciones sin que sea necesaria la captura de animales silvestres. Ese archivo vivo podría colaborar en la revisión de la clasificación de esos animales, con limitaciones. Justamente la que fue descrita por Duarte, por ejemplo, no cuenta con un representante allí, una muestra de lo difícil que resulta localizarlos en la naturaleza.

El venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) es otra especie difícil de hallar, al menos en el estado de São Paulo, que si no se detecta en los próximos años podría clasificárselo como regionalmente extinto. En la Estación Ecológica de Santa Bárbara, donde habitaba la última población conocida de esa especie en el estado, Peres recogió recientemente 73 muestras fecales con la ayuda de Granada, todas de guazuncho. Es posible que el venado de las pampas ya no habite allí. Durante un asalto sufrido al principio del mes de agosto, la única hembra de esa especie que había en cautiverio en Brasil, desapareció del Nupecce, donde se albergaba la esperanza de iniciar un programa de reproducción.

Para que el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) no sufra un destino similar, el grupo de Jaboticabal logró el desarrollo de embriones a partir de una población en cautiverio para implantárselos a una hembra salvaje. Se capturó un ejemplar y se lo condujo al Nupecce, donde recibirá el embrión luego de un tratamiento hormonal. Una vez preñada, la hembra regresará a su lugar de origen para dar a luz y criar al cervatillo del “vientre de alquiler” en libertad. Las etapas del embarazo serán monitoreadas también a través de los excrementos, ya que los investigadores desarrollaron una metodología que ahora permite el reconocimiento de las diferentes hormonas secretadas durante la preñez, según muestra un artículo en la revista Animal Reproduction Science. La idea consiste en incrementar la diversidad genética y las posibilidades de reproducción de la especie, vulnerable a la extinción, en gran medida debido a la inundación de su hábitat por las represas de las hidroeléctricas. La operación incluyó también la utilización de un helicóptero para la localización y la captura de la futura madre silvestre. En esa ocasión, Granada se quedó en casa.

Proyecto
Los venados de Brasil (Mammalia: Cervidae: Mazama): búsqueda de las variantes genéticas, morfológicas y ecológicas en el sentido de explicar la compleja taxonomía y evolución del grupo (nº 2010/50748-3); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable José Maurício Barbanti Duarte (FCAV-Unesp); Inversión R$ 808.564,00

Artículos científicos
OLIVEIRA, M. L. & DUARTE, J. M. B. Amplifiability of mitochondrial, microsatellite and amelogenin DNA loci from fecal samples of red brocket deer Mazama americana (Cetartiodactyla, Cervidae). Genetics and Molecular Research. v. 12, n. 1, p. 44-52, 16 ene. 2013.
KREPSCHI, V. G. et al. Fecal progestins during pregnancy and postpartum periods of captive red brocket deer (Mazama americana). Animal Reproduction Science. v. 137, n. 1-2, p. 62. feb. 2013.

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