Las huellas fosilizadas que se hallaron en el Parque Nacional White Sands del estado de Nuevo México, en el sur de Estados Unidos, constituyen una de las evidencias más importantes de que los seres humanos habrían iniciado la ocupación de América del Norte hace bastante más tiempo de lo que se sostuvo durante décadas. Las huellas descubiertas en 2009 se distribuyen sobre una superficie de más de 300 kilómetros cuadrados. En las excavaciones que llevó a cabo el equipo de Matthew Bennett, de la Universidad de Bournemouth (Reino Unido), y Daniel Odess, del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, se identificaron semillas de la gramínea Ruppia cirrhosa en las capas de sedimentos ubicadas encima y por debajo de las huellas. Los resultados de la datación de esas semillas apuntaron edades variables entre 23.000 y 21.000 años (Science, 24 de septiembre). Estos valores sugieren que los seres humanos habrían llegado a esa región durante el último máximo glacial –hace entre 33.000 y 15.000 años, cuando los glaciares cubrieron hasta un 25 % de los continentes–, y habitaron la zona durante casi dos milenios. Durante mucho tiempo, los artefactos líticos con una edad de 13.000 años hallados en Clovis, también en Nuevo México, fueron la prueba en la que se basaron los arqueólogos para afirmar que los seres humanos se habrían diseminado por el continente mucho después, aunque hay indicios más recientes, algunos considerados cuestionables, de la presencia del Homo sapiens en América desde hace al menos 26.000 años. “Las huellas de White Sands proporcionan la primera evidencia irrefutable de la presencia humana en América durante el apogeo de la última glaciación”, dijo Odess al periódico The New York Times.
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