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PERFIL

Representatividad en la ciencia

Una estudiante de maestría de la USP recibe un premio internacional creado para estimular la participación de las mujeres en el área de la física nuclear

El estímulo que le brindaron sus profesoras fue fundamental para su carrera, subraya Moreira

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

La investigadora bahiana Gabryele Moreira empezó a interesarse por el campo de la física en las clases del cursillo previo al examen de ingreso a la universidad al que asistió en 2011, en la ciudad de Salvador (Bahía). Dos años después, aprobó el examen en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) e inició la carrera de grado en física médica, en la que los conocimientos de física se aplican a la medicina, que habilita a desempeñarse en el área de diagnóstico por imágenes, radioterapia y medicina nuclear. En 2021, la joven se convirtió en la primera mujer negra premiada por el Programa de Becas Marie Sklodowska-Curie, de la Agencia Internacional de Energía Atómica, una institución con sede en Viena (Austria), vinculada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Merced a este premio, ella podrá elegir entre alguna de las instituciones que poseen convenio con la agencia para realizar una pasantía de un año de duración.

“He forjado mi trayectoria a partir del estímulo que recibí de mis profesoras, tanto en la enseñanza media como en la universidad. Fueron charlas de empoderamiento muy importantes, porque hablábamos de las políticas de permanencia que me convencieron de la posibilidad de estudiar e investigar en instituciones públicas”, relata. En su investigación de maestría, que desarrolla en el Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen), de la Universidad de São Paulo (USP), Moreira trabaja en el análisis por activación neutrónica en la coincidencia de muestras irradiadas en el reactor IEA-R1, bajo la dirección de los físicos Frederico Antonio Genezini y Guilherme Zahn. “A partir de la radiación, estudio muestras geológicas y biológicas ambientales”, explica. Muy atareada con la última etapa de su investigación científica, aún no ha elegido el lugar en donde piensa realizar la pasantía que le otorga la beca. “La redacción de la tesina ha ocupado la mayor parte de mi tiempo. Decidí pensar en eso una vez que haya completado esta etapa”, dice la investigadora, quien también cursa otra maestría, en este caso un MBA en gestión de proyectos en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq-USP).

El premio que obtuvo Moreira fue creado en 2020 con el propósito de elevar la participación femenina en el área de la ciencia nuclear. Cada una de las 100 premiadas anualmente por el programa se hace acreedora a un monto que oscila entre 10.000 y 40.000 euros. Además de la trayectoria de las postulantes y del compromiso que demuestran en el desarrollo de sus estudios científicos, las evaluaciones estiman el impacto que tendrá la concesión de la beca en cada una de las trayectorias científicas. “El hecho de haber participado en cuatro proyectos de iniciación a la investigación científica durante mi carrera seguramente ha influido bastante a la hora de mi designación”, intuye Moreira. El premio apunta a hacer hincapié en la diversidad geográfica y lingüística de las postulantes.

En 2020, Moreira desarrolló un estudio sobre el perfil sociocultural de las estudiantes, investigadoras y docentes que trabajan en el Ipen. Con base en los cuestionarios que estas respondieron, la maestranda pudo verificar que un 10 % de las mujeres se autodeclaran negras, un 70 % son nativas de la propia región del sudeste brasileño, y un 57 % fueron dirigidas por supervisores de sexo masculino. El estudio se concretó en colaboración con el Instituto Women in Nuclear (WiN) Brasil, una organización que agrupa a las mujeres que actúan en los diversos campos de la energía nuclear y en las aplicaciones de las radiaciones ionizantes. “Este estudio confirma nuestra percepción de que la energía nuclear es un área con una población predominantemente masculina, característica que puede llegar a transformarse merced al incentivo que suponen los premios como el que yo gané”, estima. “Estoy más contenta aún, si cabe, por la oportunidad de inspirar a otras mujeres a inscribirse en el programa”.

Aparte del incentivo intelectual que le brindaron sus profesoras, Moreira, que vive en el núcleo residencial de la USP, destaca el rol que desempeñaron las políticas públicas en el desarrollo de sus estudios. “Accedí a estudiar en la universidad gracias a los cupos y recibo ayuda para poder seguir allí. Todo este apoyo ha sido esencial, no solo para llegar hasta aquí, sino para ir más allá”.

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