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GEOLOGÍA

Ríos con voluntad propia

Alteraciones frecuentes de cauces dejan cicatrices en el paisaje del Pantanal

Canales abandonados de ríos drenan las aguas de las crecientes en el Pantanal

Mario Assine/ UnespCanales abandonados de ríos drenan las aguas de las crecientes en el PantanalMario Assine/ Unesp

En el Pantanal, una de las mayores planicies inundables del planeta, los ríos parecen tener voluntad propia. Nacen en las mesetas y descienden confinados en cauces bien definidos y casi siempre serpenteantes hacia los llanos. Pero luego se rebelan. A medida que avanzan por la llanura, dejan de fluir por el canal excavado en la roca y trazan otros caminos, alzando nuevos márgenes con los sedimentos de la meseta. Esa reconfiguración es permanente y deja canales impresos en el paisaje que, hoy abandonados, delinean figuras en forma de gigantescos abanicos.

El geólogo Mario Luis Assine estudia los ríos del Pantanal desde la década de 1990 y ahora sabe que tal remodelación constituye un fenómeno característico de la zona. “Dataciones efectuadas en algunos de los canales abandonados, los paleocanales, revelaron un sinnúmero de edades, desde decenas de años hasta decenas de miles de años”, informa Assine, quien junto a su equipo de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en Rio Claro, procura reconstruir las transformaciones suscitadas en ese ambiente durante los últimos 100 mil años.

Pese a ser algo natural en toda la región, el nomadismo de los ríos del Pantanal viene acentuándose. Según Assine, es una consecuencia de la alteración en el uso del suelo en la meseta. “La ocupación humana y la producción agropecuaria no constituyen la causa de la alteración en el trayecto de los ríos”, comenta. “Pero la aceleran, pues incrementan el transporte de sedimentos desde la altiplanicie hacia la llanura”.

Las mesetas que moldean esa cuenca sedimentaria, cuyo tapiz vegetal es, en parte sabana o cerrado y en parte selva amazónica, distan de 200 a 300 kilómetros del corazón del Pantanal, donde se encuentran las tierras que pasan hasta cuatro meses al año sumergidas. Al recoger el agua de lluvia en la meseta, los ríos transportan los sedimentos y los nutrientes que alimentan esa área de casi 150 mil kilómetros cuadrados. Y las transformaciones que atravesaron la Amazonia y el cerrado durante las últimas cinco décadas ‒perdieron, respectivamente, un 13% y un 40% de su vegetación por cuenta de la agricultura y la ganadería‒ incrementaron el volumen de sedimentos que llegan al Pantanal.

Mientras atraviesan la llanura, los sedimentos más pesados y de mayor tamaño se acumulan y bloquean el lecho de los ríos. Por consiguiente, las aguas trasponen las barrancas y se esparcen. Ese cambio brusco del curso por la rotura de las márgenes se conoce con el nombre de avulsión fluvial y es común en el tramo final de los ríos del Pantanal, donde las tierras pueden hallarse entre 2 y 4 metros por debajo del canal fluvial.

Abanico aluvial del Taquari: la mancha celeste (en el centro) muestra el cambio de curso más reciente del río

NASAAbanico aluvial del Taquari: la mancha celeste (en el centro) muestra el cambio de curso más reciente del ríoNASA

Las avulsiones son frecuentes y causan grandes cambios de trayecto en pocas décadas. El primer río del Pantanal donde Assine y sus colegas documentaron ese fenómeno fue el río Taquari, que nace en la sierra de Caiapó, cerca de la ciudad de Coxim, estado de Mato Grosso do Sul. Sus aguas fluyen en sentido oeste hasta llegar al río Paraguay, en las cercanías de la frontera con Bolivia. Con casi 800 kilómetros de extensión, el Taquari constituye la segunda cuenca hidrográfica del Pantanal. El constante abandono de cauces dejó impreso en el tercio final del río un abanico aluvial que se extiende por casi 50 mil kilómetros cuadrados (un 37% de las tierras que ocupa el Pantanal en Brasil).

Ése y otros abanicos aluviales de la región son el registro de algo que ocurrió en el pasado y aún sigue sucediendo. Imágenes satelitales analizadas por Assine revelaron que en 1990 se produjo una importante avulsión en el Taquari, cerca del paraje Zé da Costa. En ese punto, el río rompió uno de sus márgenes ‒formó un arrombado, un canal que une dos ríos, al decir regional‒ y se bifurcó. Seis años más tarde, la mitad del cauce ya fluía por el nuevo canal y en 2001, el curso anterior había sido abandonado. En una década, la desembocadura migró casi 30 kilómetros en dirección a Corumbá, abandonando el tramo que desaguaba cerca de la localidad de Porto de Manga. Actualmente, el antiguo canal está cubierto por vegetación y sólo recibe agua durante el período de crecientes, que en el sur del Pantanal presenta picos entre los meses de junio y julio.

El fenómeno que Assine observó en el Taquari, cuyas nacientes se encuentran en una región del cerrado bastante alterada por la agricultura, también fue registrado por él y su equipo en otra zona más al norte, en el São Lourenço, un río que nace en la meseta Planalto dos Guimarães, en el estado de Mato Grosso, atraviesa Rondonópolis y desemboca en el río Cuiabá. Luego de estudiar imágenes satelitales y de haber sobrevolado la región, Assine, junto a los geógrafos Fabiano Pupim y Fabrício Corradini, en ese entonces alumnos suyos de doctorado, y al geólogo estadounidense Michael McGlue, recogieron sedimentos en diferentes puntos del río.

043-045_Pantanal_227La datación de los sedimentos demostró que las avulsiones vienen modificando el curso del São Lourenço hace decenas de miles de años, formando un abanico aluvial de 16 mil kilómetros cuadrados. Una de ellas ocurrió al inicio del siglo pasado, bastante antes de que el centro-oeste se convirtiera en una frontera agrícola. Esa alteración del curso desplazó el delta algunas decenas de kilómetros hacia el oeste. Como resultado, el río que desembocaba en el Piquiri pasó a desaguar en el río Cuiabá. “Eso representa una evidencia de que en el Pantanal los ríos modifican su curso por causas naturales, independientemente de la actividad humana”, explica Assine.

Él y sus colaboradores suponían que esa alteración habría ocurrido, como máximo, hace cientos de años, pero no atinaban a definirlo con exactitud. Recién descubrieron que ocurrió entre 1900 y 1910 luego de hallar un documento histórico. En un artículo publicado en 1942 en la Revista Brasileira de Geografia, el ingeniero Virgílio Correia Filho brinda información sobre el trazado del São Lourenço desde el siglo XVIII. Pese a su importancia, esa era tan sólo una de las transformaciones que había sufrido el río. La reconstrucción de la historia del São Lourenço, que se realizó a partir del análisis del paisaje y de la datación de los sedimentos, reveló un pasado de cambios radicales.

Los investigadores asocian las transformaciones en la morfología y dinámica del São Lourenço, que también pueden observarse en otros ríos del Pantanal, a las alteraciones del clima en el pasado. Hace 10 mil años, el São Lourenço no serpenteaba tal como ahora. Su cauce presentaba tramos más rectos, que se bifurcaban y luego confluían, formando un dibujo entrelazado similar al de la cuenca del Ganges, en la India. En muchos casos, los canales surgidos de esas bifurcaciones desaparecían en el paisaje. “Eran ríos que mantenían un alto flujo durante algunos períodos y luego se disipaban, algo típico del clima semidesértico”, comenta Assine.

Al final del último período glacial se produjo un gran cambio, hace entre 15 mil y 12 mil años, cuando la temperatura se incrementó en unos 7 grados donde ahora es el centro-sur de Brasil. El ascenso de la temperatura y de la humedad, convirtieron al São Lourenço en un río permanente. Assine, McGlue y otros colaboradores, entre ellos Sidney Kuerten, de la Universidad del Estado de Mato Grosso do Sul, y Aguinaldo Silva, de la Universidad Federal de Mato Grosso, recogieron sedimentos de tres grandes lagunas ‒Mandioré, Gaíva y Baía Vermelha‒ que confirman las oscilaciones climáticas en el Pantanal durante los últimos 20 mil años, y que configuraron el perfil actual de los ríos locales. “El paisaje dinámico del Pantanal es el reflejo de los cambios que vienen ocurriendo desde el final del Pleistoceno”, explica Assine. “Esa percepción resulta fundamental para el uso, ocupación y conservación de un área tan susceptible a los cambios”

Proyecto
Sistemas deposicionales del cuaternario (Pleistoceno tardío/ Holoceno) de la cuenca del Pantanal matogrossense, centro-oeste de Brasil (n. 2007/ 55987-3); Modalidad Apoyo a la Investigación – Regular; Investigador responsable Mario Luis Assine (Unesp/ Rio Claro); Inversión R$ 262.065,96 (FAPESP).

Artículos científicos
ASSINE, M. L. et al. Channel arrangements and depositional styles in the São Lourenço fluvial megafan, Brazilian Pantanal wetland. Sedimentary Geology. 2014.
KUERTEN, S. et al. Sponge spicules indicate Holocene environmental changes on the Nabileque River floodplain, Southern Pantanal. Journal of Paleolimnology. 2013.
McGLUE, M. et al. Lacustrine records of Holocene flood pulse dynamics in the Upper Paraguay River watershed (Pantanal wetlands, Brazil). Quaternary Research. 2012.

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