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BUENAS PRÁCTICAS

Suspenden por 13 años a un autor de más de 700 artículos por incumplimiento de contrato

Uno de los científicos más prolíficos de España, el químico Rafael Luque Álvarez de Sotomayor, fue sancionado severamente por la Universidad de Córdoba, donde se había doctorado en 2005 y, desde entonces, ocupaba un cargo como docente del Departamento de Química Orgánica. Fue suspendido en el cumplimiento de sus funciones por un lapso de 13 años, sin derecho a goce de sueldo. La sanción, que en términos prácticos equivale a un despido, se le aplicó porque Luque también trabajaba para dos instituciones en el exterior, la Universidad King Saud, en Riad, la capital de Arabia Saudita, y la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos Patrice Lumumba (RUDN) de Moscú, en Rusia, aunque estaba contratado con dedicación exclusiva en Córdoba.

Más allá del incumplimiento contractual, el caso evidencia un tipo de estrategia anómala que adoptan las universidades para ascender en los escalafones académicos internacionales. Luque, de 44 años, es dueño de una producción extraordinariamente abundante. Ha escrito más de 700 artículos, en áreas tales como nanomateriales, nanocatálisis y química verde o sostenible que, en total, acumulan más de 29.000 citas. Solo en los tres primeros meses de 2023, ha publicado 58 papers, uno cada 37 horas. Desde 2018 figura en la lista de los investigadores más citados del mundo elaborada por la empresa Clarivate. Tales méritos son muy valorados por clasificaciones como la de la Universidad Jiao Tong de Shanghái (China), que otorgan puntos extra a las instituciones con investigadores muy prolíficos. Luque fue invitado a sumarse a las plantillas de las universidades de Arabia Saudita y Rusia precisamente para reforzar las posiciones de estas en los rankings. Solo tiene que visitar las instituciones unas pocas semanas al año, pero las menciona en los artículos que firma. “Sin mí, la Universidad de Córdoba caerá 300 puestos en la escala de Shanghái. Se han pegado un tiro en el pie”, dijo Luque, a propósito de la sanción, según informa el periódico El País. Adjudicó la pena que se le impuso a “pura envidia” y aseguró que nunca cobró un sueldo de las universidades extranjeras, sino tan solo el dinero para solventar pasajes y estadías, aparte de fondos para sus investigaciones.

Su productividad excepcional ha llamado la atención de los expertos en mala conducta. El ingeniero británico Nick Wise, por ejemplo, dice que uno de los artículos firmados por Luque se publicitaba en un sitio web que vende papers en coautoría a los interesados. El químico dice que nunca compraría un artículo, pero admite desconocer a algunos de los iraníes que firman como coautores. Por su parte, el matemático ruso Alexander Magazinov, dice que algunas publicaciones de Luque contienen “frases torturadas”, expresiones que parecen mal traducidas y aparecen en textos que buscan ocultar la práctica del plagio (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 317). El investigador español niega tales irregularidades, pero admite que, en los últimos meses, ha utilizado como ayuda el software de inteligencia artificial ChatGPT. “Ahora puedo redactar en un día artículos que antes me requerían dos o tres días de dedicación”, declaró al periódico El País.

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