En los últimos meses, el inicio de la construcción de un aeropuerto que recibirá vuelos internacionales en el distrito de Chinchero, en el sudeste de Perú, despertó preocupación por los daños potenciales que podría acarrearles a los sitios arqueológicos de la región. El distrito en cuestión, ubicado a 3.762 metros sobre el nivel del mar, fue la sede de un estado real inca en el siglo XV y está declarado como patrimonio mundial de la humanidad. Luego del comienzo de las obras, alrededor de 200 arqueólogos, antropólogos, historiadores de Perú y de otros países le enviaron una carta al presidente peruano Martín Vizcarra solicitándole la relocalización del aeropuerto. La misiva iba acompañada de una lista con la firma de 3.400 personas hasta mediados del mes de febrero. El distrito de Chinchero está ubicado a 30 kilómetros al noroeste de la ciudad de Cusco –capital del imperio inca durante casi 300 años, donde ya hay un aeropuerto que recibe vuelos regionales y 2,5 millones de turistas por año– y a algunos kilómetros al sur del Valle Sagrado, por donde los incas iniciaron la expansión de su imperio. Con este nuevo aeropuerto, que se estima que estaría listo en 2023, la región pasaría a recibir 6 millones de visitantes al año. Para los gobernantes, el aeropuerto traerá desarrollo y empleo. En tanto, los investigadores temen que eso irá acompañado de un incremento del tránsito y de una urbanización descontrolada, que podría dañar los sitios arqueológicos. La vecina Machu Picchu, sostienen los científicos, no tendría cómo recibir más que los 2.500 visitantes diarios actuales. En el altiplano donde está ubicado Chinchero y en los valles circundantes hay caminos y canales construidos por los incas que son considerados sagrados. “Corremos el riesgo de hacer lo que no lograron los españoles: destruir todo”, le dijo a la revista Science la historiadora peruana Mónica Ricketts, de la Universidad Temple, en Estados Unidos.
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