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COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

Un atajo para llegar a los papers

Una herramienta que ayuda a hallar artículos en acceso abierto o copias gratuitas de manuscritos en revistas comerciales

Acesso aberto_Scan1314NegreirosSe encuentra a disposición una nueva plataforma online, que fue creada para colaborar en la búsqueda de artículos científicos divulgados en acceso abierto o copias gratuitas de papers publicados en periódicos comerciales. El DOAI (siglas en inglés del Identificador Digital de Acceso Abierto), disponible en la dirección electrónica doai.io, es un servicio capaz de rastrear la existencia de versiones de trabajos científicos disponibles en internet. Se necesita consignar el código identificador del artículo deseado, en el modelo al que se conoce como DOI, para que la herramienta muestre, cuando las haya, versiones archivadas en colecciones de universidades o en los perfiles de sus autores. El banco de datos que alimenta al DOAI es el Base, de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, que recopila casi 90 millones de registros provenientes de cuatro mil repositorios académicos y otras fuentes de acceso abierto en todo el mundo. “Lo que abarca es asombroso”, dijo Roger Schonfeld, director de Ithaca S+R, una empresa de comunicación científica, en su blog en el portal The Scholarly Kitchen. “Y la búsqueda no parece privilegiar canales oficiales, tales como los grandes repositorios de acceso abierto”, añade Schonfeld, quien encontró en la plataforma textos de su autoría indexados en el repositorio de una biblioteca de la Universidad del Norte de Texas.

La cantidad de artículos científicos disponibles en internet es creciente. Se calcula que el 40% de los papers se publican actualmente en régimen de acceso abierto. Ese porcentaje es mayor cuando se analiza el global de artículos publicados en el pasado. Lo que sucede es que un conjunto cada vez mayor de manuscritos, con el tiempo, migran del acceso cerrado, donde sólo pueden verlos los suscriptores de las revistas que los publicaron, para el acceso abierto, donde se encuentran a disposición en internet. En 2013, la Unión Europea divulgó un estudio que revela que el 50% del total de artículos publicados entre 2004 y 2011 se hallaban, para entonces, disponibles en forma gratuita.

Uno de los méritos de la herramienta DOAI es la difusión de los artículos en acceso abierto sin exigirle al usuario que comprenda las reglas y la terminología que rigen ese modelo. El acceso abierto se divide en dos grandes ramas. Una de ellas es la denominada “vía dorada” (golden road), que es aquella en la cual los periódicos son abiertos y ofrecen acceso gratuito a su contenido. Entre los ejemplos de esta estrategia se destacan las revistas de la Public Library of Science (PLOS) o la colección de periódicos de la biblioteca SciELO Brasil, un programa financiado por la FAPESP. A la segunda vertiente se la conoce como “vía verde” (green road). En esta modalidad, se le permite a un autor que archive en el banco de datos de su institución o en su perfil profesional, una copia de sus artículos científicos publicados en una revista comercial. Aquellos que deseen leer el artículo sin pagar pueden recurrir a esos repositorios, y la mayoría de ellos figuran en el banco de datos del DOAI.

Existen otras diversas variantes. Algunas publicaciones permiten que los autores guarden copias de sus artículos en repositorios, pero exigen que su difusión se aplace entre seis meses y un año luego de su publicación original, para preservar sus beneficios en dicho período inicial. Ciertas instituciones de ayuda, tales como la Wellcome Trust, una fundación británica de apoyo a la investigación biomédica, y los National Institutes of Health (NIH), de Estados Unidos, exigen que los investigadores a los que financian pongan a disposición sus artículos en bases de datos de acceso abierto, tales como el PubMed Central, luego de un año de la publicación original en revistas científicas de acceso cerrado. Otras revistas desisten de los impedimentos y divulgan artículos en internet incluso antes de la publicación del periódico impreso, pero cobran una tasa adicional al autor para realizar la divulgación en forma libre y anticipada.

Difusión
“El sistema de comunicación científica es complejo. El DOAI podría convertirse en una herramienta de localización importante, pero aún es necesario que se consolide su plataforma”, dice Abel Packer, director del programa SciELO. En su opinión, el DOAI todavía no es muy conocido y es pronto para saber si tendrá una aceptación generalizada. “Su difusión demandará cierto tiempo. Si todo sale bien, la totalidad de los artículos indexados en el SciELO dispondrán de un código identificatorio”, dice Packer.

El DOAI se erige como una alternativa legal al sitio web Sci-Hub, que fue creado en 2011 por la programadora y estudiante de Kazajistán, Alexandra Elbakyan, que tiene su matriz en San Petersburgo, Rusia. Se trata de un repositorio online con 48 millones de artículos, donde la mayoría cuenta con protección de derechos autorales, y que en el mes de febrero llegó a registrar 200 mil consultas por día. El funcionamiento del Sci-Hub presenta similitudes con el DOAI, además de una búsqueda más amplia, que n o se limita al código DOI. Su gigantesco banco de datos ofrece artículos que fueron bajados utilizando contraseñas cedidas por autores y ahora se dispone de ellos libremente. La editorial académica Elsevier le inició en 2015 una demanda a la ideóloga del Sci-Hub en una corte de Nueva York, acusándola de violar derechos de autor, pero afronta dificultades para disponer restricciones jurídicas a una iniciativa afincada en un país distante. “Una sola mujer logró una colosal disponibilidad pública de millones de artículos que previamente se hallaban restrictos”, dice Moreno Barros, bibliotecario y doctor en Historia de la Ciencia por la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Para él, iniciativas tales como el DOAI y el Sci-Hub indican que la comunidad científica está cambiando a un ritmo lento y que el movimiento de Acceso Abierto, fundado en 2002 con el objetivo de franquear el acceso a la producción científica, ha logrado resultados limitados. “Una labor colectiva que ya lleva 14 años para sacar el conocimiento de manos de las editoriales, de a un artículo por vez, que por ahora, resultó en un 40% de nuevos artículos libres”, dice Moreno Barros.

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