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Necrológicas

Un educador por la libertad

El pedagogo Roberto da Silva sostenía que la educación podía transformar el futuro de los infractores

Reproducción FacebookDa Silva en 2017: el pedagogo estuvo en la cárcel antes de convertirse en profesor de la USPReproducción Facebook

En cada entrevista que concedía, el pedagogo paulista Roberto da Silva recibía más preguntas sobre su pasado como encarcelado y de niño criado en centros de acogida que sobre su labor académica como profesor libre docente de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (FE-USP). A Da Silva, fallecido el 18 de diciembre a los 66 años, no le importaba contar una y otra vez su trayectoria. Solía decir que esto le servía como metodología de trabajo: su historia de vida y su percepción “desde adentro” fueron la base de sus investigaciones en el campo de la pedagogía social. En ellas sostenía, por ejemplo, que la educación podía transformar el futuro de los convictos y los adolescentes infractores.

Tenía 4 años cuando las autoridades lo separaron de su madre a principios de la década de 1960. Ella había salido del interior del estado de São Paulo rumbo a la capital con sus cuatro hijos pequeños. Tras haber experimentado dificultades en la nueva ciudad, acudió al Juzgado de Menores en busca de ayuda económica. Sus otros tres hermanos, todos menores de 7 años, también fueron separados de la familia. El pedagogo creció en la Fundación Nacional para el Bienestar del Menor (Funabem), que más tarde se transformaría en la Febem [Fundación Estadual para el Bienestar del Menor]. A los 15 años, tuvo acceso a documentos en los que descubrió que no había sido abandonado y que tenía hermanos. Próximo a cumplir la mayoría de edad, fue liberado. Vivió en la calle durante años y reprodujo el “ciclo de formación en la marginalidad”, que más tarde abordaría en su producción teórica.

Fue detenido y condenado por robo y quedó alojado en la Casa de Detención de São Paulo, la cárcel conocida como Carandiru, entre 1979 y 1984, donde se reencontró con otros muchachos que habían crecido con él en la Febem. Allí se convenció de que la perpetuación de la pobreza y la violencia era estructural. Curioso e inquieto, empezó a estudiar, y en 1993 se graduó en pedagogía en la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT).

Cuando hacía la maestría en educación, para entonces en la USP, se propuso delinear el perfil de los niños abandonados y huérfanos puestos en internados entre 1958 y 1964 en la ciudad de São Paulo, y que habían salido de la Febem al cumplir la mayoría de edad, como en su caso. Contabilizó cuántos de estos antiguos internos habían cometido delitos y luego habían estado presos. El estudio, concluido en 1997, salió publicado en el libro Os filhos do governo [Los hijos del gobierno], lanzado al año siguiente por la editorial Ática. Ya en su doctorado, defendido en 2001 en la USP, con el apoyo de la FAPESP, analizó la eficacia sociopedagógica de la pena de la privación de la libertad. En 2002, Da Silva se convirtió en profesor de la FE-USP, donde aprobó la oposición por concurso público.

“Él desempeñó un rol clave en la formación de investigadores del área de la educación que investigan la problemática de la reclusión”, dice la socióloga Liana de Paula, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), especializada en justicia juvenil y asistencia socioeducativa. Uno de sus principales proyectos era el Grupo de Estudios e Investigaciones sobre la Educación en los Regímenes de Privación de la Libertad (GEPÊ Privação). Desde 2017, la iniciativa ofrece cursos en la FE-USP, en colaboración con el Instituto Paulo Freire, para capacitar a educadores que trabajan en establecimientos carcelarios y en la Fundación Casa, la antigua Febem. “Roberto da Silva era de la clase de personas que ponen manos a la obra”, lo describe Valdir Heitor Barzotto, vicedirector de la FE-USP, al hablar del empeño del educador por materializar sus ideas y recabar recursos.

Da Silva ideó y fue docente, durante más de 15 años, de una asignatura sobre el Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA), impartida en todos los profesorados de la USP. Además, dictó cursos de extensión sobre el tema para profesionales, entre ellos, consejeros tutelares, defensores públicos, fiscales, jueces, educadores de centros de acogida y de la Fundación Casa.

El educador, que estaba casado con la fisioterapeuta Doracy Costa Oliveira, falleció en São Paulo debido a complicaciones cardíacas y renales. Deja dos hijos, Ana Beatriz y Roberto.

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