Imprimir Republish

TAPA

Un estudio indica que 25 de los 35 signos vitales de la Tierra están en estado crítico

Parámetros tales como la temperatura del planeta, la concentración atmosférica de CO₂ y la pérdida de biodiversidad no cesan de romper marcas

David Ramos / Getty ImagesUna calle de Valencia (España), el 30 de octubre: las lluvias intensas y posteriores inundaciones dejaron un saldo de más de 200 personas muertasDavid Ramos / Getty Images

Desde 2017, el grupo del ecólogo estadounidense William Ripple, de la Universidad del Estado de Oregón, publica anualmente un artículo en la revista BioScience sobre el estado actual de la crisis climática. El trabajo de este año, publicado el 8 de octubre, aporta datos aún más alarmantes que los de las versiones pasadas: 25 de los llamados 35 signos vitales del planeta han alcanzado niveles récord de deterioro, con tendencia a empeorar en los próximos años. En el estudio de 2023, los indicadores críticos eran 20. La iniciativa compila datos y estudios sobre las temperaturas atmosférica y oceánica, mediciones del ritmo del deshielo en Groenlandia y la Antártida, deforestación y pérdida de biodiversidad, entre otros parámetros. “Hemos ingresado en una nueva fase crítica e imprevisible de la crisis climática”, sostuvo Ripple en el material de difusión del estudio.

Los datos apuntan que se han alcanzado niveles sin precedentes de concentración de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2H) en la atmósfera, los principales gases de efecto invernadero. La tasa media actual de CO2, el más común de estos gases, superó las 420 partes por millón (ppm), un 50 % más que en el período preindustrial. La producción de metano también se ha acelerado en los últimos años. Una parte importante de estas emisiones procede de la fermentación entérica de los rumiantes (vacas, cabras y ovejas), que libera metano. Cada 24 horas, el rebaño mundial de rumiantes se incrementa en 170.000 cabezas, casi el mismo nivel de crecimiento de la población del planeta, de unas 200.000 nuevas personas por día.

El estudio subraya que la temperatura media de la superficie del planeta ha alcanzado el nivel más alto que se haya medido, al igual que la acidez de los océanos. Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida se encuentran en su nivel más bajo y el espesor de los glaciares viene disminuyendo a un ritmo acelerado. En lugar de reducirse, como es imperativo, el consumo de combustibles fósiles ha aumentado un 1,5 % en 2023 y sigue siendo 14 veces mayor que el uso de la energía solar y eólica. La producción de estas dos formas de energía limpia creció un 15 % en un año. Empero, según el estudio, este incremento solamente satisface el aumento de la demanda de electricidad y no sustituye el uso de los combustibles fósiles como principal matriz energética de los países. Estos son algunos de los signos vitales del planeta en peor estado que destaca el artículo, firmado por 14 científicos.

Para uno de los autores del artículo, el ecólogo brasileño Cássio Cardoso Pereira, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), no hay forma de distinguir cuál indicador es el más preocupante. “Todos los signos apuntan hacia un mismo problema: el planeta se encamina hacia un colapso climático catastrófico”, comenta. Entre los pronósticos más relevantes en el campo de la ecología, Cardoso Pereira enfatiza que el ritmo actual de aumento de la temperatura y acidificación de los océanos causará una pérdida masiva de arrecifes de coral, que albergan una ingente variedad de especies. Esto provocará un efecto cascada de pérdida de biodiversidad marina, acentuando así el proceso de extinción causado por las actividades humanas.

El biólogo Mauro Galetti, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), también pone de relieve la pérdida de biodiversidad como uno de los signos ecológicos más alarmantes. “La fauna está asociada a servicios ecosistémicos muy importantes, difíciles de observar en la vida cotidiana”, dice Galetti, quien en 2017 firmó el primer artículo sobre los signos vitales del planeta junto al equipo liderado por Ripple. La extinción de especies que cumplen un rol determinante para la conservación de un ecosistema como la Amazonia, promoviendo, por ejemplo, la polinización de especies vegetales, puede llevar a la pérdida o a la disminución de estos servicios, con efectos sobre la economía local. Una de las grandes contribuciones de la Amazonia al clima regional consiste en generar parte de las precipitaciones que caen sobre el centro-oeste y sudeste de Brasil.

Uno de los pocos puntos positivos que se mencionan en el artículo es la disminución de la deforestación en la Amazonia brasileña en 2023, una tendencia opuesta a lo que ocurrió en todo el mundo el año pasado. De acuerdo con el trabajo, la reducción de la superficie deforestada probablemente es fruto de los cambios en la política ambiental en el ámbito federal. Sin embargo, la selva tropical padece otros problemas acuciantes como las sequías y los incendios que contribuyen a su degradación.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

El biólogo Philip Fearnside, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), explica que el estiaje sin precedentes se debió a la conjunción de los fenómenos de El Niño y el Dipolo del Atlántico, que alteran el régimen de lluvias en diversas partes del mundo. El Niño se caracteriza por un calentamiento superior a la media de las aguas superficiales de las porciones oriental y central del Pacífico Tropical. El Dipolo provoca que las diferencias de temperatura entre las aguas meridionales y septentrionales del Atlántico generen períodos de sequía en el sur de la Amazonia. “Lo que mata a los árboles es la combinación de altas temperaturas y sequía”, dice Fearnside. En cuanto a los incendios, él los atribuye mayoritariamente a las acciones humanas, algunas de ellas de carácter delictivo.

El deterioro de los signos vitales del planeta propicia que ocurran catástrofes naturales fatales y costosas, tales como las lluvias torrenciales e inundaciones que dejaron al menos 200 muertos en la zona de Valencia, en España, a finales de octubre. El artículo hace hincapié en los casos de pluviosidad acentuada, crecidas, olas de calor y grandes incendios forestales que se produjeron entre noviembre de 2023 y agosto de 2024. Estos eventos extremos causaron miles de muertes y daños que se miden en miles de millones de dólares.

La comprensión de algunas de las consecuencias de la crisis climática sigue dependiendo de la investigación de los ciclos de retroalimentación que pueden acentuar el deterioro del cuadro climático general. Cardoso Pereira advierte sobre el deshielo del permafrost, el suelo que cubre la cuarta parte de la superficie del hemisferio norte, en la región del Ártico, debido al calentamiento global. El hielo que tapiza este suelo almacena miles de millones de toneladas de metano y dióxido de carbono. Su derretimiento y evaporación elevan la concentración de estos gases en la atmósfera, lo que genera temperaturas más altas y retroalimenta el proceso de derretimiento del permafrost.

En el estudio del grupo de Oregón también se formulan otras recomendaciones, tales como la inclusión de los cambios climáticos en los programas curriculares de las escuelas y la idea, controvertida, de controlar el crecimiento demográfico. La bióloga Patrícia Morellato, de la Unesp, recalca que los cambios climáticos deben formar parte de los planes de estudio, desde la enseñanza fundamental hasta la universidad, en todas las carreras. También piensa que la idea del control poblacional tiene sentido. “Los recursos no son infinitos, por lo que el crecimiento demográfico no puede ser infinito, aunque podamos recurrir a la tecnología para producir una mayor cantidad de alimentos en una menor superficie”, comenta Morellato, directora del Centro de Investigaciones en Dinámica de la Biodiversidad y Cambios Climáticos (CBioClima), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP. Sin embargo, la estudiosa considera que cualquier política pública en tal sentido debe tener en cuenta el derecho de las mujeres a decidir sobre su vida reproductiva y que en algunos países ya se han tomado medidas de este tipo, por lo que es menester analizar esas experiencias.

Este artículo salió publicado con el título “La salud del planeta empeora” en la edición impresa n° 346 de diciembre de 2024.

Artículo científico
RIPPLE, W. J. et al. The 2024 state of the climate report: Perilous times on planet Earth. BioScience. 8 oct. 2024.

Republicar