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Necrológicas

Un pionero de la ciencia brasileña

Warwick Kerr formó equipos y dirigió instituciones de investigación siempre atento a la aplicación del conocimiento científico

Kerr con su equipo en la USP de Ribeirão Preto, donde trabajó entre 1964 y 1975, antes de irse a la Amazonia

Colección del Departamento de Genética de la FMRP-USP

Mientras trabajaba en su tesis de doctoral, concluida en 1948 en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), el ingeniero agrónomo y genetista Warwick Estevan Kerr empezó a escribir artículos en un lenguaje sencillo sobre las abejas y la producción de miel para la revista Chácaras e Quintais y para el periódico O Estado de S.Paulo. Y siguió escribiendo para el público general durante los años siguientes, cuando sus estudios científicos sobre la genética y el comportamiento de las abejas empezaban a salir en publicaciones científicas tales como Evolution, Genetics y Science.

Siempre atento a la aplicación del conocimiento científico, Kerr, fallecido el pasado 15 de septiembre a los 96 años, fue uno de los principales investigadores en genética y comportamiento de las abejas en Brasil, creó grupos de investigación, fue el primer director científico de la FAPESP y dirigió instituciones de investigación en el interior de São Paulo, en São Luís (Maranhão), en Manaos (Amazonas) y en Uberlândia (Minas Gerais). En una entrevista concedida a Pesquisa FAPESP en el año 2000, se refirió a la preocupación que lo orientó en el transcurso de sus 50 años de carrera científica: “Debemos trabajar para el pueblo brasileño”.

En 1958, era profesor y jefe del Departamento de Genética de la Esalq cuando sus colegas de la USP le encomendaron la creación del Departamento de Biología en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la localidad de Rio Claro, que se convertiría en parte de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en la década 1970. El alemán Friedrich Gustav Brieger (1900-1985), uno de los pioneros de la genética de Brasil y el docente más antiguo en la Esalq, intentó disuadirlo: “En la USP tienes todo lo que necesitas para trabajar decentemente. Acá es el cielo, allá es el infierno”. Kerr argumentó: “Allá fundaré mi escuela”. Antes había realizado dos pasantías posdoctorales en Estados Unidos, en las universidades de California (1951) y Columbia (1952).

Una de las profesoras que contrató en la Unesp fue la bióloga Carminda da Cruz Landim, recién recibida en historia natural en la USP. “Apenas si había llegado y él me mandó a estudiar las glándulas de la cabeza de las abejas, que producían sustancias importantes para su comunicación”, comenta. Al montar el currículo de la carrera de biología, Kerr añadió materias que estaban surgiendo en esa época, tales como estadística y ecología. Convocaba a los estudiantes a debates de artículos científicos por las noches (la carrera era de dedicación exclusiva) y a clases los sábados con el argumento de que existía “la eternidad para descansar”, recordó Da Cruz Landim, quien fue docente de la Unesp hasta 2005.

Nacido en Santana do Parnaíba (interior de São Paulo) en 1922, Kerr trabajó en el desarrollo de linajes más productivos de la abeja europea Apis mellifera mellifera para la producción de miel. En uno de sus trabajos, colocó reinas de Apis mellifera scutellata, más productivas, que había traído de África, en colmenas del linaje europeo. Al comienzo de la década de 1960, 26 reinas africanas se escaparon del colmenar, se propagaron y, al ser agresivas, causaron muertes de personas. Sin embargo, con el tiempo, el cruzamiento entre las especies resultó en la abeja africanizada, más productiva que la europea, menos agresiva que la africana y más resistente a las enfermedades. La mejora de las técnicas de manipuleo de las colmenas redujo los accidentes y convirtió a Brasil uno de los grandes productores de miel del mundo.

Colección de la SBPC El investigador en 1986 en Maranhão, donde formó apiarios y nuevos grupos de investigaciónColección de la SBPC

Cuando todavía estaba en Rio Claro, recibió al biólogo inglés William Hamilton (1936-2000), quien trabajó con avispas y creó una teoría sobre la evolución del comportamiento social de los insectos, considerada una de las mayores contribuciones a la evolución después del trabajo de Charles Darwin (1809-1882). “Kerr sabía reconocer talentos y trataba bien a todo el mundo”, sostiene la bióloga Vera Lucia Imperatriz-Fonseca, profesora sénior de la USP e investigadora del Instituto Tecnológico Vale en la ciudad de Belém. “Kerr inspiró a muchas generaciones de biólogos y fue siempre un pionero en los centros que fundó, en los temas abordados, en la formación de equipos multidisciplinarios y en el diálogo con los criadores de abejas.”

Kerr fue el primer director científico de la FAPESP, de 1962 a 1964, por sugerencia de Paulo Emílio Vanzolini (1924-2013) y Crodowaldo Pavan (1919-2009). Creó el reglamento interno, junto al asesor jurídico de la FAPESP, José Geraldo de Ataliba Nogueira (1936-1995), y al director administrativo, William Saad Hossne (1927-2016). Por invitación de la Fundación Rockefeller, visitó instituciones análogas en otros países y organizó la Dirección Científica. “El profesor Kerr estableció en la Fundación el compromiso con la investigación científica como eje central y definidor de las acciones, y el sistema de evaluación por pares”, comentó el físico Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP, en declaraciones a Agência FAPESP. “Su dedicación y su aprecio por el mérito científico, evaluado por pares, fue definitivo para el éxito de la FAPESP como entidad de apoyo a la investigación científica.”

Socialista declarado, Kerr estuvo preso dos veces. La primera en 1964, después del golpe militar, y la segunda en 1969, cuando era presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). Bajo su liderazgo, esa institución repudió las arbitrariedades practicadas contra científicos que cuestionaban al gobierno militar.

También creó grupos de investigación en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la USP. Posteriormente dirigió el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) en dos oportunidades, de 1975 a 1979 y de 1999 a 2002. Llegó a ese instituto y encontró tan solo a un magíster y un doctor. Envió a los investigadores a estudiar en los estados del sudeste de Brasil, llevó a él especialistas del exterior y al culminar la primera gestión había 50 magísteres, 60 doctores y cuatro carreras de posgrado. Después regresó a Ribeirão Preto y se jubiló, pero no se aquietó.

En 1981, subió a su mujer y a sus siete hijos a una van y se dirigió a São Luís, la capital del estado de Maranhão, lugar que eligió por ser uno de los estados menos desarrollados de Brasil. Se presentó ante el rector de la Universidad Federal de Maranhão y le dijo que le gustaría de trabajar allí. “En Manaos y en São Luís, estimuló la cría de abejas sin aguijón, organizó a los productores y se valió de la producción científica para apoyarlos”, comenta Imperatriz-Fonseca.

Kerr vivió durante sus últimos años en Ribeirão Preto. Dejó seis hijos, 17 nietos y 17 bisnietos. Su esposa, Lygia Sangilo Kerr, había fallecido en 2017.

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