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Memoria

Una nueva organización de la enseñanza en São Paulo

En 1933, el Código de la Educación estableció directrices para la construcción de escuelas, valorizó la formación docente e instituyó un nuevo modelo educativo

El Código de la Educación promovió la educación física, incluyendo a las niñas

Archivo Público del Estado de São Paulo

Limitada, incompleta y desigual: así era la educación brasileña a principios del siglo XX. “Las escasas escuelas públicas que había en las ciudades eran frecuentadas por los hijos de las familias de clase media. Los ricos contrataban preceptores, generalmente extranjeros, que les enseñaban a los hijos en sus casas, o los enviaban a algunos pocos colegios privados, laicos o religiosos, que funcionaban en las principales capitales de estados, bajo un régimen de internado o seminternado […]. En toda la vasta extensión del interior del país existían algunas precarias escuelitas rurales que en su mayoría tenían maestros sin formación profesional alguna, que atendían a poblaciones dispersas en inmensas áreas”, relata el educador Paschoal Lemme (1904-1997), miembro de un movimiento de renovación educativa que tenía por objeto la transformación de esa realidad, en un artículo de 1984 publicado en Revista Brasileira de Estudos Pedagógicos.

Aquel movimiento, que se hizo conocido como Escola Nova o Escola Ativa [Nueva Escuela o Escuela Activa], se había estado propagando por Europa y Estados Unidos desde finales del siglo XIX. En Brasil, cobró fuerza, sobre todo, después de la Primera Guerra Mundial, debido a la influencia estadounidense, e impulsaba la educación pública, gratuita, obligatoria y universal. La centralidad del niño en el proceso del aprendizaje fue otra de las banderas del movimiento. Para el filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey (1859-1952), uno de los principales teóricos de la Escola Nova, Escuela Nueva o Nueva Educación, esta sería la “revolución copernicana” de la enseñanza: “[…] es una revolución que no se diferencia mucho de la que inició Copérnico cuando trasladó el centro astronómico de la Tierra al Sol. En nuestro caso, el niño sería el Sol en torno al cual gravitan las herramientas de la educación; es el centro alrededor del cual éstas se organizan”, escribe Dewey en el libro A escola e a sociedade: A criança e o currículo (Relógio D’Água, Lisboa, 2002) [La escuela y la sociedad, el niño y el currículum.]. “En esta nueva concepción de la escuela, que constituye una reacción contra las tendencias exclusivamente pasivas, intelectualistas y verbalistas de la escuela tradicional, la actividad que se halla en la base de todos sus trabajos es la actividad espontánea, alegre y fecunda, dirigida a satisfacer las necesidades del propio individuo”, proclama el Manifesto dos pioneiros da educação nova [Manifiesto de los pioneros de la nueva educación], el documento que introdujo el movimiento revolucionario en Brasil.

En marzo de 1932, el Manifesto dos pioneiros salió publicado en diversos medios de prensa, con la firma de 26 educadores e intelectuales de renombre, entre ellos, Anísio Teixeira (1900-1971), quien por entonces ocupaba el cargo de director de Instrucción Pública del Distrito Federal; Júlio de Mesquita Filho (1892-1969), propietario del periódico O Estado de S.Paulo; la escritora Cecília Meireles (1901-1964); y el educador y sociólogo Fernando de Azevedo (1892-1974), su redactor y primer signatario.

Archivo Fernando de Azevedo / IEB-USPFernando de Azevedo, autor del Código de la Educación, en una fotografía de los años 1950Archivo Fernando de Azevedo / IEB-USP

Este último también sería el responsable de la redacción del Decreto nº 5.884, el Código de la Educación, promulgado en abril de 1933 para la organización de la enseñanza en el estado de São Paulo bajo las directrices teóricas del manifiesto. Para la pedagoga Rosa Fátima de Souza Chaloba, profesora de historia de la educación en la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la ciudad de Araraquara, el Código tuvo gran influencia para la educación en el estado. Según ella, el hecho de considerar al niño el centro del proceso educativo y “aprender haciendo”, a través de la observación, la investigación y la experiencia, es un concepto pedagógico que sigue resonando aun en nuestros días. “Pero el mayor impacto de ese documento fue la defensa de la escuela pública y la universalización de la enseñanza”.

El derecho a la educación
El Manifesto dos pioneiros da educação nova reconocía a la enseñanza como “una función esencialmente pública” y propugnaba el “derecho de todo individuo a su educación integral”. Al asumir la Dirección de Instrucción Pública de São Paulo, Fernando de Azevedo trabajó para que este derecho se hiciera realidad en el estado. Sabía que tal vez no dispondría de mucho tiempo para instaurar las reformas que anhelaba, ya que São Paulo atravesaba un período de gran inestabilidad política desde la Revolución de 1930. “Entre octubre de 1930 y diciembre de 1932, se habían sucedido en el gobierno ocho interventores, y por la Dirección de Instrucción Pública habían desfilado tres directores”, enumera Chaloba. Azevedo permaneció solamente seis meses en el cargo (de enero a julio de 1933), pero logró sistematizar una nueva organización para la educación paulista en un decreto que incluyó 992 artículos. Bajo su supervisión, dos comisiones trabajaron en el texto del Código de la Educación, que se concluyó y aprobó en menos de tres meses.

“Siempre que haya 200 niños que necesiten una escuela, en un área de 2 kilómetros de radio, se creará un grupo escolar”, establecía el artículo 267 del Código de la Educación. Urgía ampliar la cantidad de plazas escolares. Según el Censo Escolar de 1920, el 74,2 % de los niños del estado correspondía a analfabetos. “Ese escenario tardó en modificarse. Hasta alrededor de los años 1950, casi la mitad de los niños paulistas no asistían a la escuela”, dice Chaloba. Según la investigadora, la falta de vacantes para cubrir la demanda puso en entredicho el principio de la enseñanza obligatoria durante gran parte del siglo XX.

Colección CAPH / FFLCH / USPLa Escuela Normal Caetano de Campos, transformada en 1933 en instituto de formación de docentes de nivel universitarioColección CAPH / FFLCH / USP

Para hacer frente a este desafío, Azevedo estableció en el Código de la Educación una nueva política de construcción de escuelas, creando el Servicio de Edificios e Instalaciones Escolares. “La mayoría de las escuelas en ese entonces funcionaban en inmuebles alquilados, por lo que el Estado gastaba mucho dinero en alquileres”, relata la pedagoga Ariadne Lopes Ecar, investigadora de la Cátedra Alfredo Bosi de Educación Básica del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (IEA-USP). Según ella, muchos de esos edificios, precariamente adaptados para albergar escuelas, no estaban en condiciones de ofrecer las actividades ni la estructura pedagógica que prescribía el Código de la Educación, conforme con los parámetros de la “escuela activa”: biblioteca y museo escolar en cada unidad educativa “desde el preescolar hasta los grados superiores”, servicio de radio y cine educativo, clases de música y canto coral, y atención médica y odontológica.

El Decreto nº 5.884 establecía también la instalación de jardines maternales en los establecimientos fabriles para los hijos de los empleados. Según Chaloba, el Anuário do ensino do estado de São Paulo 1936-1937 [Anuario de la educación del estado de São Paulo 1936-1937], organizado por el director de Educación, Antonio Ferreira de Almeida Júnior (1892-1971), citaba solamente cuatro jardines maternales en fábricas, subvencionados por el Estado.

Uno de los aspectos destacados del Código es la organización del Instituto de Educación, creado tan solo dos meses antes (en febrero de 1933), mediante el Decreto nº 5.846, que transformaba la Escuela Normal Caetano de Campos en instituto de formación docente de nivel universitario. De conformidad con el artículo 629, el Instituto de Educación Caetano de Campos tenía por finalidad formar docentes primarios y secundarios, además de directores e inspectores escolares, y se dictaban cursos de perfeccionamiento para los miembros del magisterio. Fue la primera institución en promover la formación docente de nivel universitario en São Paulo.

Helio Nobre y José Roseal / Museo Paulista El Código promovió la expansión de los por entonces llamados grupos escolares en el interior paulista, como el de São José do Rio Preto, construido en 1916, y el de Itatinga, en 1910Helio Nobre y José Roseal / Museo Paulista

Además de la Escuela de Profesores, el Instituto Caetano de Campos contaba con una biblioteca y escuelas de aplicación: jardín de infantes, escuela primaria y escuela secundaria. En 1934, la Escuela de Profesores pasó a formar parte de la recientemente creada USP. Así, se concretaba el plan expuesto en el Manifesto dos pioneiros, que declaraba a la universidad como “la cúspide de todas las instituciones educativas”, “destinada, en las sociedades modernas, a cumplir un rol cada vez importante en la formación de elites de pensadores, sabios, científicos, técnicos y educadores”. Para los escolanovistas, el profesorado de todos los grados debía formar parte de esta elite intelectual, formándose “en carreras universitarias, en facultades o escuelas normales elevadas al nivel superior e incorporadas a las universidades”.

De lo ideal a la realidad
Según Chaloba, el modelo educativo de la capital paulista se expandió por todo el ámbito del estado, que llegó a contar con 126 institutos educativos, que formaban docentes bajo las directrices de la Escuela Nueva. Los ideales escolanovistas, empero, tropezaron con la realidad. “La nueva pedagogía entusiasmó a la mayoría de los docentes, pero la estructura educativa siguió siendo tradicional, incluso en lo concerniente a la organización física de las escuelas, con los pupitres enfrentados a la mesa del profesor, como centro del proceso. Fueron pocas las unidades que consiguieron instalar la infraestructura que la Escola Nueva requería”, afirma el filósofo Dermeval Saviani, docente jubilado y colaborador de la Facultad de Educación de la Universidad de Campinas (Unicamp). Él considera que, a pesar de los esfuerzos de Fernando de Azevedo, los ideales de la Escola Nova pudieron concretarse, básicamente, en escuelas experimentales o en instituciones educativas orientadas a la elite.

Para Ecar, del IEA-USP, de los 15 servicios técnicos establecidos por el Código de la Educación (además del Servicio de Edificios, estaban aquellos destinados a la instalación de las bibliotecas y museos, radio y cine, extensión cultural para adultos, etc.), el que más se consolidó fue el Servicio de Obras Sociales Escolares. El director de este servicio era responsable, por ejemplo, de prestar apoyo a la Asociación de Padres y Docentes y de la organización de fondos y cooperadoras escolares para brindar ayuda a los alumnos más necesitados. “La intervención social fue una forma de garantizar la asistencia y evitar la deserción escolar”, dice la investigadora. El Servicio de Higiene y Educación Sanitaria Escolar también tuvo cierto éxito en el ámbito de la asistencia médica y odontológica: “No todas las escuelas tenían consultorios, pero los médicos y odontólogos recorrían periódicamente la red”, informa Ecar.

Colección Instituto Butantan / Centro de MemoriaAlumnas y docentes de la Escuela Normal Padre Anchieta visitan el Grupo Escolar del Instituto Butantan, en 1936Colección Instituto Butantan / Centro de Memoria

“El Código tiene un simbolismo histórico por la renovación que proponía, pero su concreción resultó difícil. Para la implementación de los servicios previstos habría sido necesario contratar mucho más personal, algo que no fue posible en todas las escuelas. Con todo, hubo algunos esfuerzos individuales que llevaron a cabo directores y docentes entusiasmados con los ideales escolanovistas”, considera Chaloba.

Los principios de la Escuela Nueva se mantuvieron como orientación oficial en la enseñanza paulista hasta 1971, cuando el gobierno militar introdujo una reforma en la estructura y en el programa curricular de la educación básica. “Fue una reforma muy drástica, implementada en un contexto autoritario. Dispuso una amplia expansión de la cantidad de vacantes, pero precarizando la tarea docente”, dice Chaloba. Para Saviani, esta reforma también se basó en un cambio significativo de índole conceptual: “La reforma de la década de 1970 cambió el eje de la educación”. Él explica que, así como la Escola Nova buscaba desplazar el centro de la enseñanza del docente al alumno, ahora ambos debían subordinarse a métodos y técnicas orientados a la eficiencia y la productividad. Fue lo que se conoció como “pedagogía tecnicista”. “La pedagogía tecnicista es la extrapolación de la organización fabril a la enseñanza”, sintetiza.

La reforma de 1971 creaba cursos de profesionalización en la enseñanza secundaria (la actual enseñanza media), pero posteriormente el gobierno revocó esa disposición, que exigía inversiones en infraestructura. Medio siglo después, el programa curricular de la educación secundaria volvió a discutirse en el paquete de la Reforma de la Enseñanza Media (Ley nº 13.415/2017), que instituyó disciplinas orientadas al mercado laboral en detrimento de la formación básica.

Colección Instituto Butantan / Centro de MemoriaAlumnos trabajan en la huerta de la escuela del Instituto Butantan, en São Paulo, que combinaba las asignaturas del programa oficial con actividades ruralesColección Instituto Butantan / Centro de Memoria

La profesora Carmen Sylvia Vidigal Moraes, docente de la Facultad de Educación y coordinadora del Centro de Memoria de la Educación de la USP, recuerda que la reforma, al apartarse del ideal proclamado en el Manifesto dos pioneiros, establecería una división entre la educación general propedéutica (introductoria, que prepara al alumno para continuar con sus estudios de nivel superior) y la profesional, orientada a la capacitación para el mercado laboral.

El Código de la Educación tan solo apunta una posibilidad de bifurcación de la escuela secundaria como “preparatoria para las profesiones preferentemente de base intelectual o manual y mecánica”. “La dualidad en la enseñanza no solo se mantendría en el estado de São Paulo sino que luego sería adoptada en el plano federal a través de las Leyes Orgánicas de la Educación de 1942, cuyo modelo es el de la organización de la enseñanza media definida en el Código de la Educación del Estado de São Paulo”, relata Moraes.

Para Chaloba, Brasil ha podido avanzar en la expansión del acceso a la enseñanza, pero aún se enfrenta al reto de brindar acceso al conocimiento. La escuela pública de calidad, universal y gratuita, que inspiró el Código de 1933, y la estructuración de una enseñanza media de formación amplia y consistente siguen siendo los ideales por alcanzarse.

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