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Chrysolaena obovata

Una planta resiste a la sequía y a altas concentraciones de CO2

MARIA ANGELA M. CARVALHO Chrysolaena obovata: una especie vegetal del Cerrado que se adapta mejor a la sequía en una atmósfera con 760 ppm de CO2MARIA ANGELA M. CARVALHO

Si en las próximas décadas se duplicara la concentración atmosférica del dióxido de carbono (CO2), el gas que es el principal responsable del efecto invernadero que provoca el calentamiento global, es probable que el bioma conocido como Cerrado, la sabana brasileña afronte períodos de sequías más severas. Los efectos negativos de una reducción significativa en los niveles de agua disponibles para que las plantas realicen sus procesos fisiológicos podrían, sin embargo, compensarse justamente por los altos índices de gas carbónico (Frontiers in Plant Science, 14 de junio). Por lo menos, eso fue lo que ocurrió en el marco de un experimento con ejemplares de la planta Chrysolaena obovata, una especie nativa del Cerrado que pertenece a la familia de las Asteráceas, que llevó a cabo un equipo del Instituto de Botánica (IBt) de São Paulo. Los investigadores cultivaron lotes de plantas de esa especie en dos escenarios distintos, uno con una tasa de 380 partes por millón (ppm) de CO2, un valor similar al que contiene la atmósfera actualmente, y otro con 760 ppm, un panorama que se prevé que ocurra para fin de siglo. Las muestras de C. obovata fueron divididas, entre ambos ambientes, en cuatro subgrupos, y a cada uno de ellos se los sometió, durante un mes, a un régimen particular de irrigación. Una parte de las plantas recibió el 100% de la cantidad de agua que se considera ideal para su crecimiento. Las otras tres fueron expuestas a regímenes de riego que imitaban las condiciones de una sequía leve (un 75% del total ideal de agua), moderada (un 50%) y severa (un 25%). Al final del experimento, se constató que el uso de agua, el mantenimiento de la fotosíntesis y de las reservas energéticas resultaron bastante más eficientes en las plantas que crecieron bajo altos niveles de CO2. “Tales resultados son favorables para la preservación de esa especie en los escenarios de cambios climáticos previstos”, comenta la botánica Maria Angela M. Carvalho, del IBt.

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