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Indicadores

Una recesión en el camino

La nueva edición de la investigación Pintec, del IBGE, muestra que la innovación perdió brío entre las empresas brasileñas durante el período comprendido entre los años 2015 y 2017

La Investigación de Innovación (Pintec, en portugués) de 2017, que divulgó el 16 de abril el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) de Brasil, registró un descenso en el esfuerzo de innovación de las empresas del país, motivado en gran medida por la retracción que sufrió la economía a mediados de la década pasada. Entre 2015 y 2017, el 33,6% de un global de 116.962 empresas brasileñas privadas y públicas auditadas –vinculadas al sector industrial, de servicios y de electricidad y gas– efectuó algún tipo de innovación en productos o procesos. Ese porcentaje, que configura lo que se denomina tasa general de innovación, se ubicó 2,4 puntos porcentuales por debajo del que se había registrado entre 2012 y 2014, cuando esa cifra incluía al 36% de las empresas. También es un nivel inferior al 35,7% obtenido entre 2009 y 2011 y al 38,6% entre 2006 y 2008. La Pintec, que se realiza cada tres años, constituye la fuente principal de información al respecto de la innovación en la economía brasileña. Sus datos se utilizan para la elaboración de estudios científicos y trabajos referidos al sector productivo, además de servir como parámetro para formular políticas públicas.

Los indicadores que tienen que ver con los recursos destinados a la innovación igualmente registraron una merma. La inversión en actividades innovadoras en 2017 fue de 67.300 millones de reales y representó el 1,95% de los ingresos netos de las empresas evaluadas, frente a un 2,5% en 2014. En la industria, ese gasto decreció del 2,12% de los ingresos netos en 2014 al 1,65% en el estudio actual. En el sector de servicios, la caída fue de un 7,81% a un 5,79%, mientras que en el segmento de electricidad y gas hubo un aumento, con cifras del 0,57% en 2014 y un 0,66% en 2017.

También se registró un descenso en el porcentaje de empresas que recibieron algún incentivo del gobierno para innovar, que pasaron del 39,9% 0en la investigación anterior a un 26,2% en la actual. Es cierto que esta Pintec comprendió un período de crisis económica aguda. El Producto Interno Bruto (PIB) del país se contrajo un 3,8% en 2015 y un 3,6% en 2016, retornando a la senda del crecimiento con un 1% en 2017. “Las empresas tienden a invertir menos en investigación y desarrollo [I&D] en los momentos de retracción económica, aunque deberían hacer lo contrario para mantener la competitividad y poder recuperar el terreno perdido”, dice el ingeniero químico Pedro Wongtschowski, presidente del Consejo Administrativo de Ultrapar Participações y líder del Movimiento Empresario por la Innovación (MEI) de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). “Lamentablemente, la conclusión indica que la actividad innovadora todavía no forma parte de la naturaleza estructural de las empresas brasileñas y depende en gran medida de los factores coyunturales”, dice Wongtschowski, quien también es miembro del Consejo Superior de la FAPESP.

La pérdida de aliento se concentró en las innovaciones de procesos, aquellas que reducen los costos y la complejidad en la producción. El porcentaje de empresas que innovaron tan solo en procesos descendió de un 17,5% en 2014 a un 14,8% en 2017, mientras que aquellas que innovaron solamente en productos crecieron de un 3,9% a un 5,1%. En tanto, el porcentaje de las que innovaron tanto en productos como en procesos cayó del 14,6% al 13,7% entre un estudio y otro. Las innovaciones de procesos suelen obtenerse mediante la adquisición de equipos, una estrategia que perdió terreno entre 2014 y 2017. Según consta en la investigación, la financiación para la compra de maquinarias, un importante mecanismo del gobierno de incentivo a la innovación, benefició a un 29,9% de las empresas innovadoras entre 2012 y 2014 y tan solo a un 12,9% entre 2015 y 2017. En el segmento industrial, ese instrumento fue utilizado por el 14,1% de las firmas estudiadas, frente a un 31,4% en el trienio anterior. “Cabe destacar que el BNDES [Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social] es el gran responsable de la financiación de maquinarias en Brasil y que en 2017 las financiaciones del banco ya se habían reducido sustancialmente, cayendo al mismo nivel que ostentaban en 2005. En concreto, los desembolsos del BNDES fueron del 30,7% en términos reales, comparados con los de 2014”, explica el economista André Tosi Furtado, del Departamento de Política Científica y Tecnológica del Instituto de Geociencias de la Universidad de Campinas (IG-Unicamp). El economista João Carlos Ferraz, investigador del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IE-UFRJ), apunta a otra correlación. Y señala que los gastos registrados en la Pintec como adquisición de máquinas y equipos para la elaboración de productos o la implementación de procesos novedosos o perfeccionados tecnológicamente cayeron de un 0,85% de los ingresos netos de las empresas en 2014 para un 0,51% en 2017, lo que representa una merma de un 40%. “En el país, en ese mismo período, se redujo en casi un 30% la formación bruta de capital fijo, es decir, las inversiones que incrementan la capacidad productiva de una economía”.

Los gastos efectuados por las empresas para innovar se concentran en tres tipos de actividades: adquisición de máquinas y equipos, inversiones en actividades internas y en actividades externas de I&D. Entre los recursos invertidos en 2017, fueron 25.600 millones de reales para I&D internos, 21.200 millones de reales se destinaron a la compra de maquinaria y 7 mil millones de la misma moneda a la adquisición externa de I&D. En el segmento industrial, el porcentaje destinado a la inversión en máquinas disminuyó tanto que, por primera vez en la serie histórica de la investigación, ese ítem cayó al segundo puesto, siendo superado por los gastos en I&D internos. “Esto puede constituir un indicador de un proceso de caída en la disposición y capacidad innovadora de las empresas en los años subsiguientes”, dice Ferraz.

Se registró una merma significativa en la cantidad de empleados ocupados en actividades internas de I&D en las empresas. En 2014, había 52.905 investigadores y 20.560 técnicos trabajando en empresas industriales, de servicios y de electricidad y gas, mientras que en 2017 ese contingente se redujo a 41.036 investigadores y 17.396 técnicos. “Es un indicador impresionante y la disminución fue más significativa en la industria de transformación”, dice André Furtado. “En la industria automovilística, por ejemplo, el personal ocupado en I&D descendió casi a la mitad. Esto es un reflejo de un fuerte movimiento de desindustrialización”.

Al analizar los datos sectoriales de la Pintec, Furtado constató movimientos peculiares. “Cuando se observa la intensidad de I&D de las industrias, puede notarse que la caída fue menos significativa en los sectores ligados a la exportación, tales como el agronegocio, la industria extractiva y la de alimentos. En tanto, en lo referente a la industria electrónica y de dispositivos eléctricos y máquinas, la reducción de la inversión en I&D fue muy firme, como así también en el segmento del petróleo, que acusó el impacto de la reducción de las inversiones de Petrobras”, dice. Otros sectores, tales como el de la industria aeronáutica y la de equipos de transporte registraron un desempeño mejor. “No tengo dudas de que eso está relacionado con una política de pedidos tecnológicos del gobierno”, sostiene, en referencia, por ejemplo, al desarrollo en Embraer del avión carguero KC-390 para la Fuerza Aérea Brasileña. Según el economista, hay evidencias de que el gobierno intentó compensar la reducción de inversiones en innovación con políticas segmentadas, aunque haya faltado crédito para la adquisición de maquinarias.

Ferraz, de la UFRJ, hace hincapié en un dato intrigante en la Pintec: la relativa estabilidad de los gastos de las empresas en actividades internas de I&D, que evidencian el esfuerzo creativo de las empresas en innovación. En 2017, esos gastos sumaron el 0,74% de los ingresos netos de las empresas, algo menor al 0,77% registrado en la investigación de 2014. “Ese nivel es bajo, pero se mantiene ahí desde hace al menos 20 años, independientemente de los vaivenes de la economía, algo que demuestra una cierta resistencia –tanto para la caída como para el crecimiento– muy arraigada en las empresas, sobre todo en las del segmento industrial”, dice. Según él, esa resiliencia impone desafíos para una reformulación de las políticas, que no han sido capaces de quebrar esa rigidez.

La pérdida de bríos de la innovación era una consecuencia que estaba contemplada a partir de la retracción económica, pero la misma se acentuó debido a factores adicionales, dice la economista Fernanda de Negri, coordinadora del Centro de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea). Uno de ellos fue la reducción drástica de las inversiones en I&D de Petrobras. “Por si sola, en 2014 Petrobras sumaba el 10% de las inversiones nacionales en I&D, pero luego redujo esas inversiones casi a la mitad entre 2014 y 2017”, afirma. Otro agravante fue el recorte de políticas públicas que aseguraban la financiación a la innovación. Según se consigna en un informe técnico sobre los resultados de la Pintec, divulgada por el Ipea, el crédito otorgado a la innovación por la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep) y por el BNDES cayó de 8 mil millones de reales en 2014 a 4.300 millones de reales en 2017. “En tanto, la subvención de proyectos de innovación, uno de los instrumentos principales de fomento de la innovación de la Finep y el más adecuado para las innovaciones de mayor riesgo, virtualmente desapareció en 2017”, dice Negri. Hubo una excepción, que fue la Ley del Bien, que benefició al 4,7% de las empresas, frente al 3,5% en el trienio anterior. “Pero incluso la Ley del Bien fue menos utilizada de lo que podría haberlo sido, pues durante ese período cundió una gran incertidumbre sobre si seguiría existiendo o no”.

En la Pintec de 2014, dice Negri, ya había un sesgo de retroceso, pero las cifras generales se vieron compensadas por el buen desempeño del segmento de las telecomunicaciones. “En aquella época, constatamos que las inversiones realizadas por las telefónicas cobraron impulso a partir de la organización de grandes eventos como fue el caso de la Copa Mundial de Fútbol”, explica. Ese fenómeno no se repitió entre 2015 y 2017, pero eso podría haber sido distinto, según la economista. “Si la reglamentación de las redes 5G no se hubiera retrasado, las inversiones en innovación para implementar las nuevas tecnologías habrían sido mayores en ese período”.

Pedro Wongtschowski pone énfasis en la fragilidad de las pequeñas y medianas empresas innovadoras en el país que quedó en evidencia en la Pintec. Según él, las inversiones se concentran en dos tipos de empresas, las de gran porte, con muchos empleados, que concentran la mayor parte de la inversión en innovación, y las startup de base tecnológica, que en muchos casos no se analizan en la investigación del IBGE porque se encuentran por debajo del límite mínimo de 10 empleados. “El gran gap está en las pequeñas y medianas empresas”, dice Wongtschowski. “Estas se topan con mayores dificultades para acceder a los mecanismos de financiación, porque esas financiaciones exigen regularidad fiscal y garantías que estas suelen no poder ofrecer”. Y menciona la importancia de generar nuevos instrumentos para financiar la investigación en innovación en las compañías de ese porte, tomando como ejemplo lo que hace la FAPESP con su Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (Pipe). “En la coyuntura actual, el modelo de programa de la FAPESP cobra mayor relevancia”, dice.

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