Una colina triangular y un esqueleto de ballena montado en 1972 por el oceanógrafo francés Jacques Cousteau despuntan en ese paisaje tan mutable. Las fotografías tomadas entre finales de la primavera (noviembre de 2023) y el verano (diciembre y enero siguientes) dejan en evidencia de qué manera la Antártida ni siempre está cubierta de hielo. El proyecto intitulado “Las múltiples caras del carbono orgánico y los metales en el ecosistema antártico” (Carbmet) monitorea desde 2020 cómo los compuestos trasladados por el deshielo afectan al agua del mar, el aire y los sedimentos en este ambiente costero en la bahía Almirantazgo, donde se encuentra la base brasileña Estación Antártica Comandante Ferraz. La idea es comprender el impacto ambiental de los notables cambios estacionales.
Imágenes enviadas por Gabrielle Vieira Lube (estudiante de maestría) y Amanda Camara de Souza (estudiante de doctorado), del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo (IO-USP)
Republicar