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Innovación

Crece el aporte de los ángeles inversores

La tecnología de la información, la biotecnología, la educación y el agronegocio son las áreas más buscadas

Carreiras aDANIEL BUENOEl aporte de capital de inversores ángeles es responsable de la transformación de diversos proyectos innovadores de startups en casos de éxito comercial. En Brasil, uno de los más emblemáticos y antiguos es el de Bematech, de Curitiba. En 1991, un grupo de ocho empresarios invirtió 150 mil dólares en la idea de dos estudiantes de ingeniería electrónica que habían desarrollado sistemas para impresoras matriciales a cambio de un 50% de participación en la empresa. El proyecto que desarrollaron los estudiantes había sido aceptado en 1989 como el primer emprendimiento de la en ese entonces recién fundada Incubadora Tecnológica de Curitiba. Hoy en día la empresa es proveedora de soluciones para la automatización comercial en varias áreas, posee cuatro centros de I&D y presencia en Brasil, China, Taiwán, Estados Unidos, Argentina, Chile, Portugal y México. “Antes de buscar la inversión de ángeles, el investigador que desea convertirse en emprendedor debe prospectar el mercado y entender las necesidades del cliente, además de elaborar un prototipo del producto desarrollado”, dice el ingeniero electrónico Cassio Spina, fundador
y presidente de Anjos do Brasil, una organización que se encarga de acercar a entre emprendedores e inversionistas. Spina hace hincapié en que la primera cuestión que analizan los inversores antes de tomar la decisión de invertir es el nivel de innovación de la investigación o el producto. Entre los sectores que más buscan los ángeles hoy en día se encuentran los de biotecnología,  educación, agronegocio y tecnología de la información. “Es necesario que el negocio tenga escala y pueda crecer sin requerir una gran suma de capital, aparte de contar con potencial de acción de mercado de mínima a nivel nacional.”

HBS Alumni Angels of Brazil, un grupo de inversionistas formado por exalumnos de la Universidad Harvard, de Estados Unidos, también tiene el objetivo de promover el encuentro entre emprendedores e inversores. “En nuestro caso, algunos de esos inversores son los propios miembros del grupo”, dice el ingeniero mecánico con maestría en administración Magnus Arantes, presidente del grupo y responsable de su implementación en Brasil. Invitado por Harvard Angels Global para formar el grupo brasileño, conversó inicialmente con 30 exalumnos para estudiar el interés en la iniciativa, y durante el primer semestre de 2012 se hizo efectiva la presentación oficial. Actualmente son 96 participantes. “Brasil forma parte de un grupo global con 15 organizaciones de ocho países”, dice Magnus.

La presentación de los proyectos que recibirán las inversiones se concreta a través de tres caminos: conocer a un exalumno de Harvard; ser recomendado por instituciones que los ángeles conozcan, tales como fondos de inversión y universidades, o inscribirse a través del sitio web del grupo. Entre los criterios de selección están que el producto o servicio se encuentre en el mercado y sea rentable, que sea altamente escalable y que tenga alguna barrera de entrada, tal como una patente, por ejemplo. El grupo tiene cuatro empresas en su cartera – de tecnología aplicada a la educación, de tecnología de firma digital de documentos, de una aplicación para la automatización de ventas y una agencia de intercambio digital–, en las cuales se invirtieron 5 millones de reales en total. “Hemos analizamos más de 250 empresas, de las cuales 12 siguen apoyándonos, pero no con inversión económica”.

La inversión ángel no es un préstamo. “Es una inversión a cambio de participación en la empresa”, subraya Spina. La relación entre el emprendedor y el inversor se concreta mediante un contrato societario. El inversor tiene una participación minoritaria y actúa como consejero de los fundadores de la startup. “Uno de los grandes desafíos de este modelo en Brasil reside en la falta de mecanismos legales de protección”, informa. “Acá no existe distinción entre inversionista y socio de la empresa.” Por ese motivo, sólo al final del contrato se efectúa la conversión del valor invertido en participación en la empresa.

 

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