En 1690 un terremoto estremeció la tierra, derrumbó árboles y generó un oleaje tal en el río Amazonas que inundó poblados. Con pocos testimonios capaces de dejar registros, el conocimiento acerca de ese evento se resume a los escritos de Samuel Fritz y Felipe Betendorf, jesuitas que realizaban misiones de evangelización entre los nativos de la época. El geólogo Alberto Veloso, profesor retirado de la Universidad de Brasilia reexaminó el gran terremoto a la luz del conocimiento sismológico actual (Anais da Academia Brasileira de Ciências, edición de septiembre). Así llegó a la conclusión de que esa descripción es verosímil y concuerda con deformaciones en la corteza terrestre planteadas recientemente para esa región. Él estima que el terremoto alcanzó una magnitud 7 y su epicentro fue en la costa izquierda del Amazonas, a unos 45 kilómetros de donde hoy se asienta Manaos. Con base en la historia sísmica del país, Veloso prevé que un evento de tal magnitud se repetiría cada 500 años. En su opinión, ya es hora de utilizar a la sismología moderna para explorar indicios de ese y de otros temblores antiguos para comprender lo que podría ocurrir en el futuro. Un temblor como el de 1690 podría causar una destrucción considerable en las ciudades actuales.
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