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EVENTO

El futuro de la ciencia

Un foro mundial congrega en Río de Janeiro a investigadores de más de 100 países para debatir temas tales como la educación científica, el desarrollo sostenible y la ética

estampafinal2 SANDRA FRIASLos retos que afrontarán los gobiernos y la comunidad científica en los próximos años, tales como el fortalecimiento de la educación científica, la adopción de políticas tendientes a garantizar la ética en la investigación y la transformación del conocimiento en desarrollo social, fueron debatidos por representantes de 120 países en el marco del 6º Foro Mundial de Ciencia, llevado a cabo entre los días 24 y 27 de noviembre en Río de Janeiro. Alrededor de 700 investigadores, autoridades y emprendedores de todos los continentes participaron en el evento, que tuvo como tema central el de Ciencia para el Desarrollo Sostenible Global. El foro, que se realiza cada dos años en Hungría, por primera vez tuvo como sede otro país. “El gran desafío radica en señalar el rol de la ciencia para diseñar un mundo mejor, reduciendo las desigualdades regionales”, dijo el matemático Jacob Palis, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC), quien coordinó el evento en colaboración con la Academia Húngara de Ciencias.

Las sesiones plenarias comenzaron con un debate sobre el rol de la ciencia en la superación de las desigualdades. La economista Linxiu Zhang, vicedirectora del Centro Chino para Políticas en la Agricultura, mostró cómo el crecimiento económico de China ha resultado insuficiente para reducir las desigualdades, revelando frágiles resultados en las áreas rurales del país. “En el campo, nuestros estudios muestran que el 40% de los alumnos no concluye la enseñanza media”, citó a modo de ejemplo. “Debemos lograr equidad en lo que respecta al capital humano, es decir, en lo referente a la educación y a la salud”, dijo. El inglés John Burn, profesor de genética clínica en la Newcastle University, del Reino Unido, habló sobre la experiencia del consorcio del Proyecto Varioma Humano, una iniciativa global creada en 2006 en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que se plantea la reducción de enfermedades de origen genético por medio del intercambio de datos sobre alteraciones genómicas. “Conocemos completamente el ADN humano, pero ésa no es la solución. Se necesita saber cómo interpretarlo. Si todos comparten esa información, podremos reducir drásticamente el riesgo de enfermedades”, afirmó.

La integridad científica fue el eje de una de las sesiones. Ernest-Ludwig Winnacker, director general del International Human Frontier Science Program (HFSP), una organización sin fines de lucro con sede en Estrasburgo (Francia), presentó un panorama de los problemas relacionados con la ética en la investigación científica, citando datos de un reciente reportaje de la revista The Economist. “El conjunto de problemas abarca la imposibilidad de reproducir resultados de datos y de estudios clínicos, errores estadísticos, vulnerabilidad en el proceso de evaluación por pares, además de casos de incompetencia, fraudes y plagios”, sostuvo. Paulo Beirão, docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, quien colaboró en la creación del Comité de Integridad Científica del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), se refirió al rol de las agencias de apoyo a la investigación científica y citó la declaración de principios sobre integridad científica divulgada por el Global Research Council, que planteó recomendaciones a los organismos de fomento, tales como incentivar a instituciones y universidades para que implementen políticas de buenas prácticas científicas, la capacitación permanente de investigadores y estudiantes y promover la investigación de casos sospechosos, además de la incorporación de la integridad científica como condición para el financiamiento de investigadores e instituciones. La FAPESP ya está implementando esas disposiciones a partir de la publicación de su Código de buenas prácticas científicas, en 2011.

Una de las conclusiones de la sesión fue que aún faltan estudios detallados sobre el tema, indispensables para establecer políticas en forma eficiente. “Algunos estudios indican que una gran cantidad de casos de mala conducta no llegan a ser reportados o investigados. La realidad es que aún no tenemos respuestas a muchos planteos porque solamente conocemos una parte del problema”, dijo Nicholas Steneck, director del programa de integridad y ética en la investigación del Michigan Institute for Clinical and Health Research, de Estados Unidos.

Steneck despertó una polémica en el foro al proponer una disminución de la cantidad de doctores egresados en ciertas áreas, como medida para contener la competencia exagerada entre investigadores, que se apunta como una de las causas de la mala conducta. Helena Nader, presidenta de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, recordó que la realidad brasileña es diversa y que el número de doctores, aunque se encuentra en crecimiento, aún resulta insuficiente para atender las necesidades del país y de la ciencia nacional. En una mesa redonda sobre jóvenes científicos, el brasileño Eduardo Viotti, asesor del Senado Federal, retomó el tema, revelando, con datos, que la sugerencia no podría aplicarse en países tales como Brasil, China e la India, pues precisan más investigadores.

Un debate al respecto de ciencia e innovación introdujo un abanico de perspectivas en relación con el desafío de transformar el conocimiento generado en las universidades en aplicaciones. Umar Buba Bindir, jefe de la Oficina de Promoción y Adquisición de Tecnología de Nigeria, planteó las dificultades de su país, que cuenta con más de 120 universidades y es uno de los que más invierten en ciencia en el continente africano. “La realidad es que, pese a las inversiones y las necesidades de nuestra población, todavía innovamos muy poco”, informó. Inmediatamente después, la investigadora Reiko Kuroda, del Consejo de Ciencia de Japón, exhibió las estrategias de su país para mantenerse como potencia tecnológica, y Carlos Tadeu Fraga, gerente ejecutivo de Petrobras, relató el esfuerzo de investigación y desarrollo de Brasil para explotar el petróleo de la capa presal.

Diversidad
El vicepresidente de la FAPESP, Eduardo Moacyr Krieger, quedó impresionado con la diversidad de experiencias que reveló la sesión. “La diversidad es natural, Cada país tiene su problema. Lo que queda claro es que Brasil ya ha superado la fase de aprender a hacer ciencia y capacitar recursos humanos. Ahora la cuestión es perfeccionar la calidad de nuestra ciencia”, sostuvo. “El gran desafío pasa por transformar el conocimiento científico en desarrollo económico y social, y la FAPESP ha cumplido un rol importante en esta tarea, mediante programas que promueven colaboraciones entre empresas e instituciones de investigación paulistas, además de la innovación en pequeñas empresas”, dijo.

La sesión de clausura del foro aprobó una declaración final con cinco recomendaciones para gobiernos, formuladores de políticas públicas y científicos. El documento sugiere, en primer lugar, el avance de la cooperación internacional y la coordinación de acciones nacionales, especialmente en temas tales como infraestructura de investigación y acceso al conocimiento, con el objetivo de que la ciencia contribuya al desarrollo sostenible.

La segunda propuesta consiste en concederle prioridad a las actividades en el campo de la educación básica y científica para reducir las desigualdades sociales y promover la ciencia y la innovación. La tercera sugiere acciones para preservar la integridad científica, mediante la adopción de un código de conducta compartido por instituciones y científicos de todo el mundo. De acuerdo con la declaración, los científicos deben conducirse con “honestidad intelectual, objetividad e imparcialidad, veracidad, justicia y responsabilidad”. La cuarta recomendación solicita mayor diálogo entre los gobiernos, la sociedad, la industria y los medios de comunicación en torno a las temáticas relacionadas con la sostenibilidad. Finalmente, el documento propone la adopción de mecanismos sostenibles para la financiación de la ciencia, señalando su preocupación por los recortes en el presupuesto para la ciencia sufridos por varios países a partir del comienzo de la crisis financiera internacional.

Según Jacob Palis, la contribución de los siete encuentros preparatorios realizados  en varios estados desde el año pasado ‒el primero de ellos organizado por la FAPESP durante el mes de agosto de 2012, en la capital paulista‒ fue aprovechada en el documento final. La educación para reducir las desigualdades, por ejemplo, fue una propuesta brasileña, incorporada inmediatamente en el comienzo del debate del mencionado  documento, dijo Palis. A su vez, éste elogió la calidad de los debates que se realizaron en el foro en temas tales como bioenergía, que congregó a expertos de Estados Unidos, China, Holanda y Sudáfrica. La capacidad de producción de biocombustibles en América Latina y África fue abordada por Luis Augusto Cortez, profesor de la Universidad de Campinas y coordinador adjunto de Programas Especiales de la FAPESP. “El etanol brasileño constituye un buen ejemplo de la producción de biocombustibles, pero acaso deba proponerse un modelo diferente, particularmente para África”, sostuvo.

Durante la sesión de clausura, József Pálinkás, presidente de la Academia Húngara de Ciencias, invitó a los participantes para el próximo Foro Mundial de Ciencia, que se realizará en Budapest, en noviembre de 2015. En 2017, el evento volverá a llevarse a cabo en un país colaborador; en ese caso, en Jordania.

Experiencias inspiradoras
Una sesión plenaria aborda experiencias en educación científica

En el marco de una sesión plenaria en el Foro Mundial de Ciencia, se presentaron proyectos exitosos en el campo de la educación científica. Pierre Léna, miembro de la Academia de Ciencias de Francia, narró la experiencia de la Fundación La main à la pâte, que desde 1996 promueve la familiarización de los alumnos de la enseñanza básica con los procedimientos de investigación científica. El programa asocia la práctica del cuestionamiento con la realización de experimentos por los alumnos. Se invita a los niños a observar un fenómeno y realizar experimentos relacionados con el mismo. Mientras investigan, discuten las ideas y los resultados para construir su conocimiento. Las actividades se organizan de manera tal que permitan generar una progresión del aprendizaje.

La sede del X Lab en Alemania: cursos y campamentos

M.FERBERLa sede del X Lab en Alemania: cursos y campamentosM.FERBER

Se destinan al menos dos horas semanales a la exploración de un mismo tema durante el transcurso de varias semanas. “Cualquier proceso de la naturaleza, incluso los más sencillos, pueden contribuir a la enseñanza de la ciencia”, dijo Lená. Los desafíos, según él, consisten en un inicio precoz, entre los 6 y los 12 años, la utilización de ejemplos reales e interesantes, la capacitación docente y la apertura de las escuelas para que las familias y la comunidad conozcan y participen en el programa. La main à la pâte generó proyectos piloto en varios países, tales como Chile, Estados Unidos, Alemania, Australia y México, y en Brasil inspiró el proyecto Mão na Massa, desarrollado en varias ciudades bajo la coordinación de la Academia Brasileña de Ciencias. Según Lená, el tiempo de los experimentos piloto ya pasó. “Sabemos que funciona. Ahora el tema pasa por difundir la experiencia a gran escala”, sostuvo.

En el nivel de la enseñanza media, la bioquímica Eva-Maria Neher presentó el proyecto del X Lab, un conjunto de laboratorios experimentales muy bien equipados destinados a establecer un puente entre el aprendizaje de la enseñanza media y el de la universidad. El X Lab, instalado en un edificio colorido en el campus de la Universidad de Göttingen, en Alemania, donde cada planta está destinada a un campo del conocimiento, dispone de 80 cursos de hasta tres semanas de duración en áreas tales como neurobiología, biología, ecología, física y química, bajo la coordinación de investigadores. A los cursos, impartidos en inglés, asisten alumnos de diversos países, como por ejemplo China, Holanda y Ucrania. “Los jóvenes realizan los experimentos y ahí no hay docentes, sino científicos”, informó Neher. También se organizan, en los meses de junio y julio, campamentos de verano para alumnos de la enseñanza media y de carreras de grado, donde se imparten cursos experimentales de química, física y biología. En enero, el programa cambia el inglés por el alemán. Alumnos y docentes de las ciudades cercanas participan del Festival de la Ciencia, mediante conferencias y actividades que cuentan con la presencia científicos famosos, entre ellos algunos ganadores del Premio Nobel.

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