Es posible que unos pocos aún duden de que el cierre de los comercios y lugares de esparcimiento, sumado a las recomendaciones de quedarse en casa y evitar el contacto con otras personas, haya restringido la propagación del virus Sars-CoV-2. Para calcular el impacto de la restricción de la movilidad en la diseminación de una infección, un grupo coordinado por el científico de la computación Heitor Ramos, de la Universidad Federal de Minas Gerais, analizó los datos del desplazamiento recabados durante seis meses de 2020 en cinco capitales brasileñas (São Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre y Fortaleza) mediante una aplicación que indica las trayectorias en el tránsito. A partir de esta información, el equipo simuló lo que ocurriría en dos escenarios extremos: sin imposición de restricciones a los desplazamientos y con el establecimiento de un lockdown [aislamiento o cierre total] tras el primer caso. El resultado: sin las restricciones a la movilidad y sin que los ciudadanos adopten medidas de prevención (uso de mascarillas, aislamiento social), la curva de contagios crece rápidamente y alcanza un pico decenas de veces mayor que lo informado por el sistema sanitario. Asimismo, si los gobiernos hubiesen decretado el lockdown inmediatamente después del primer caso, además de retrasar el pico, habría una disminución abrupta de las infecciones (PLOS ONE, 7 de diciembre)
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