Es el centro de investigaciones espaciales más importante de Brasil, y llega a su 60º aniversario con un presupuesto reducido, la continuidad de algunos proyectos importantes indefinida y grandes retos por delante
Una vista detallada de la estructura externa del satélite de observación de la Tierra Amazonia-1, durante su montaje
Léo Ramos Chaves
El 3 de agosto pasado, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) cumplió seis décadas de existencia. El organismo, creado al comienzo de la carrera espacial que protagonizaron Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, con el propósito de desarrollar investigaciones, tecnologías y aplicaciones vinculadas al sector espacial, se consolidó como una de las instituciones científicas más importantes de Brasil. A lo largo de su historia, se ha destacado por realizar investigaciones pioneras en los campos de la astrofísica, la aeronomía (el estudio de las capas altas de la atmósfera), el clima espacial, la meteorología y los cambios climáticos. También adquirió fama por un exitoso programa de desarrollo de satélites y otros artefactos espaciales, por introducir en el país el pronóstico moderno del tiempo, basado en modelos procesados por supercomputadoras, y por la implementación del monitoreo ambiental, centrado en la selva amazónica, realizado con la ayuda de imágenes satelitales. También cobró notoriedad por su activo programa de posgrado, del que han egresado más de 1.000 doctores y casi 2.500 magísteres.
Con todo, estos tiempos de celebración están signados por la preocupación con la coyuntura actual y las perspectivas futuras del instituto, cuya sede se encuentra en la localidad de São José dos Campos, en el interior del estado de São Paulo, y que está presente en otros seis estados de la federación brasileña. Bajo severas restricciones presupuestarias, una progresiva pérdida de cuadros en su personal, las críticas de algunas alas del gobierno federal, que ponen en duda los datos divulgados por el organismo, y sometido a una reciente reestructuración organizativa que ha sido cuestionada por su personal, el Inpe se enfrenta a uno de los momentos más delicados de su historia y tiene enormes desafíos por delante para dar continuidad a los proyectos en curso y poder ejecutar nuevos emprendimientos científicos y tecnológicos.
“El Inpe es uno de los institutos de investigación científica más nobles de Brasil, pero, desgraciadamente, está atravesando una situación muy difícil desde el punto de vista de su sostenibilidad. Pese a su importancia y a su amplio reconocimiento internacional, ha perdido en los últimos años mucho del apoyo con el que contaba, no solo en materia financiera, analiza el físico Ricardo Galvão, director del organismo entre 2016 y 2019. “En las conversaciones que mantuve con varios colegas, percibo claramente un sentimiento de preocupación y desánimo en cuanto al futuro de la institución”.
La estrechez financiera es uno de los problemas más graves que afectan al organismo, opinan varios los aproximadamente 20 entrevistados –empleados, investigadores del Inpe, entre los que se cuentan el director actual y tres de sus antecesores, y expertos del sector espacial– contactados para este reportaje. El presupuesto del Inpe está compuesto casi en su totalidad por transferencias del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI), cartera a la cual se encuentra vinculado, y de la Agencia Espacial Brasileña (AEB). Hay instituciones de fomento de la ciencia, como es el caso de la FAPESP y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), que financian varios proyectos de investigación del instituto, pero no la infraestructura ni los sueldos de los empleados e investigadores. El presupuesto actual es uno de los más bajos de su historia: 75,8 millones de reales. A valor real, estos recursos, previstos por la Ley Presupuestaria Anual (LOA, por sus siglas en portugués), representan menos de la mitad de lo percibido en 2020 y alrededor de un 15 % de las asignaciones recibidas en 2010. Desde entonces, ha habido una reducción gradual (véase la infografía en la página 35).
La restricción presupuestaria tiene varias consecuencias. Una de ellas es el retraso en la definición de la continuidad de proyectos relevantes en el área espacial, como los satélites de observación de la Tierra de la Misión Amazonia, cuyo primer aparato fue puesto en órbita en el mes de febrero, y los del programa Sino-Brasileño de Recursos Terrestres (CBERS), una exitosa operación conjunta con China que ya lleva más de 30 años (lea el artículo). La fragilidad financiera también pone en jaque el funcionamiento a pleno del instituto. Dos dispositivos importantes, la supercomputadora Tupã (trueno, en guaraní) y el Laboratorio de Integración y Test (LIT), uno de los 27 que forman parte del organismo, corren riesgos de quedar operando solo en forma parcial.
El superordenador Tupã, tal como se denominó al modelo Cray XE-6, se encarga de los pronósticos del tiempo y del clima, el tratamiento y la recolección de datos meteorológicos, el monitoreo de incendios y la emisión de alertas climáticos. Su uso también es esencial para la investigación y el desarrollo científico. Los datos generados se utilizan para tomar decisiones en segmentos importantes de la economía, tales como la agricultura, la generación de energía, el transporte, la defensa civil y el turismo.
Los expertos temen que la desconexión de Tupã –a causa del alto consumo de energía, sumado al hecho de que va llegando al final de su vida útil– provoque un apagón de datos meteorológicos. La situación es más preocupante, si cabe, a raíz de la grave crisis hídrica que padece el país. En junio, mediante una carta abierta firmada por ambientalistas y encabezada por el Instituto Brasileño de Protección Ambiental (Proam), se solicitó la adopción de medidas tendientes a “garantizar la continuidad del monitoreo que realiza el Inpe, con énfasis en el funcionamiento óptimo del CPTEC [Centro de Pronóstico del Tiempo y Estudios Climáticos], con el seguimiento y el procesamiento efectivo de los datos producidos por la computadora Tupã”.
El LIT, a su vez, es una de las estructuras más complejas del Inpe. Es el mayor laboratorio de su tipo en América Latina, compuesto por un conjunto de instalaciones que se utilizan para el ensamblado, la integración y la puesta a punto de los satélites artificiales. Sus instalaciones resultan esenciales para que Brasil pueda acopiar conocimiento para el desarrollo de esos artefactos. El LIT también se emplea para probar productos del mercado, tales como automóviles y dispositivos electrónicos, generando ingresos adicionales para la institución.
El satélite CBERS-4A siendo sometido a las pruebas de compatibilidad electromagnética en la cámara anecoica del LITInpe
Clezio Marcos De Nardin, investigador que ha hecho carrera en el Inpe desde 2004 y que asumió como director de la institución en 2020, asume que están pasando por aprietos financieros, pero aduce que las dificultades son generalizadas. “Brasil no se encuentra en la mejor situación económica. Este es un año muy malo para todos los ministerios. El gobierno en su conjunto está sometido a restricciones, pero tenemos indicios de que nuestro presupuesto crecerá el año próximo”.
En cuanto a Tupã, De Nardin explica que el artefacto “es vetusto, hay partes que van caducando, no hay contrato de mantenimiento y consume demasiada energía”. Por esa razón, dice, será desconectado. “Se trata de una disposición administrativa para ahorrar energía. Pero el Inpe posee otra supercomputadora, la XC50, adquirida en 2017. Y en reemplazo de Tupã hemos comprado una computadora Dell, del tipo HPC [High Performance Computer], por 720.000 dólares, que arribará en algunas semanas más”. Asimismo, según aclara De Nardin, el Inpe está por concretar el proceso de adquisición de una nueva supercomputadora, más eficiente y económica que Tupã. “No se desconectará nada antes de disponer de un reemplazo equivalente”.
El meteorólogo Gilvan Sampaio, a cargo de la Coordinación General de Ciencias de la Tierra, que incluye al CPTEC, explica que XC50 ya se ocupa del pronóstico del tiempo y del clima del país. “Tupã se está utilizando para las investigaciones y proyecciones del clima a largo plazo, es decir, para la simulación de escenarios climáticos de los próximos años y décadas, que son importantes para diversas actividades, tales como la producción agrícola, la generación de energía, el transporte y abastecimiento de agua”, dice. “Su desconexión afectará a estas áreas”.
En tanto, el director del Inpe justifica la inactividad momentánea del LIT ante la falta de satélites que probar. “Actualmente no estamos construyendo ningún gran satélite. Por ende, desde el punto de vista administrativo, no se justifica mantener en funcionamiento el gran LIT. Con el ala pequeña es suficiente, porque ese laboratorio posee dos áreas, el ala grande y la pequeña. Con esto, estamos ahorrando fondos públicos”, dice De Nardin.
Imagen del río Amazonas obtenida por el satélite Amazonia-1Inpe
El presidente de la AEB, Carlos Moura, confirma que para 2022 está prevista una recomposición del presupuesto del Inpe. “El instituto ha padecido lo mismo que le sucede a una empresa cuando finaliza un proyecto importante. Se enfrenta a un bache, durante el cual ya no cuenta con el ritmo de inversiones que tenía cuando esos proyectos estaban en curso. Esto es lo que está pasando con el Inpe. Se trabajaba en los proyectos de los satélites CBERS-4A y Amazonia-1, puestos en órbita recientemente. Los dos grandes drenajes de recursos se acabaron. Así pues, las actividades se han vuelto más rutinarias hasta que aparezcan nuevos proyectos importantes”, declara.
El científico de la computación Gilberto Câmara, investigador jubilado del Inpe y director del instituto entre 2005 y 2012, opina diferente. “No coincido con que el Inpe esté atravesando un bache en su funcionamiento. Cuando asumieron los nuevos directivos, debería haber comenzado un proceso para darle continuidad a los proyectos de los satélites de teledetección Amazonia-2 y CBERS-5. Ya sería tiempo, por ejemplo, de haber arrancado con la contratación de la cámara del Amazonia-2”.
La pérdida de colaboradores La reducción de su plantilla también hace temer un colapso del instituto. En 1990, el Inpe tenía alrededor de 2.000 empleados; ahora son 744, de los cuales 144 se dedican a la investigación y 456 al desarrollo tecnológico, y el resto trabaja en el sector administrativo. En febrero del año pasado, el MCTI advertía sobre la gravedad de la situación. “En el Inpe, el tema de los recursos humanos es preocupante en lo que atañe a la continuidad de las actividades del instituto, en vistas de que su cuadro de empleados ha venido disminuyendo año tras año, a causa de las jubilaciones”, subraya el informe “Plazos del compromiso de gestión 2019”, elaborado por el ministerio.
“A unos 200 trabajadores les llegó la hora de jubilarse pero siguen en el Inpe para mantenerlo funcionando. Si decidieran retirarse, el Inpe se paralizaría y eso sería terrible”, analiza Galvão. Câmara se hace eco de los dichos de su colega. “La pérdida permanente de empleados e investigadores debilita enormemente al instituto. El mayor problema es que no se reemplaza al personal”, dice. “Es un problema de larga data, que afecta al instituto de manera desigual. El panorama es más grave en ingeniería que en las áreas científicas”.
La administración actual reconoce el problema. “No es una novedad para nadie [la merma en la plantilla de personal del Inpe]. Por distintos motivos, ningún gobierno anterior repuso los cuadros”, dice De Nardin. “Creo que se debería contratar más personal. El ministro Marcos Pontes, del MCTI quería hacerlo, y pide que haya un concurso público. Pero se impone la realidad, no la del Inpe, sino la del propio país. Muchos creen que los empleados públicos son demasiados. En mi opinión, en el área de la investigación científica, hay muy pocos”.
Además de hacer frente a la falta de fondos y de personal, hace dos años el Inpe fue objeto de una polémica que tuvo repercusión nacional e internacional, cuando los datos sobre la deforestación de la Amazonia generados por el organismo fueron puestos en duda por ministros del gabinete federal y por el propio presidente Jair Bolsonaro, quien acusó a la institución de inventar cifras. Aquel año, según los datos recabados por el instituto, la selva perdió 10.100 kilómetros cuadrados (km2) de bosques nativos (casi el doble de la superficie del Distrito Federal), el mayor índice que se haya registrado desde 2008.
Galvão, por entonces director del Inpe, salió en defensa de la institución, avalando la corrección y la veracidad de los informes. El enfrentamiento con el presidente culminó en su exoneración, en agosto de 2019, cuando aún le quedaba un año de mandato por cumplir.
Tres días después de la salida de Galvão, se anunció el nombramiento como director interino del oficial de la Fuerza Aérea Darcton Policarpo Damião, quien tiene un máster en teledetección otorgado por la institución. Una de sus primeras misiones fue la puesta en marcha de un plan de reestructuración organizativa, que implicó la reagrupación de las ocho grandes áreas de investigación y desarrollo del Inpe (ciencias espaciales y atmosféricas; pronóstico del tiempo y estudios climáticos; ingeniería y tecnología espacial; observación de la Tierra; ciencia del sistema terrestre; rastreo y control de satélites; laboratorio de pruebas e integración, y laboratorios asociados) en tres coordinaciones generales (ciencias de la Tierra; ingeniería, tecnología y ciencias espaciales, e infraestructura e investigaciones aplicadas).
Sala de operaciones meteorológicas del CPTEC, en el municipio de Cachoeira Paulista (São Paulo)Léo Ramos Chaves
En su momento, se justificó esa modificación como una forma de buscar sinergias y optimizar los recursos humanos y de infraestructura con vistas a lograr que el organismo fuera más eficiente. Sin embargo, la propuesta no fue bien recibida por parte del personal, que vislumbró en ella un intento de desguace de la institución. La carta abierta divulgada en julio del año pasado por un grupo de técnicos denunció que se estaba instaurando en el instituto “una estructura de gestión […] paralela, que opera, gobierna y decide sobre el Inpe, pero que no existe en la normativa administrativa”.
“La reestructuración no respeta al instituto y pretende amordazarlo de manera tal que nada funcione”, espetó Câmara. “Las instituciones tienen un alma. Las distintas áreas del Inpe, son orgánicas; surgieron por cuestiones concretas, según una lógica cabal. La fusión de áreas que estaban consolidadas en conjuntos sin una trayectoria común constituye un grave error. Es absurdo mezclar ingeniería de satélites con geofísica espacial, por ejemplo.
Los empleados entrevistados por Pesquisa FAPESP, quienes pidieron que sus nombres no se divulguen, aseguraron que la reestructuración “propició la instauración de un sistema jerárquico vertical que resulta perjudicial para el Inpe”. Según uno de ellos, en términos de optimización del personal el cambio podría funcionar, pero la elección de la nueva estructura no es interesante si se tiene en cuenta la historia del Inpe. “Y además fue una imposición”.
De Nardin impugna las críticas. “La reestructuración, que he defendido desde 2016, trajo beneficios evidentes y concretos. Ha posibilitado que la coordinación y las jefaturas puedan centrarse en aquello que realmente es importante. Era absolutamente necesaria y se discutió ampliamente con el personal. Puede que el resultado no sea del agrado de uno u otro grupo, pero eso es algo natural”, dice.
Concepción artística del radiotelescopio Bingo, que será instalado en el interior del estado brasileño de ParaíbaDifusión
Los proyectos en curso Pese al panorama que combina dificultades e incertidumbre, el Inpe no está paralizado. La reestructuración organizativa instauró una División de Satélites de Pequeño Porte, que está abocada a la fabricación de artefactos menores. “Hemos iniciado estudios centrados en plataformas de satélites de 10 kilogramos (kg), 30 kg y 100 kg, todos con propulsión eléctrica. Si hay disponibilidad de recursos, el modelo de vuelo del nanosatélite [el de 10 kg] estará listo en dos años”, dice el ingeniero electrónico Antonio Carlos Pereira, jefe de esa sección. “Serán satélites destinados a aplicaciones diversas, tales como observación de la Tierra, recabado de datos, experimentación científica y homologación tecnológica de nuevos componentes que se utilizarán en misiones futuras”.
También en materia de ingeniería y ciencia espacial, el instituto está trabajando en el desarrollo de un satélite científico, el Equars (Equatorial Atmosphere Research Satellite), destinado a obtener datos sobre la atmósfera en la región ecuatorial. Esta información serviría para entender mejor un fenómeno descubierto por los científicos del Inpe en 1976, las burbujas de plasma ionosféricas (lea el artículo). El Equars fue concebido como un satélite de la categoría de 100 kg. “Hemos podido avanzar en el desarrollo del instrumental científico que el satélite llevará a bordo [sensores ionosféricos, receptores de señales GPS, fotómetros, etc.]. Está previsto que esté listo dentro de tres o cuatro años”, informa De Nardin.
En el campo de la astrofísica, el Inpe es miembro de un consorcio internacional dedicado a la construcción de un radiotelescopio que explorará el pasado del Universo. Este dispositivo, bautizado con el nombre de Bingo, acrónimo en inglés de oscilaciones acústicas bariónicas en observaciones integradas de gas neutro, estudiará la energía oscura, asociada a la expansión del Universo. Será instalado en el municipio de Aguiar, en el interior del estado de Paraíba, y estará compuesto por dos paneles parabólicos gigantes, de unos 40 metros de diámetro, que recibirán la radiación del espacio y proyectarán su espectro en detectores metálicos denominados cornetas.
El proyecto es coordinado por el Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (USP) y cuenta con la participación de científicos de China, Sudáfrica, Reino Unido, Corea del Sur, Portugal y Francia. “Nos invitaron a participar en el proyecto a causa de nuestra experiencia en instrumentación en radioastronomía. Somos el colaborador principal de la USP y coordinamos la construcción del dispositivo”, informa el físico Carlos Alexandre Wuensche, jefe de la División de Astrofísica.
El radiotelescopio comenzará a operar parcialmente a comienzos de 2023. Hasta ahora, el proyecto dispone de fondos garantizados por un monto de 14 millones de reales, mayoritariamente (alrededor de 12 millones) aportados por la FAPESP. El resto corresponde a financiaciones del MCTI, de la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), de la gobernación del estado de Paraíba y de la Universidad de Yangzhou, en China. “En el mundo existen radiotelescopios mayores, más potentes y sofisticados que el Bingo, pero el proyecto y la calidad de su construcción hacen que este sea capaz de realizar mediciones con la misma calidad que los principales instrumentos en funcionamiento hoy en día”, dice Wuensche. “En la actualidad, es uno de los principales proyectos estratégicos del Inpe”.
Proyectos 1. El telescopio Bingo: una nueva ventana de 21 cm para la exploración del universo oscuro y otras cuestiones astrofísicas (nº 14/07885-0); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable Elcio Abdalla (USP); Inversión R$ 15.052.096,26 2. Un software de simulación para la misión Equars (nº 16/50154-2); Modalidad Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (Pipe); Convenio Pipe/Pappe Subvención; Investigador responsable Hélio Ikedo; Inversión R$1.367.434,50 3. Estudios de los procesos interactivos de los sistemas ionósfera-termósfera ecuatorial (nº 99/00437-0); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable Mangalathayil Ali Abdu (Inpe); Inversión R$ 1.480.139,79 4. Brazilian model of the global climate system (nº 09/50528-6); Modalidad Proyecto Temático: Cambios climáticos globales; Investigador responsable Carlos Afonso Nobre (Inpe); Inversión R$ 512.281,35 5. Desarrollo y calificación de un propulsor monopropelente de 5N para satélites (nº 03/07755-5); Modalidad Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (Pipe); Investigador responsable Humberto Pontes Cardoso (Fibraforte); Inversión R$ 399.026,25
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