Mientras camina por uno de los senderos del Vivero Municipal Manequinho Lopes, en el Parque Ibirapuera de la capital paulista, la bióloga Anelisa Magalhães escudriña en busca de una visitante frecuente que en aquella mañana lluviosa de abril aún no había aparecido. “Ahí está acurrucada”, dice con entusiasmo, al avistar a la lechuza en lo alto de un árbol. El ave representa a una de las 1.113 especies de animales silvestres que habitan las plazas, parques y otros espacios verdes de la ciudad de São Paulo. Ese contingente quedó registrado en un trabajo que empezó a realizar Magalhães y su equipo hace 26 años, en la división de fauna del Departamento de Parques y Áreas Verdes (Depave) de la municipalidad paulistana, que formó parte, en diciembre de 2016, de la publicación del Inventário da biodiversidade de São Paulo en una de las ediciones del Diário Oficial de la ciudad.
El inventario también cataloga 4.768 especies de plantas, de las cuales 3.584 son autóctonas del municipio, recopiladas por equipos coordinados por el biólogo Ricardo Garcia, curador del Herbario Municipal, que salen al campo a recoger e identificar ejemplares desde mediados de los años 1980. Es la primera vez que la Secretaría Municipal del Verde y el Medio Ambiente divulga en un único documento registros de especies de la flora y fauna identificadas en 138 áreas de la capital paulista. El objetivo de ese estudio es proveer datos para la instauración de estrategias de conservación de la biodiversidad en la metrópoli, sirviendo como herramienta de monitoreo ambiental. “Esperamos que estos datos puedan utilizarse en programas de educación ambiental y en investigaciones sobre ecología urbana, por ejemplo”, sugiere Magalhães.
El trabajo constituye un compendio de informaciones recabadas en mapeos que se llevaron a cabo en años anteriores y también contiene novedades. Uno de los datos más destacables indica que, del total de especies animales registradas, 92 figuran en la lista de especies amenazadas de extinción en el estado de São Paulo. Así como por un lado hay peligro, por el otro despuntan sorpresas prometedoras. Se identificaron mamíferos de gran porte a los cuales se los creía extinguidos en el municipio. Ese es el caso del jaguar o yaguareté, localizado en el Núcleo Curucutu del Parque Estadual Serra do Mar, en el extremo sur de la ciudad, registrado en enero de 2016 por un equipo de la organización ProCarnívoros. La presencia de ese ejemplar sugiere que la biodiversidad en la región puede hallarse en un grado de conservación más elevado que en el pasado, comenta Magalhães. En 2010, hubo un hallazgo similar, cuando el equipo de la municipalidad identificó ejemplares de mono araña muriqui del sur (Brachyteles arachnoides), un primate endémico del Bosque Atlántico, en la reserva de Capivari-Monos.
El reconocimiento de la flora también llamó la atención. “Identificamos 35 especies que nunca habían sido documentadas”, dice Garcia. Entre ellas se encuentran: Hypochaeris albiflora, de la familia de las asteráceas (la misma que incluye al girasol y a la margarita), Bulbostylis subtilis, de la familia de las ciperáceas, y Marlierea regeliana, de la familia de las mirtáceas. Dieciocho de las especies presentes en la capital paulista son exclusivas del Cerrado, la sabana brasileña, y cinco de ellas fueron registradas recientemente en ambientes naturales. La especie Mimosa debilis, de la familia de las fabáceas, constituye un buen ejemplo.
La riqueza de la biodiversidad en la capital paulista no es algo exclusivo de las zonas cercanas a lo que se denomina el cinturón verde de São Paulo, donde están localizadas áreas de bosques espesos, tales como la Serra da Cantareira y la Serra de Itapeti. El inventario muestra que, en las localidades donde predomina la urbanización también se detecta una gran diversidad de plantas y animales silvestres que sobreviven rodeados de edificios y asfalto. “Este, acaso sea el principal aporte del inventario”, dice el biólogo Carlos Joly, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp). “El estudio apunta que, incluso en una gran metrópolia como São Paulo uno puede entrar en contacto con la naturaleza. Mucha gente piensa que para contactarse con la biodiversidad necesita viajar a la Amazonia”, agrega Joly, quien se desempeña como coordinador del programa Biota-FAPESP, de caracterización, conservación, restauración y manejo sostenible de la biodiversidad.
Ejemplares de aves típicas de selvas más densas, tales como las Procnias [conocidas vulgarmente como campaneros], el yacutoro [Pyroderus scutatus] y el tucán bicolor [o tucán pico verde, Ramphastos dicolorus] pueden observarse en los parques Ibirapuera, Aclimação, Buenos Aires, Independência, Burle Marx y Villa-Lobos. Magalhães relata que, cuando se graduó, en 1990, los estudios de campo realizados en el municipio se concentraban en áreas de protección o conservación. En esa época se contaba con el catálogo de aves del campus de la Universidad de São Paulo (USP), elaborado por la zoóloga Elizabeth Hofling, y un mapeo de las aves de Serra da Cantareira. “Esos sitios fueron estudiados por albergar instituciones de investigación, tales como la USP y el Instituto Forestal. El equipo de la municipalidad fue el primero en explorar los fragmentos remanentes de selvas de la zona sur y también los parques urbanos municipales”, dice Magalhães. “Al principio, tenía la impresión de que en la ciudad sólo había palomas, zopilotes y ratas, es decir, una fauna considerada de menor importancia ecológica”.
Ciertos ejemplares de aves silvestres han logrado perdurar en la ciudad gracias a los parques. En muchos de ellos, la vegetación predominante está constituida por bosques heterogéneos, que se caracterizan por aglutinar tanto a especies de árboles autóctonos como exóticos. “Estas islas verdes funcionan como viveros naturales para aquellas especies que requieren sombra”, explica Garcia. Esos lugares, dice, sirven como “trampolines” para aves, insectos y murciélagos, que contribuyen a la polinización y dispersión de semillas. Pedro Develey, director ejecutivo de la organización no gubernamental BirdLife/ Save Brasil sostiene que la aparición de tucanes y campaneros en la ciudad es un indicio de que aún hay ambientes capaces de cobijar especies silvestres, pese al avance de la urbanización. “Esta información debe servirle como advertencia a la administración pública”, sugiere Develey. “Queda clara la importancia de poner en práctica más proyectos de arborización que conecten a los fragmentos de vegetación remanentes”.
En el pasado reciente, los estudios sobre la flora y la fauna fueron útiles para elaborar políticas públicas. Entre 1999 y 2003, se creó el Atlas ambiental do município de São Paulo, por intermedio de las secretarías municipales del Verde y Medio Ambiente y de Planificación, en colaboración con investigadores de la USP y el apoyo del programa Biota-FAPESP. Sus resultados se tuvieron en cuenta para formular el Plan Director de la ciudad y la Política Municipal de Medio Ambiente. Con anterioridad, en 1993, biólogos del gobierno municipal habían participado en una iniciativa que colaboró para ampliar el estudio de las especies vegetales, el Proyecto Flora Fanerogámica del Estado de São Paulo, financiado por la FAPESP, que movilizó a unos 200 investigadores y condujo a la descripción de alrededor de 2 mil especies fanerógamas (o espermatofitas) –plantas que producen flores− entre la vegetación nativa.
En los últimos años, otros municipios comenzaron a inventariar sus especies de flora y fauna, entre los cuales figuran Curitiba, Campinas y Guarulhos. “Nuestro inventario fue divulgado hace pocos meses. Todavía estamos en la fase inicial, que consiste en presentarles los datos a académicos y administradores públicos”, subraya Magalhães. Uno de los primeros científicos que utilizaron los datos recientemente publicados es el ecólogo Jean-Paul Metzger, del Instituto de Biociencias de la USP. “Estoy usando el catálogo para dar clases en la facultad. Los alumnos analizan los datos para identificar los factores que influyen sobre la biodiversidad en la ciudad de São Paulo”, explica Metzger.
Cuando se las compara con otras clases de animales, las aves están a la cabeza en cuanto a la cantidad de especies en la ciudad: en total, son 458. Por ese motivo y por la facilidad con la que puede observárselas y escuchárselas, ellas ocupan un sitial destacado en los análisis que efectuó el equipo de Magalhães acerca del inventario. “Las aves son buenos indicadores de la calidad ambiental en la ciudad”, informa. Durante el período comprendido entre 1993 y 2016, por ejemplo, se observó la formación de colonias de algunas especies que antes eran raras y ahora se han tornado muy comunes, como es el caso de la paloma picazuró (Patagioenas picazuro), frecuente en el Cerrado, en la Caatinga [bosque xerófilo] y en la selvas en galería, aquéllas lindantes con los cursos de agua. Esa paloma fue registrada por primera vez en el municipio en 1993, en el Parque Ibirapuera y hoy en día es común en toda la ciudad. Otra paloma silvestre común en la sabana y en el bosque xerófilo brasileños, que acabó colonizando la ciudad, es la torcaza común (Zenaida auriculata).
La ayuda de los ciudadanos
El equipo comandado por Magalhães aprovechó los datos recabados por observadores de aves registrados en WikiAves, una base con registros de más de 1.800 especies brasileñas y 1,9 millones de fotos, tomadas por más de 26 mil usuarios (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 245). “Ésa fue la primera vez que utilizamos datos provistos por aficionados como complemento para nuestras informaciones”, explica la investigadora. En 2016, el programa de monitoreo del Ciudadano Científico de la ONG Save Brasil amplió sus actividades mediante una colaboración con el Instituto Butantan y el gobierno municipal de São Paulo, a través del Depave, y lanzó la iniciativa Vem Passarinhar (#vempassarinhar), efectuando excursiones para avistamiento de aves en los parques municipales. Esas actividades se componen de una caminata, seguida de un desayuno con todos los participantes y una presentación de las especies avistadas.
Al igual que el Depave, el Instituto Butantan se ha valido de los datos recabados durante esa experiencia para el monitoreo mensual que realiza de sus especies de aves. Este seguimiento forma parte de un proyecto que comenzó hace casi tres años, que consiste en la actualización de un inventario de la flora y fauna de las especies animales y vegetales existentes en el parque del instituto. “Realizamos un trabajo similar al que hace el Depave en el municipio de São Paulo, sólo que en nuestro caso estamos escudriñando la biodiversidad presente dentro del Butantan, que ocupa un área de 80 hectáreas, de las cuales 60 son de bosque denso”, explica la bióloga Erika Hingst-Zaher, investigadora del Museo Biológico de la institución. El objetivo, según la investigadora, consiste en recopilar datos más minuciosos sobre las especies silvestres presentes en ese lugar y utilizarlos en iniciativas de manejo de la vegetación y de la fauna del parque. “Pretendemos elevar la diversidad de la fauna en el instituto y, para ello, necesitamos conocer bien lo que tenemos aquí”, aclara la bióloga.
El biólogo Luciano Lima explica que, desde el inicio de ese mapeo, ya se han registrado más de 150 especies de aves en el lugar. “Muchas de esas especies figuran en la lista, pero no viven permanentemente en el Butantan. Ahí es que nos percatamos de la importancia del parque del instituto como lugar de refugio para las especies migratorias, provenientes de la Amazonia y del nordeste”, dice Lima. Más allá de los pájaros, el inventario también se concentra en otras especies de animales, tales como arañas, murciélagos y mariposas. No obstante, según Lima, las aves son las más vistas y oídas. “Mientras estamos conversando aquí, allá afuera ya cantaron unas seis especies de aves”.
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