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Covid-19

Habemus vacuna. ¿y ahora?

La incorporación de los inmunizantes para luchar contra el covid-19 genera nuevos desafíos en el enfrentamiento de la pandemia

La catedral de la ciudad de Salisbury, en Inglaterra fue transformada en un centro de vacunación contra el covid-19

Finnbarr Webster/Getty Images

El desarrollo de varias vacunas seguras y eficaces en un tiempo récord es un logro extraordinario de los científicos que trabajan en todo el mundo para contener la pandemia del nuevo coronavirus. El 17 de enero, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil aprobó el uso de emergencia en el país de dos inmunizantes contra el covid-19. Esto podría marcar el comienzo de una nueva etapa en la lucha contra el virus Sars-CoV-2, que ya ha matado a más de 2 millones de personas en todo el mundo, 220 mil de ellas tan solo en Brasil. Sin embargo, los expertos advierten que el inicio de la aplicación de las vacunas no significa que el final de la pandemia esté cerca; ni aquí ni en otros países.

Las tres primeras fases previstas en el Plan Nacional de Implementación de la Vacunación contra el Covid-19 en Brasil deberían llegar a unos 70 millones de personas incluidas en los grupos de riesgo, en un plazo de cuatro meses. Luego, se tardaría otro año más para vacunar al resto de la población brasileña, excluyendo a las embarazadas y a los niños, que no participaron en los ensayos clínicos. En un comunicado emitido el 20 de enero como respuesta a un planteo del sitio web de noticias UOL, el Ministerio de Salud nacional estimó que, “en ese período de 12 meses posterior a la fase inicial, se llevará a cabo la vacunación de la población en general, lo que dependerá, al mismo tiempo, de la cantidad de material inmunobiológico disponible”.

La vacuna CoronaVac, elaborada por el laboratorio chino Sinovac Life Sciences y envasada en Brasil por el Instituto Butantan, y la Covishield, de la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica suecobritánica AstraZeneca, vienen de China y de la India, respectivamente. Como la producción de los dos laboratorios no es suficiente como para atender con prontitud los pedidos provenientes de muchos países, la incertidumbre se mantiene. En el caso de la Covishield, está previsto que Brasil comience a fabricar el inmunizante durante el segundo semestre de este año en la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), y la CoronaVac, en el segundo semestre de 2022 en el Instituto Butantan (el edificio para su producción estará listo en octubre de este año).

El problema brasileño también es el principal reto a nivel global: la escasez de dosis. De entrada, tras la aprobación de la Anvisa para su uso de emergencia, el país disponía de 6 millones de dosis de la CoronaVac. Como la inmunización requiere de dos dosis, esa cantidad alcanza para vacunar a 3 millones de personas, una cifra inferior a la de la suma de los trabajadores de la salud, que se estima en 6 millones. El 22 de enero, la Anvisa autorizó otras 4,8 millones de dosis. Ese mismo día, el país recibió de la India 2 millones de dosis de la segunda vacuna aprobada, la Covishield que actualmente se está elaborando en el laboratorio Serum de ese país. “La producción actual de vacunas a escala global es insuficiente para las necesidades de cualquier país”, afirma el médico José Cassio de Moraes, de la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital Santa Casa de São Paulo e integrante del Comité de Epidemiología de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco).

Kevin Frayer/Getty Images Vacunación de trabajadores chinos en PekínKevin Frayer/Getty Images

Y a medida que se van desplegando las campañas de vacunación en el mundo surgen nuevos problemas. Según informa el sitio web Our World in Data, al 28 de enero se habían aplicado 80,3 millones de dosis en unos 50 países. En concreto, los países que más vacunaron fueron Estados Unidos (23,5 millones de dosis), China (22,7 millones), el Reino Unido (7,6 millones) e Israel (4,2 millones). Se han informado problemas de logística, confusiones en la distribución e incluso faltante de mano de obra para la aplicación de la vacuna en Estados Unidos y en Europa.

La escasez de vacunas ha obligado a algunos países a modificar el intervalo de aplicación de las dosis previsto inicialmente, suscitando discusiones entre los científicos. En el Reino Unido, donde se está vacunando a la población con la vacuna Covishield y la de Pfizer/BioNTech, el Comité Conjunto para la Vacunación y la Inmunización recomendó la aplicación de la primera dosis a la máxima cantidad posible de personas seleccionadas durante las primeras fases de la campaña, para maximizar el impacto a corto plazo.

Según esa recomendación, la segunda dosis de ambas vacunas debe administrarse en un intervalo que oscila entre tres y cuatro semanas (para la de Pfizer y la Covishield, respectivamente) y hasta 12 semanas. En los ensayos clínicos de la fase III de la vacuna de Pfizer, el intervalo estipulado fue de 21 días. De acuerdo con el estudio publicado en la revista científica New England Journal of Medicine, la eficacia de la vacuna de Pfizer luego de la primera dosis fue de un 52 % y, siete días después de la segunda dosis, aumentó a un 95 %. Se espera que un intervalo mayor les dé más tiempo a los fabricantes para aumentar la producción. Los investigadores del comité británico aconsejan que no se aplique una dosis única ni que se inocule una vacuna diferente a la primera en la segunda dosis.

“Es importante remarcar que, bajo ningún concepto se recomienda aplicar una sola dosis”, dice la inmunóloga brasileña Daniela Ferreira, profesora titular de vacunología y jefa del Departamento de Ciencias Clínicas en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, en el Reino Unido. Según la investigadora, que coordinó las pruebas de la Covishield en Liverpool, los estudios publicados sobre este inmunizante muestran que las personas que recibieron las dos dosis con un intervalo mayor adquirieron una protección más robusta. En tanto, en lo que respecta a la vacuna de Pfizer, no hay datos que hayan demostrado si la alteración del intervalo entre las dosis afecta de manera positiva o negativamente a la protección que aporta.

En Estados Unidos, donde se están aplicando las vacunas de Pfizer y Moderna, los científicos se han manifestado en contra de la disposición de las autoridades de administrar tan solo una dosis. “Los resultados de los ensayos clínicos con decenas de miles de voluntarios indican los regímenes de dos dosis con intervalos bastante ajustados. Mientras no dispongamos de evidencia empírica que sugiera que posibles alteraciones no reducen la seguridad y la eficacia, la aplicación de dos dosis espaciadas es lo que demostró una alta eficacia en los ensayos”, escribieron los médicos Larry Corey, de la Universidad de Washington, y Chris Beyrer, de la Escuela de Salud Pública Bloomberg, de la Universidad Johns Hopkins, en un texto publicado en el sitio web de esta última universidad.

Los test con otros inmunizantes también se realizaron con un intervalo entre dosis menor que el habitual, dada la urgencia del desarrollo. Según Ferreira, los datos de la Covishield que apuntan resultados mejores dejando un intervalo mayor entre las dosis están en sintonía con los conocimientos actuales sobre inmunología. “Si nos fijamos en otras vacunas, cuando se aumenta ese intervalo se verifica una mejor inmunogenicidad [la capacidad de estimular al sistema inmunológico para producir anticuerpos] y una mejor protección. Se sabe que una segunda dosis no solo es importante para elevar el nivel de protección del individuo, sino también para la duración de la respuesta inmune”, dice.

Amir Levy/Getty Images Profesionales de la salud israelíes en Tel AvivAmir Levy/Getty Images

Un punto importante, subrayan los investigadores, reside en que las informaciones de los ensayos clínicos y del inicio de las campañas aún no permiten saber si las vacunas protegen contra la transmisión de la infección. Las pruebas se concentraron en evaluar la capacidad de brindar protección contra la forma grave de la enfermedad, para evitar las internaciones (lea el reportaje en la página 16). El bloqueo de la infección y de la transmisión marca la diferencia cuando se trata de la protección colectiva contra la enfermedad. “Ninguno de estos estudios ha podido comprobar aún si hubo bloqueo de la transmisión. De hecho, no sabemos si las personas no se infectan con el virus y, por lo tanto, no lo transmiten, o si contraen el virus y son asintomáticos”, dice el físico Renato Coutinho, docente de la Universidad Federal del ABC (UFABC) y miembro del Observatorio Covid-19 BR.

Las respuestas para ese y otros interrogantes se conocerán en los próximos meses. “Este año tendremos el resultado del monitoreo de 12 meses de las personas que participaron como voluntarios en los primeros ensayos clínicos. Entonces podremos tener una idea acerca del nivel de respuesta inmunológica y si dura al menos un año”, dice Ferreira. Los investigadores están recabando datos para saber si la vacuna también protege contra las nuevas variantes del Sars-CoV-2.

Los expertos también sostienen que cuantos más tipos de vacunas tenga un país, es mejor. “La cantidad de dosis necesarias para inmunizar a poblaciones enteras es enorme. Nunca se hizo esto a escala global. Necesitamos todas las vacunas, las que ya han sido aprobadas y todas las que vendrán”, enfatiza la investigadora.

Spencer Platt/Getty Images Estadounidenses en Nueva York: la carrera para inmunizar a la poblaciónSpencer Platt/Getty Images

El médico Jorge Kalil, docente de Inmunología Clínica y Alergia de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP) y director del Laboratorio de Inmunología del Instituto del Corazón (InCor), coincide. “La solución urgente son las primeras vacunas. La solución permanente serán otras, de nuevas generaciones”. Kalil encabeza un equipo del InCor que desarrolla una vacuna contra el covid-19 que se encuentra en la fase preclínica, cuyos estudios se han realizado en modelos animales.

Para Ferreira, la publicación clara de los datos de los ensayos clínicos de la fase III y la aprobación previa de una agencia reguladora son más importantes que la diferencia de eficacias dadas a conocer por los laboratorios. En Brasil, los investigadores advierten también sobre el reto que plantea la necesidad de disponer de una buena comunicación para la campaña de vacunación. “Lamentamos las discusiones políticas en torno al uso de la vacuna, algo que no conduce a nada”, critica Moraes, de la Abrasco. “Contamos con una estructura construida a lo largo de casi 50 años, con unos 37 mil vacunatorios, una red de distribución montada y sistemas de información. Todas esas fricciones generan desconfianza y hacen difícil convencer a la población a vacunarse”.

Aunque las campañas de vacunación que recién comienzan sean exitosas, los científicos y los médicos de todo el mundo hacen hincapié en que, al menos durante los próximos meses, la población no debe dejar de lado las medidas de protección conocidas: mascarillas, higiene de las manos y distanciamiento social.

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