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PALEONTOLOGÍA

La biomecánica permite inferir de qué manera se movían los titanosaurios

Una especie recientemente descrita vivió hace alrededor de 110 millones de años en lo que puede haber sido el último punto de conexión entre Brasil y África

Ilustración del esqueleto, indicando la posición de las vértebras más completas encontradas

Luciano da Silva Vidal / UFRJ

En la época en que los grandes dinosaurios deambulaban por el planeta, hace aproximadamente entre 230 y 66 millones de años, los titanosaurios eran herbívoros gigantes que se protegían de los predadores con placas óseas que cubrían su piel o mediante golpes potentes propinados por sus colas. Una especie descrita recientemente, denominada Tiamat valdecii, medía unos 10 metros de largo y vivió hace alrededor de 110 millones de años en lo que fue uno de los últimos puntos de conexión entre Brasil y África, la región que actualmente es el nordeste del país.

Análisis biomecánicos apuntaron que las características de las vértebras de su cola le permitían una gran amplitud de movimientos sin desmedro de su articulación, según lo indica un artículo publicado en mayo en la revista Zoological Journal of the Linnean Society. Fue lo que dedujeron investigadores brasileños basándose en ocho vértebras desenterradas en las inmediaciones de la ciudad de Quixeré, en el estado brasileño de Ceará, donde los paleontólogos se encuentran abocados al estudio de los afloramientos de la Formación Açu, en lo que se conoce como la cuenca Potiguar, que tiene entre 113 y 89,8 millones de años.

“Los vestigios de la fauna de la Formación Açu presentan una gran diversidad. Aún nos quedan por describir cinco grupos de dinosaurios carnívoros, dos titanosaurios, un titanosauriforme y algunos cocodrilomorfos, además de tortugas y peces”, explica el paleontólogo Paulo Victor Pereira, técnico de colecciones del Laboratorio de Macrofósiles de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Ninguno de los fósiles de estos grupos había sido descrito en los sedimentos de la Formación Açu hasta 2005, cuando el geólogo Francisco Pinheiro de Lima Filho, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), encontró ese material y le confió el hallazgo a la paleontóloga Lilian Bergqvist, de la UFRJ. Ella asumió la coordinación de los proyectos que, desde 2014, reúnen a investigadores de distintas instituciones de Brasil, como así también del Museo de Historia Natural Bernardino Rivadavia, de Argentina, para realizar excavaciones en la región.

La zona en donde se hallaron los huesos del titanosaurio fue descubierta por el arqueólogo Valdeci dos Santos Filho, de la Universidad Estadual de Rio Grande do Norte (Uern), en cuyo honor fue bautizada la especie. El nombre del género hace alusión a la diosa Tiamat, de la mitología sumeria y babilónica, representada como una gran serpiente o un dragón y considerada madre de dragones y otros dioses.

Las vértebras más cercanas al comienzo de la cola de T. valdecii eran cóncavas en su porción anterior y convexas por detrás. Los anatomistas denominan procelia a este tipo de configuración, que propicia un movimiento de rotación seguro de las vértebras gracias al encastre secuencial de estos huesos. En la porción media de la cola, el animal disponía de una solución para la estabilidad de las vértebras que aún no se había visto en otros fósiles: una estructura cóncavo-convexa en las extremidades de las articulaciones que regulan el movimiento de las vértebras. Este ajuste evitaba las desarticulaciones y les permitía una mayor movilidad y equilibrio. “Esto nos llamó la atención a la hora de describir la especie. Lo comparamos con otros materiales, tanto de Sudamérica como de África y llegamos a la conclusión de que estas características no se daban en otros animales”, explica Pereira.

Son los estudios biomecánicos, que analizan los movimientos voluntarios de los seres vivos a partir de las leyes y patrones de la mecánica, los que les permiten a los paleontólogos inferir detalles sobre los organismos prehistóricos más allá de las clasificaciones en especies. “Podemos ir más allá de la mera observación de un material inanimado ‒el fósil‒ para deducir cómo era el animal en vida, su capacidad de desplazamiento y su fuerza”, dice Bergqvist.

Con sus colegas del laboratorio, el biólogo Luciano Vidal diseñó un modelo tridimensional de las vértebras mediante un procedimiento llamado fotogrametría, una técnica de superposición de diferentes imágenes de un mismo objeto para el montaje de un modelo digital. Como parte de su trabajo de doctorado, que viene realizando en el grupo de Bergqvist, comparó las vértebras de T. valdecii con las de otros organismos similares para crear un modelo de lo que sería la columna vertebral completa de la especie. La etapa final del proceso consistió en calcular el grosor de los cartílagos intervertebrales, basándose en nuevas comparaciones con grupos emparentados, como los cocodrilos y las aves, para inferir la posición de las extremidades de este titanosaurio cuando se hallaba en reposo, así como su rango máximo de movimiento.

Sin haber participado en el estudio, el paleontólogo argentino Rodolfo Aníbal Coria, de la Universidad Nacional de Río Negro, reconocido por haber descrito al menos cinco especies de dinosaurios, considera que “la investigación se basó en sólidos argumentos anatómicos y, ciertamente, constituye un aporte a nuestro conocimiento sobre los ecosistemas antiguos”, expresó en un correo electrónico dirigido a Pesquisa FAPESP. “A todo el mundo le gusta describir nuevas especies, pero por sí solo eso no explica cómo vivieron estos animales. La biomecánica nos ayuda a entender los caminos que sigue la evolución para solucionar problemas comunes a otros grupos y especies”, explica el paleontólogo Thiago Marinho, de la Universidad Federal de Triângulo Mineiro (UFTM), experto en titanosaurios, quien tampoco participó en el trabajo.

Se trata de un descubrimiento interesante, porque T. valdecii fue hallado en sedimentos que datan del final del Cretácico Inferior o Temprano, mientras que la mayoría de los titanosaurios conocidos hasta ahora eran del Cretácico Tardío o Superior, que comenzó al menos 13 millones de años más tarde. Este dato, sumado a las características del cuerpo del nuevo titanosaurio, permite clasificar a T. valdecii como una especie basal de este grupo de los dinosaurios, al igual que el titanosaurio Andesaurus delgadoi, hallado en Argentina. El valor de esta información reside en saber, por ejemplo, que características como las vértebras procélicas, que los paleontólogos suponían que se habían desarrollado a lo largo de la evolución de los titanosaurios, en realidad ya estaban presentes en las primeras especies del grupo.

“Los restos fósiles de titanosaurios de las etapas tempranas del Cretácico son particularmente escasos, con tan solo un puñado de especies descubiertas en la Patagonia. Esta nueva especie de Brasil sorprende por la singularidad del período que representa, a la vez que se diferencia claramente de las formas patagónicas”, dice Coria. “Más de 30 años después de la descripción de A. delgadoi, T. valdecii proporciona información anatómica relevante para avanzar en las hipótesis filogenéticas actuales, especialmente en la base de diversificación de los titanosaurios”, añade.

La Formación Açu fue uno de los últimos puntos de conexión de Brasil con África, anteriormente fusionados en el continente denominado Gondwana, junto a lo que en la actualidad son la India, la Antártida y Australia. El resto de la superficie terrestre se encontraba unido formando el otro gran continente denominado Laurasia, en el hemisferio norte. “¿Dónde habrán surgido los titanosaurios?”, se pregunta Marinho. “Hay todo un vacío de información sobre el Cretácico Inferior y el Cretácico Tardío inicial que hace falta conocer, y esta especie tiene potencial para aportar datos al respecto”, concluye.

Artículo científico
PEREIRA, P. V. L. G. C. et al. A new sauropod species from north-western Brazil: Biomechanics and the radiation of Titanosauria (Sauropoda: Somphospondyli)Zoological Journal of the Linnean Society. v. 20. 13 may. 2024.

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