Un cliché de biólogo impulsó a Carlos Eduardo de Siqueira a fijar su atención en el punto blanquecino del tronco sobre el cual crecía una orquídea, objeto de su maestría en la Universidad Federal de Santa Catarina, en Florianópolis. Al observarlo de cerca, notó que se trataba de un tallo de 8,5 milímetros (mm) con siete flores, cada una de ellas de un tamaño de menos de 2 mm. Entonces convocó a su colega Edlley Pessoa, de la Universidad Federal de Pernambuco, y juntos, describieron a la nueva especie, Campylocentrum insulare. La diminuta planta sin hojas, con pocas raíces y una de las menores inflorescencias conocidas entre las orquídeas, aún no ha vuelto a ser hallada en la naturaleza.
Foto enviada por el biólogo Carlos Eduardo de Siqueira
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