Entre 2001 y 2003, el biólogo Alberto Lindner tuvo la suerte de ir allá donde muchos ni siquiera sueñan llegar. Navegó por las aguas heladas del mar de Bering, en Alaska, cerca del polo Norte, y cruzó los mares cálidos y soleados de Nueva Caledonia, en el Pacífico Sur, cerca de Australia y Nueva Zelanda. No estaba de paseo. Su interés era reunir la mayor cantidad posible de ejemplares de un grupo de corales de formas variadas y colores intensos bastante raros en la costa brasileña: los corales de la familia Stylasteridae, hallados casi exclusivamente en regiones profundas del océano.
A bordo de buques de investigación Lindner recogió corales con redes de pesca, levantados por dragas que raspaban el lecho marino, o también recolectados con la ayuda de pequeños submarinos. Coleccionó en total más de 3 mil ejemplares de 100 de las 250 especies identificadas de Stylasteridae, la segunda menor de las cuatro familias de corales conocidas. Con un tamaño que varía de los pocos centímetros a casi un metro, cada ejemplar es a decir verdad una colonia con millones de animales invertebrados de cuerpo muy simple, formado por una boca rodeada por tentáculos y una cavidad única que funciona al mismo tiempo como estómago e intestino.
Durante el trabajo de doctorado que desarrolló en Estados Unidos con apoyo de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de nivel Superior (Capes) y de la National Science Foundation, Lindner comparó sus ejemplares de corales con otros recogidos en diferentes partes del planeta. Constató que entre los Stylasteridae recolectados había 26 especies aún no descritas por la ciencia. Son corales en forma de hojas de lechuga o de arbusto con pigmentos carmín, amarillo o anaranjado -algas microscópicas llamadas zooxantelas determinan el color en otros grupos. Pertenecen a los géneros Stylaster, Lepidopora, Lepidotheca, Distichopora y Stephanohelia y fueron hallados a profundidades que varían de 100 a 1.000 metros, en regiones donde posiblemente existen bancos de corales, colinas calcáreas con cobertura viva que constituyen uno de los ambientes con mayor diversidad de especies del mundo, actualmente amenazados por actividades humanas tales como la pesca y por la alteración del clima del planeta.
De las aguas azules del Pacífico emergieron también evidencias más contundentes de cómo la vida marina evolucionó y se propagó por los océanos durante los últimos 65 millones de años. Con Clifford Cunningham, en la Universidad Duke, y Stephen Cairns, del Museo Nacional de Historia Natural de Estados Unidos, Lindner analizó tres genes de los ejemplares de corales prestados por museos y que recogió en Alaska, Nueva Caledonia y la Costa Oeste norteamericana, y estableció el grado de parentesco entre las cien especies de Stylasteridae. Cruzados con informaciones sobre fósiles de corales recolectados alrededor del mundo, Lindner y los bió¬logos norteamericanos reconstruyeron la historia evolutiva de esa familia, que surgió 65 millones de años atrás, cuando los continentes ocupaban una posición cercana a la actual.
¿Qué cuenta esa historia? Mucho sobre el pasado de esos corales, por supuesto. Pero también contribuye a actualizar y complementar una teoría planteada hace casi 130 años para explicar la evolución de la vida marina. En 1880, el naturalista británico Henry Nottidge Moseley, quien participó de la expedición oceanográfica Challenger, publicó en Nature un artículo postulando que las especies que actualmente habitan tanto los continentes como los océanos habrían surgido en mares playos y solamente más tarde ocupado también las zonas marinas más profundas y menos turbulentas. Pero, recientemente, los biólogos David Jacobs y David Lindberg, de la Universidad de California con sede en Los Angeles, Estados Unidos, reunieron evidencias químicas que corroboran esa idea: hace entre 240 millones y 90 millones de años, el nivel de oxígeno en las profundidades de los mares primitivos disminuyó a punto tal de imposibilitar la existencia de animales.
Contra la corriente
Cuando el oxígeno del agua aumentó, los animales marinos naturales de las regiones más playas se esparcieron por las aguas profundas. Los corales Stylasteridae siguieron el camino inverso, de acuerdo con el trabajo de Lindner. Surgieron hace 65 millones de años en áreas ubicadas a centenares de metros debajo de la superficie y al menos en cuatro momentos distintos invadieron las zonas costeras marinas. En tres de esas ocasiones (hace alrededor de 30 millones, 15 millones y 10 millones de años) migraron hacia los océanos tropicales -y alrededor de 20 millones de años atrás alcanzaron también las aguas playas de las regiones templadas. “Este resultado no invalida la hipótesis de Moseley, según la cual las aguas playas tropicales sirvieron como reservorio de la diversidad marina”, dice Lindner. “Pero muestra que lo contrario también debe haber ocurrido.”
El trabajo de Lindner también indica que las aguas profundas no siempre son tan pacíficas, razón por la cual, según el geólogo Geerat Vermeij, de la Universidad de California en Davis, muchas especies habrían cambiado las aguas playas por los valles marinos (un 66% de las 5.080 especies de corales vive debajo de los 50 metros). Tres especies de corales del género Adelopora, que poseen una estructura calcárea sobre la apertura de la boca capaz de protegerlos del ataque de babosas y caracoles marinos, son naturales de las aguas profundas, de acuerdo con el artículo de PLoS One. “Este mecanismo protector sugiere que existe una presión predadora considerable sobre los organismos que viven en mares profundos”, comenta Lindner, hoy en día posdoctorando del Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo, en el litoral paulista, donde erigió un laboratorio de biología molecular con apoyo de la FAPESP y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). “Aún sabemos poco sobre la ecología de los animales que viven en regiones profundas”, dice Lindner, quien más recientemente empezó a investigar la evolución de las antomedusas, grupo de animales marinos que incluye otros tipos de corales, aguas vivas e hidras.
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