Un grupo de investigadores de Estados Unidos está analizando hasta qué punto un autor puede reutilizar extractos de su producción académica previa en nuevas obras sin que se lo acuse de plagio. Con todo, no se espera que el esfuerzo de colaboración produzca un conjunto de normas que todos deban seguir. Una de las primeras conclusiones de esta iniciativa, denominada Proyecto de Investigación sobre el Reciclado de Textos, financiada por la agencia National Science Foundation, infiere que la percepción acerca de lo que resulta aceptable varía según las disciplinas. “Esta práctica es más frecuente de lo que generalmente se admite, especialmente en las ciencias médicas y naturales, en las que a veces incluso se la supone tácitamente”, explicó Cary Moskovitz, docente del programa de redacción científica de la Universidad Duke y coordinador del proyecto, en un texto incluido en su perfil en el sitio web de la universidad.
En un estudio publicado por el grupo en la revista Learned Publishing, se entrevistó a 21 editores de revistas científicas de diversas áreas y tan solo tres de ellos fueron categóricos en no tolerar ningún tipo de reutilización de texto en los artículos. Los 18 restantes informaron que, dependiendo del contexto y de la cantidad de segmentos reutilizados, no les molesta esa práctica y de ellos, 5 dijeron que algún tipo de reciclaje llega a ser inevitable.
Pero existe consenso en el sentido de que la presentación de contenido reciclado como una novedad constituye una mala conducta. Si los tramos autorreferenciales se incluyen en las secciones de un artículo en donde se espera originalidad, tales como el debate, la interpretación de datos y las conclusiones, el riesgo de que eso se considere impropio es mayor, algo que no sucede cuando un autor toma prestados fragmentos de trabajos anteriores para explicar metodologías o para describir conjuntos de datos, que sirven como telón de fondo para los nuevos hallazgos.
Incluso en aquellos casos que se consideran justificados, 15 de los editores entrevistados exigen que los tramos se reescriban de manera tal que no queden idénticos, a los fines de evitar acusaciones de mala conducta y prevenir demandas por violación de derechos autorales promovidos por las revistas que publicaron los trabajos anteriores.
A juicio Moskovitz, reescribir un tramo de otro trabajo para decir exactamente lo mismo no es una estrategia razonable. En un seminario web sobre autoplagio en el que participó en el mes de junio, Moskovitz dijo que ese tipo de edición, además del desperdicio de tiempo, dificulta la tarea de comprender cuánto ha evolucionado realmente la línea de investigación de un autor en el transcurso del tiempo y qué se ha modificado de un artículo al siguiente. Según él, en lugar de recomendarles a alumnos e investigadores que no reciclen textos porque tal práctica reviste algo engañoso y poco confiable, sería más adecuado estimularlos para que reflexionen al respecto de cuán perjudicial resulta para la integridad científica en cada contexto específico.
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