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Editorial

Los biomas brasileños y el uso de la tierra

Es muy posible que quien ahora está leyendo no conozca el Parque Nacional Montañas de Tumucumaque (PNMT), en Brasil. Al fin de cuentas, esta categoría (definida en la Ley del Sistema Nacional de Unidades de Conservación de la Naturaleza) abarca 74 unidades, todas administradas por el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio). El área del parque abarca parte de los estados de Amapá y Pará, en la frontera norte del país, su superficie ocupa el primer puesto entre los parques nacionales brasileños y, en términos de selvas tropicales, es el mayor del mundo. La región se encuentra deshabitada y se la considera como la zona de bosques tropicales menos afectada por la acción humana, lo que la vuelve atractiva para las investigaciones científicas.

Este vasto parque también es el hogar de los mayores árboles brasileños: mientras que en la Amazonia central los árboles más altos no suelen superar los 60 metros, en el PNMT se han hallado ejemplares de 80 metros. Estos árboles, descubiertos recién en 2016, constituyen un enigma científico que intriga a los investigadores. Hasta principios del nuevo milenio, no se suponía que existieran ejemplares con esa altura en regiones tropicales. Se consideraba que la hidratación y la nutrición de un árbol de estas dimensiones requeriría un clima más moderado.

En el marco de un estudio que apunta a entender las reacciones fisiológicas de la selva amazónica a los cambios climáticos, coordinado por científicos de la Universidad de Exeter (Reino Unido), un equipo integrado por investigadores, técnicos, guías locales y el gestor del PNMT pasó una semana en Amapá, sentando las bases para un seguimiento a largo plazo. La región visitada alberga diversas especies de árboles de gran porte, como angelim vermelho, en el que las ramas más bajas se encuentran a 20 metros del suelo. A finales del mes de octubre pasado, la editora de Ciencias Biológicas, Maria Guimarães, y el fotógrafo Léo Ramos Chaves, de Pesquisa FAPESP, acompañaron a la expedición, en un viaje que incluyó trayectos en avión, coche y lancha, para realizar el reportaje especial que ilustra la portada de este número.

En 2023, la superficie deforestada en la Amazonia se redujo casi un 50 %; en el Cerrado – la sabana tropical brasileña −, durante el mismo período, creció un 43 %, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). En una entrevista concedida a Pesquisa FAPESP, el ingeniero forestal Tasso Azevedo, coordinador general de la iniciativa MapBiomas, explica la diferencia entre las dinámicas de ambos biomas. Ideador del Fondo Amazonia, en 2008, Azevedo fue uno de los creadores del MapBiomas en 2015, con el objetivo de recabar datos que permitieran ver un panorama más allá de las cifras del desmonte, como la transición en el uso de la tierra. El destino de un área deforestada ‒ si se la transformó en pasturas, superficie de cultivo o fue abandonada ‒ constituye una información esencial para el desarrollo de políticas públicas.

El bioma de la Pampa brasileña, típico de la mitad meridional del estado de Rio Grande do Sul y poco mencionado el debate de las cifras nacionales de deforestación, ha perdido un 30 % de su vegetación autóctona desde mediados de la década de 1980. Los datos del MapBiomas muestran que los pastizales, la esencia de este bioma, son los más afectados ‒ en comparación con las zonas forestadas ‒, cediendo terreno a la agricultura y la ganadería. La infografía de la página 52 proporciona un registro fácil de visualizar de estos cambios en el uso del suelo.

Para terminar en un tono más ameno, la trayectoria de las mujeres pioneras del diseño nacional es el tema del reportaje de la página 82. La percepción del trabajo textil como una actividad de naturaleza femenina dio lugar a una actividad vinculada a los artefactos textiles, como los figurines y los escenarios, pasando por las alfombras y las telas para revestir los muebles, destinados a la incipiente decoración modernista.

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