Imprimir Republish

Especial Biota Educación XIV

Los elementos de las selvas

Alteraciones en los ciclos de compuestos orgánicos podrían acentuar el deterioro de los ecosistemas

Bosque atlántico: un suelo capaz de retener mayor cantidad de carbono que...

EDUARDO CESARBosque atlántico: un suelo capaz de retener mayor cantidad de carbono que…EDUARDO CESAR

El bosque atlántico, reducido a alrededor del 10% de su área original, luego de 500 años de desmontes, posee gran capacidad para almacenar carbono en el suelo y en sus árboles. “Cada hectárea de bosque atlántico puede almacenar hasta 500 toneladas de carbono, mientras que en la Amazonia, esa cifra no llega a las 300 toneladas”, dijo la agrónoma Simone Vieira, de la Universidad de Campinas (Unicamp), en su disertación en el Ciclo de Conferencias Biota-FAPESP Educación, el 25 de junio, en São Paulo. Pese a almacenar carbono en una forma más eficiente, el bosque atlántico ocupa tan sólo 130 mil kilómetros cuadrados, una superficie casi cuatro veces menor que la de la selva amazónica.

Según Vieira, el suelo del bosque atlántico almacena proporcionalmente más carbono que el de la Amazonia posiblemente en función de las menores temperaturas reinantes en el sudeste del país. La variedad de paisajes del bosque atlántico ‒con vegetaciones de dunas, restingas, manglares, bosques de araucarias y densas selvas húmedas‒ contribuyó para que el mismo presente variantes en su tipo de suelo, en la disponibilidad de agua y en la duración de los períodos de sequía, factores que influyen en la capacidad del ecosistema para almacenar carbono.

...el de la selva amazónica

EDUARDO CESAR…el de la selva amazónicaEDUARDO CESAR

Ella y sus colaboradores pretenden entender de qué manera las variaciones de temperatura previstas para las próximas décadas podrían afectar el almacenaje de carbono en el bosque atlántico. En estudios del programa Biota-FAPESP, ellos investigan ese efecto recogiendo muestras de suelo a diferentes altitudes. Así, intentan comprender cómo varía la cantidad de carbono almacenada en función de la variación de la temperatura. “Los resultados preliminares sugieren que, cuanto mayor es la temperatura, menor es la capacidad de almacenamiento de carbono”, dijo Vieira. Si esos resultados se confirman, un incremento de pocos grados en la temperatura del planeta podría transformar al bosque atlántico, que actualmente es un sumidero de anhídrido carbónico (CO2), en fuente emisora de este compuesto, el principal gas causante del efecto invernadero.

Las modificaciones en el uso y en el manejo del suelo también inciden en la emisión de gases en la Amazonia. Un estudio reciente publicado en la revista Global Change Biology informa que alteraciones ambientales tales como la tala selectiva de árboles y el uso del fuego para mantener pasturas emitieron 54 millones de toneladas de CO2 en 2010 (el 40% del carbono emitido a causa de los desmontes en la región durante ese año).

Otro trabajo de este año, coordinado por la química Luciana Gatti, del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares, describió un escenario más preocupante. Gatti calculó el balance de carbono de la Amazonia para los años 2010 y 2011, los más cálidos de las últimas tres décadas y con una significativa variación en el régimen de lluvias. En un 2011 muy húmedo, la selva absorbió 250 millones de toneladas de carbono, mientras que las quemas emitieron 300 millones de toneladas de ese gas hacia la atmósfera. En 2010, que fue bastante más seco, la selva emitió más de lo que asimiló, debido a la falta de lluvias y al aumento de los incendios (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 217). Tales resultados sugieren que, si el incremento de la temperatura se concreta, la región puede transformarse en emisora de CO2, intensificando el calentamiento global.

Las quemas en la Amazonia para la apertura de pasturas, la explotación de madera y la agricultura están alterando también el ciclo de nutrientes, como en el caso del nitrógeno, según sostiene la bióloga Gabriela Nardoto, de la Universidad de Brasilia (UnB), quien participó en el ciclo de conferencias.

Al lado, las biólogas Gabriela Nardoto y Simone Vieira, y el agrónomo Plínio Camargo

Eduardo Cesar y Léo RamosAl lado, las biólogas Gabriela Nardoto y Simone Vieira, y el agrónomo Plínio CamargoEduardo Cesar y Léo Ramos

La sustitución de la selva nativa por pasturas y otras actividades agrícolas ha hecho mermar la absorción de nutrientes en esos ecosistemas tropicales. “El ciclo de los nutrientes es una de las funciones más importantes que intervienen en la regulación de los ecosistemas”, dijo Nardoto. Esto ocurre porque la disponibilidad de nutrientes determina la distribución de las plantas en los diferentes biomas.

La escasa disponibilidad de nitrógeno y fósforo también puede limitar el crecimiento de las selvas secundarias (áreas convertidas en pasturas y luego abandonadas) en la Amazonia. Simultáneamente, subraya la investigadora, las quemas alteran el ciclo del nitrógeno, esencial para el crecimiento de las plantas. “El nitrógeno, en estado gaseoso, representa un 78% de la atmósfera”, dijo. “Pero, para que las plantas puedan aprovecharlo, es necesario que lo capturen las bacterias en sus raíces y lo transformen en otros compuestos, que entonces se transformarán en el suelo en amonio y nitrato”.

El nitrógeno almacenado bajo las formas de amonio y nitrato es uno de los parámetros que utiliza el agrónomo Plínio Barbosa de Camargo para evaluar la calidad del agua en el municipio de Extrema, en Minas Gerais. Camargo, quien también estuvo presente en la última edición del Biota-FAPESP, busca indicadores para evaluar la calidad del agua en áreas reforestadas de la cuenca del arroyo Ribeirão das Posses. “La idea es comparar las áreas reforestadas con diferentes edades de plantación y las áreas agrícolas, para verificar si hubo una mejoría en las condiciones de calidad y cantidad de agua”.

Ése fue el último congreso del Ciclo de Conferencias Biota-FAPESP Educación, que había comenzado en 2013. Según Carlos Joly, coordinador del Biota-FAPESP, el programa pretende emitir en 2016 un llamado a la presentación de proyectos que contribuyan para mejorar la calidad de la educación científica y ambiental de los docentes y alumnos de la enseñanza media.

Republicar