Los debates que han cobrado aliento en las últimas dos décadas en campos del conocimiento tales como la historia y la antropología, por ejemplo, han llevado a los museos brasileños a ofrecerle al público nuevas formas de pensar, organizar y exponer sus colecciones. A partir de propuestas curatoriales que comprenden la participación de distintos segmentos de la sociedad, las pinturas históricas han dejado de presentarse como una reproducción fiel de la realidad, se han descubierto objetos artísticos en las reservas técnicas y las piezas etnográficas han adquirido capas de significación inéditas.
– Museos de historia descubren tesoros en sus reservas técnicas
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Este proceso de transformación, que comenzó en los circuitos académicos y museológicos, cobró impulso merced a políticas públicas y en la actualidad se lo puede apreciar en las salas de exposiciones de las principales instituciones, está en consonancia con los debates promovidos desde 2016 por el Consejo Internacional de Museos (Icom). El punto culminante de este movimiento es la nueva definición de museo aprobada por dicho consejo en el mes de agosto pasado, que incorpora términos tales como sostenibilidad, diversidad, comunidad e inclusión. De acuerdo con la definición del Icom, los museos son instituciones que “[…] investigan, coleccionan, conservan, interpretan y exponen el patrimonio material e inmaterial”, son “accesibles e inclusivos, promueven la diversidad y la sostenibilidad” y, con la participación de las comunidades, “aportan experiencias diversas para la educación, el goce, la reflexión y el intercambio de conocimientos”. La arquitecta Renata Vieira da Motta, presidenta de Icom Brasil, considera que la nueva definición servirá de guía para que las instituciones brasileñas revisen sus procesos y prácticas, al reafirmar la importancia del rol social de estas instituciones. “Además, la definición será una referencia para el desarrollo de políticas públicas en el campo de la museología, contribuyendo a la elaboración de un conjunto de medidas y programas”, dice.
Desde la perspectiva del historiador Paulo Knauss, de la Universidad Federal Fluminense (UFF) y vicepresidente del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño (IHGB), de Río de Janeiro, las nuevas propuestas curatoriales constituyen una instancia de inflexión para gran parte de los museos brasileños tradicionales que, en su opinión, se mantenían anclados a un tipo de curaduría signada por características enciclopédicas con énfasis descriptivo. “En el caso de los museos de historia, esto significa que las piezas y cuadros expuestos adquirieron el estatus de verdades y la representación del pasado se confundía con la realidad”, explica Knauss, quien dirigió el Museo Histórico Nacional (MHN) entre 2015 y 2020. En este sentido, cita como ejemplo el cuadro Independência ou morte! [¡Independencia o muerte!], del pintor Pedro Américo de Figueiredo e Melo (1843-1905), nacido en el estado de Paraíba, que ha sido restaurado y se encuentra expuesto en el Museo Paulista (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 318). “Cuando se exponen obras como esta, es necesario realizar un trabajo curatorial que deje en evidencia que no se trata del pasado encarnado, sino de una interpretación del pasado, que incita a los espectadores a reflexionar sobre el porqué de que no haya esclavizados en la escena, o también, ¿por qué todos los personajes tienen sus ropas tan limpias si se hallaban en medio de un viaje duro y agotador? Así, es posible dejar de lado la actitud pasiva y dialogar con lo que se observa, algo en lo que está trabajando el Museo Paulista”, sostiene el historiador.
A pesar la difusión que han tenido en los últimos años, las transformaciones de las propuestas curatoriales forman parte de un largo proceso. La museóloga Marília Cury Xavier, del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE-USP), ubica en la década de 1970 la intensificación de la búsqueda de los museos por ampliar su papel en la sociedad. “Las nuevas ópticas de la investigación histórica y antropológica empezaron a considerar a los pueblos originarios no solo como objetos, sino también como sujetos, y modificaron las políticas de gestión y adquisición de colecciones”, destaca.
Al margen del aporte al conocimiento científico, el museólogo Mário de Souza Chagas, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio) y director del Museo de la República, dice que la Política Nacional de Museos – Memoria y Ciudadanía, instituida en 2003 con el objetivo de democratizar las instituciones y el acceso a los bienes culturales brasileños, también ha influido en la formulación de propuestas curatoriales. “En el Museo de la República, una de sus repercusiones fue la creación de la Galeria do Lago, que desde hace casi dos décadas plantea relaciones de la historia de Brasil a partir del trabajo de artistas contemporáneos”, comenta. La escultura A grande peleja [La gran contienda], del artista goiano Paul Setúbal, actualmente expuesta en la galería, es un ejemplo de ese diálogo. La obra, una réplica en bronce del casco utilizado por la guardia imperial de honor de Pedro I (1798-1834), al tiempo que exhibe la imagen de San Jorge luchando contra el dragón, exhibe el casco deformado por un golpe de lanza. “Setúbal busca en la historia buscando elementos y símbolos que hacen alusión a la libertad y la independencia cuando, 200 años después de su proclamación, seguimos luchando para aniquilar a los dragones que nos acechan”, interpreta Isabel Portella, directora de la galería.
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