La protección de una especie de quelonios amazónicos en peligro de extinción ha sumado recursos adicionales. El seguimiento del período de desove de la tortuga charapa o arrau (Podocnemis expansa), que se caracteriza por el comportamiento gregario de la especie y su vulnerabilidad ante la caza ilegal, se está llevando a cabo mediante el uso mancomunado de nuevas tecnologías. Además de emplear sensores para el registro de los datos ambientales y micrófonos e hidrófonos para captar los sonidos emitidos por estos animales, se utilizan drones para para visualizar el ciclo de desove. Las cámaras dispuestas en los vehículos aéreos captan las etapas del proceso, tales como el agrupamiento de las tortugas en el río, su arribo en conjunto a la playa para la puesta en los nidos y la recepción de las crías luego de la eclosión de los huevos.
El empleo simultáneo de esas tecnologías es el resultado de un proyecto encabezado por la bióloga Camila Ferrara, de la Asociación de Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental presente en 164 países. El estudio es patrocinado por la Fundación Grupo Boticário (FGB). Según Ferrara, esta es la primera iniciativa para la conservación de las tortugas que emplea las tres tecnologías en forma conjunta. Como estudiosa de la charapa arrau, ella descubrió la existencia de una comunicación sonora entre los ejemplares de esta especie durante su doctorado, que concluyó en 2012 en el Instituto nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), en la ciudad de Manaos. Su estudio fue el segundo en el mundo en demostrar ese tipo de comunicación entre las tortugas.
Ahora, para detectar la comunicación entre los ejemplares de la especie, se instalaron micrófonos en los nidos e hidrófonos en el lecho del río. El recabado de las variables ambientales se realiza por medio de dispositivos electrónicos denominados dataloggers, que miden la temperatura en el agua y en los nidos. La información sobre el nivel del río se reúne en la Agencia Nacional de Aguas (ANA). La bióloga Camila Fagundes, también vinculada a la WCS y experta en Sistemas de Información Geográfica (SIG), se ocupa del manejo del dron y del análisis de las imágenes captadas.
La charapa arrau se caracteriza por un marcado comportamiento social y sus desplazamientos colectivos. Las hembras de la especie emiten sonidos de baja frecuencia, cuyo rango de alcance es mayor, cuando se agrupan antes de salir a desovar, una forma de llamado a los ejemplares que se encuentran más alejados. Cuando emergen del río, los sonidos son de una frecuencia ligeramente más alta, para organizar la salida a la playa. “La salida se produce casi en fila india”, relata Ferrara.
El proyecto actual de la investigadora fue seleccionado para su financiación por la FGB, a partir de un llamado a concurso lanzado en 2019. Una de las condiciones exigidas era el uso de metodologías innovadoras en la conservación de la naturaleza. “No había ningún proyecto con esas características enfocado en las tortugas. Las iniciativas de este tipo incorporan la tecnología para su uso en la conservación”, dice la bióloga Karynna Tolentino, analista de Proyectos Ambientales de la Fundación. La investigación fue planificada para desarrollarse en dos años y se le concedieron 190 mil reales.
La meta principal del estudio consiste en mejorar el manejo y el control de la especie. El área de monitoreo es una playa que se extiende por unos 2 kilómetros a la vera del río Purus, en la Reserva Biológica de Abufari, la mayor zona de desove de la charapa arrau en el estado de Amazonas. La investigadora estima que existen alrededor de 2 mil ejemplares de la especie en ese sitio. El empleo de drones, según Ferrara, constituye una novedad en los estudios de las tortugas de agua dulce. “No conozco ningún trabajo referente al modo de manejar la cámara que equipa al vehículo aéreo junto a una tortuga. Realizamos pruebas para entender cómo operar el dron y cuánto influiríamos sobre su comportamiento”, comenta. Sin embargo, estos aparatos ya se usan para el estudio de tortugas marinas en países tales como Estados Unidos, Australia y México.
Un momento crítico
El período de desove y nacimiento de las crías es cuando las tortugas corren mayor peligro. Esto generalmente ocurre luego del final de la época de creciente de los ríos, que comienza hacia el final del primer semestre. Por entonces, se forman playas a orillas del río debido a la mengua de su cauce. En primer término las charapas arrau se agrupan, aún bajo las aguas, hasta el momento en que emergen, en un movimiento ordenado, para cavar sus nidos.
Luego de desovar, regresan al río y aguardan la eclosión. Aun siendo embriones, las crías emiten sonidos que sirven, según supone Ferrara, para sincronizar sus nacimientos. Así pues, al nacer, se dirigen hacia el río en un grupo mayor, elevando las chances de supervivencia y, al mismo tiempo, alertando a las hembras sobre su nacimiento. Este comportamiento fue descrito por primera vez en 2013 por Ferrara y los biólogos Richard Carl Vogt, del Inpa, y Renata Sousa-Lima, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN) (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 205).
“En la Amazonia, el consumo de carne y huevos de tortuga es alto”, dice Ferrara, al explicar que durante el período en el que las hembras están sobre el rellano –la playa que se forma donde excavarán los nidos– son fáciles de capturar. En las noches de desove, incluso más. “Las imágenes que aporta el dron ayudarán a saber cuándo serán la puesta de los huevos y la eclosión masiva, así como si existe alguna condición ambiental, como las tormentas que provocan que eso se altere”, dice la investigadora.
La bióloga Paula Pinheiro, del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), quien ya ha trabajado en la protección de otros quelonios, dice que la nueva técnica aporta ventajas y en el futuro podría adoptarse en otros lugares. Una de ellas es la disminución de la intervención humana, ya que la presencia de los científicos en las playas donde tiene lugar el desove puede alterar el comportamiento de las tortugas. “La recolección de datos por medio de drones puede minimizar dicha interferencia”, dice Pinheiro. Ella también destaca que los resultados del estudio revelarán el momento en el cual deben centrarse los esfuerzos de control por las comunidades y de inspección, por los organismos ambientales.
En la primera etapa del proyecto, que se realizó en 2019, el grupo notó que a las crías demoraron más tiempo que el habitual para nacer. Ferrara aún no tiene una hipótesis acerca de cuáles podrían ser los factores catalizadores para el inicio de la eclosión de los huevos. Ella comentó que un grupo de científicos de Estados Unidos y de Costa Rica publicó un artículo este año tratando de trazar un pronóstico a partir de ciertas variables ambientales, sin asociarlas a sonidos e imágenes, para la tortuga olivácea o golfina (Lepidochelys olivacea), una especie marina. Para eso fueron necesarios 10 años de observación. Mediante las imágenes captadas por los drones y la grabación de los sonidos de la especie, se espera poder abreviar ese tiempo.
Artículo científico
FERRARA, C. R. et al. Sound communication and social behavior in the giant amazon river turtle (Podocnemis expansa). Herpetological Bulletin. v. 7, p. 149-56. 2014.