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BUENAS PRÁCTICAS

Radiografía de las retractaciones en el mundo

El archivo de noticias publicadas en el sitio web Retraction Watch se utiliza en un estudio para trazar un panorama de los deslices éticos en las publicaciones científicas

El sitio web Retraction Watch, que lanzaron en 2010 los periodistas estadounidenses especializados en ciencia Adam Marcus e Ivan Oransky, se tornó una fuente de información sobre la incidencia de casos de mala conducta científica en todo el mundo. Su especialidad son las retractaciones de artículos científicos, es decir, la anulación de papers ya publicados a raíz del descubrimiento de fraudes o errores. Lo novedoso a este respecto es que el archivo de informaciones del sitio web está empezando a utilizarse para estudios sobre la corrección de la literatura científica. Un artículo que salió publicado en la edición de enero de la revista Scientometrics analizó 1.623 retractaciones divulgadas entre 2013 y 2015 con base en parámetros tales como el país de origen, área del conocimiento y causa de retractación. El trabajo estuvo coordinado por Sonia Vasconcelos, investigadora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en coautoría con su alumna de maestría Mariana Ribeiro en el Programa de Educación, Gestión y Difusión en Biociencias del Instituto de Bioquímica Médica Leopoldo de Meis.

Se especificó que las retractaciones divulgadas en el sitio web estaban distribuidas entre 71 países, aunque el análisis se centró en las 15 naciones responsables de la mayor parte (el 85%) de los casos. El dato común es que se trata de países bastante productivos en términos de publicaciones científicas. Brasil no figura en esa lista, a pesar de que en 2015 quedó ubicado en el 13º puesto del ranking entre las naciones con mayor cantidad de artículos indexados en la base de datos SCImago Journal & Country Rank. Según Sonia Vasconcelos, la ausencia del país probablemente se debe al hecho de que la cantidad de artículos brasileños en PubMed, el banco de datos con la literatura del área biomédica, es más baja que la de otros países.

La investigación revela que las ciencias biomédicas, médicas y clínicas sumaron más del 60% del total de retractaciones entre 2013 y 2015. Las ciencias denominadas duras, como en el caso de la física, representaron un 17% de las retractaciones; las áreas multidisciplinarias, un 12%, y las ciencias humanas y sociales, un 8%. Vasconcelos hace hincapié en que Retraction Watch es proclive a publicar más noticias sobre casos en las ciencias biomédicas debido a una mayor familiaridad de los creadores del portal con esas áreas. “Tampoco podemos ignorar que, históricamente, las áreas biomédicas vienen siendo las más activas en el ámbito de las actividades en integridad científica y ética en la investigación”, dice. Las ciencias humanas y sociales registraron una cifra de retractaciones (118) menor que la de otros campos. Pero el 58% de ellas se refería a casos de mala conducta científica, un porcentaje superior al que se observaba en el resto de las disciplinas. Para Sonia Vasconcelos, eso puede explicarse parcialmente por la existencia de investigadores de ciencias humanas y sociales reincidentes, cada uno de ellos con varios artículos retractados por deslices éticos.

Cada uno de los paper retractados que se analizan en Retraction Watch se acreditó solamente a un país, aquél al que pertenece el autor correspondiente, generalmente responsable del conjunto de los resultados. En conjunto, Estados Unidos y China acapararon alrededor del 41% del total de retractaciones, con 376 y 283 artículos anulados, respectivamente. El mayor número de retractaciones por mala conducta también correspondió a Estados Unidos (225 casos), seguido por Japón (75 casos) y la India (61 casos). En el caso de Japón se observó un detalle peculiar: tan sólo dos autores, el endocrinólogo Shigeaki Kato, exinvestigador de la Universidad de Tokio, y el cirujano Yoshitaka Fujii, de la Universidad de Tōhō, fueron responsables de 28 y 20 retractaciones, respectivamente, que sumados representan el 48% del total de casos japoneses en el período analizado.

Vasconcelos hace mención a que Retraction Watch exhibe tan sólo un porcentaje de las retractaciones, aquellas que están relacionadas con los periódicos de mayor prestigio, indexados en bancos de datos internacionales. Para ampliar su alcance, el sitio web creó el año pasado un banco de datos más abarcador, con una cobertura más amplia que la que ofrece el archivo de noticias. “Esta base ayudará a mejorar la comprensión sobre el escenario de corrección de la literatura científica y posibilitará una profundización de las consideraciones que planteamos en el artículo publicado en enero”, dice Vasconcelos. Mediante una nota que salió publicada en agosto de 2017, el equipo de Retraction Watch informó que el banco de datos ya había catalogado aproximadamente 8 mil retractaciones. Se estima que esa cifra llegará a15 mil en los próximos meses.

Prácticas cuestionables
En el estudio publicado en la revista Scientometrics, las autoras identificaron que en el 47% de las retractaciones, las causas fueron formas más graves de mala conducta científica, tales como fraudes y falsificación de datos. En tanto, los errores en donde no existen indicios de mala fe de los autores fueron responsables de un 11% de las cancelaciones. También se registraron otras prácticas cuestionables que no siempre caracterizan a casos de mala conducta. “Pero algunas de ellas ponen en riesgo la confiabilidad del artículo, como por ejemplo, las distorsiones en la atribución de autoría y los conflictos de interés no declarados”, explica Mariana Ribeiro.

Las autoras advierten que los resultados podrían tener ciertos sesgos. “El predominio de los casos de mala conducta podría significar que Retraction Watch profundiza demasiado el debate sobre episodios motivados por fallas graves o intencionales, dado que eso concita un mayor interés de los lectores”, explica Vasconcelos. Otro estudio que publicó Scientometrics  en 2013, reveló que el porcentaje de todas las retractaciones que involucran denuncias de mala conducta se incrementó de un 55% del total en 2007, hasta un 71% en 2010.

Aunque Brasil no haya sido tenido en cuenta en el análisis, en un estudio que salió publicado en 2016 en la revista Science and Engineering Ethics, Vasconcelos y otros autores mostraron que en los últimos años hubo un aumento en el número de casos de mala conducta científica detectados que involucran a autores brasileños. El trabajo analizó más de 2.000 papers indexados en la biblioteca virtual brasileña SciELO y en la base de datos latinoamericana de informaciones en ciencias de la salud (Lilacs), entre 2009 y 2014. El mismo indica que las retractaciones están en ascenso en ambas bases de datos: entre 2004 y 2009 se identificaron entre una y dos retractaciones por año; en tanto, entre 2011 y 2012 el promedio subió a siete. La razón principal de las retractaciones de los artículos brasileños fue el plagio, implicado en un 46% del total.

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