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Memoria

Radiografía del campo

En 1920, el primer Censo Agropecuario de Brasil registró la transición de una economía agrícola hacia una industrial

Transporte de café en una hacienda del interior paulista entre 1900 y 1920

Gamma-Keystone/ Getty Images

Hace 100 años, tras meses previos de planificación, 18.172 encuestadores recorrieron el campo y las ciudades para recabar informaciones para el primer Censo Agrícola e Industrial de Brasil, que tomó como base el 1º de septiembre de 1920 para el registro de los datos de producción, existencias, personal ocupado y maquinarias. Los entrevistadores recorrieron los entonces 643 municipios de Brasil –hoy en día son 5.570– y registraron la producción de los 648.153 establecimientos agrícolas (o unidades productivas), que representaban a poco más del 10% de los 5.073.324 registrados en el Censo más reciente, de 2017.

La Constitución de 1891 determinaba que el Censo Agropecuario debería realizarse cada 10 años y garantizó el de 1920, pero el de 1930 fue postergado y luego cancelado a causa de la crisis política, que impidió la asunción del presidente electo Júlio Prestes (1882-1946), puso fin a la República Vieja e instaló a Getúlio Vargas (1882-1954) en el poder. Una ley de 1965 estipuló que el estudio fuera quinquenal, pero esa periodicidad no siempre pudo cumplirse: a causa de los recortes presupuestarios del gobierno, los censos de 1990, 2000 y 2010 no se realizaron, aunque el IBGE haya llevado a cabo otras investigaciones, tales como la de Producción Agrícola Municipal, que sirvieron para compensar la falta de información. Con la finalidad de dimensionar la producción rural, los censos son esenciales como base de cálculo de la producción económica del país y para la planificación de organismos públicos y productores rurales.

El estudio de 1920, elaborado por la Dirección General de Estadística (DGE), un organismo del gobierno federal creado en 1871 para ocuparse del primer censo poblacional, retrató la transición de la economía agrícola hacia una industrial, que sumó aliento en la década siguiente. La cantidad de fábricas pasó de 2.983 en 1907, según el Censo Industrial de Brasil, un recuento más sencillo, a 13.336 en 1920; en la actualidad son 335 mil.

Colección IBM En 1920, los digitadores fabricaban tarjetas perforadas a partir de los cuestionarios completados por los censistasColección IBM

Ese también fue el 4º Censo Poblacional, que registró 30,6 millones de personas viviendo en Brasil; en 1872, el primer Censo arrojó que eran 9,9 millones, los esclavos componían el 15,2% de la población brasileña y el estado más populoso era Minas Gerais, con 2 millones de habitantes. La población actual de Brasil es de 210 millones de habitantes. El censo poblacional más antiguo del que se tiene registros se llevó a cabo en China, en 2238 a. C.; los egipcios efectuaban censos anuales ya en el siglo XVI a. C.

“Difícilmente se haga otro trabajo de esa envergadura”, dice el agrónomo Antônio Carlos Florido, administrador a cargo del Censo Agropecuario del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), organismo que asumió las funciones de la DGE al ser creado en 1936, inicialmente bajo la denominación de Instituto Nacional de Estadística. El primer Censo Agropecuario fue único no solo por su magnitud –19 tomos de 600 páginas, en promedio, que comenzaron a ser publicados en 1924–, sino también por indagar más allá de las estadísticas y proporcionar capítulos descriptivos sobre la historia, la geografía, el clima y las riquezas naturales del país.

En el primer volumen, por ejemplo, el botánico Frederico Carlos Hoehne (1882-1959), por entonces en el Instituto Butantan, analizaba la historia y la distribución geográfica de los principales cultivos agrícolas –caña de azúcar, trigo, arroz y maíz– y describía aquellas especies que podrían servir para el arbolado urbano o bien para su plantío en jardines.

Alexandre Affonso Mapas y gráficos ilustrados (a la der.) sintetizaban las informaciones de tablas e informes del CensoAlexandre Affonso

En otro capítulo, el naturalista Alípio de Miranda Ribeiro (1874-1939), del Museo Nacional, sugería la explotación de los cueros de anacondas (Eunectes spp.) y de yacarés (Caiman spp.), así como la domesticación del pato salvaje (Cairina moschata). “El coipo o coipú (Myocastor coipus) nos provee el fieltro para los sombreros, sin embargo eso no se hace mediante su cría, todo lo contrario, se elimina al animal, cuya desaparición progresiva contribuirá forzosamente a que en poco tiempo se extinga una fuente industrial rentable”, dijo.

En 1920, dos estados, São Paulo y Minas Gerais, ostentaban la mitad (un 53,3%) del área agrícola cultivada del país. En la actualidad, los estados con la mayor superficie cultivada son Minas Gerais y Bahía, con São Paulo ocupando el tercer puesto, aunque con mayor productividad por área. Hace 100 años, el maíz representaba el 36,9% del área cultivada, seguido por el café, con el 33,3%. Entre los cultivos permanentes, el café conserva el primer puesto en cuanto al valor de la producción agrícola, seguido hoy en día por la naranja y ya no por el maíz.

La agricultura brasileña se diversificó y conquistó nuevas áreas, principalmente a partir de la década de 1970, con la creación de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). En un cuadro general, la soja –un cultivo temporario, con 33 millones de hectáreas (ha) plantadas, casi el doble del área ocupada por el maíz– actualmente es el cultivo con mayor valor de producción en Brasil, seguida por la caña de azúcar, el maíz y el café.

Hace 100 años, las grandes propiedades rurales predominaban incluso más que hoy. Las pequeñas propiedades, de hasta 100 ha, reunían tan solo el 9% del área cultivada, si bien representaban al 71% del total de establecimientos rurales. La propiedad pequeña estaba “tan solo más o menos fraccionada en la región costera del sur, debido a la colonización extranjera”, informó el Censo. En los estados de Amazonas, Pará y Goiás, la superficie promedio de las propiedades rebasaba las mil hectáreas.

“El Censo Agrícola no es el mejor instrumento para medir la estructura de las propiedades rurales”, advierte Florido. Según él, el catastro de inmuebles rurales sería lo más adecuado para evaluar esa condición, que se ha alterado bastante poco. En el Censo de 2017, la participación de las pequeñas propiedades pasó a ser el 27% del área cultivada y el 91% del total de unidades productivas.

En 1920, el estado de São Paulo era el mayor productor nacional de café, con el 42% del total producido, seguido por Minas Gerais, con el 32,1%. “La década de 1920 fue un hito en el crecimiento del estado de São Paulo, que sobrepasó a Río de Janeiro en cuanto a su producción industrial y lideró la modernización y el crecimiento económico del país”, declaró a Pesquisa FAPESP el economista Wilson Cano, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp) y autor de Raízes da concentração industrial em São Paulo (Editorial Difel, 1977). La producción industrial del estado pasó del 31,5% del total nacional en 1919 al 37,5% en 1929.

Grandes empresas multinacionales, tales como Rhodia, Ford, Phillips, Pirelli, Nestlé y Kodak, comenzaron a instalarse en la capital paulista, que también vivió una época de expansión de los servicios, especialmente del sistema bancario. “La industria preponderante todavía era la de productos básicos, principalmente textiles e indumentaria, pero poco a poco fue diversificándose”, le comentó Cano a Pesquisa FAPESP. “Esa fue una época de enormes ganancias para los empresarios”.

La población de la capital, a la sazón con los primeros edificios con elevadores, pasó de 579 mil habitantes en 1919 a alrededor de 900 mil al final de la década siguiente, de los cuales 160 mil eran obreros, que comenzaban a organizarse en sindicatos. “El municipio ya era efectivamente ‘el mayor centro industrial de América Latina’, tal como sería denominado 20 años después”, escribió Cano en un artículo publicado en 2012 en la revista EconomiA.


En el lapso de un siglo, la fuerza laboral en el campo ha disminuido como consecuencia de la mecanización, la mejora de los procesos productivos y un mayor uso de la tecnología en el sector, dijo el agrónomo Marcelo Souza de Oliveira, supervisor de cómputos del Censo Agropecuario del IBGE, al comparar los 11 censos agropecuarios realizados en Brasil. El total de trabajadores rurales pasó de 6,13 millones en 1920 a alcanzar un máximo de 23,3 millones en 1985 y desde entonces viene cayendo, llegando a 15,1 millones en 2017. El promedio del personal ocupado por cada establecimiento pasó de 9,7 trabajadores en 1920 a solo 3, en 2017.

El Censo de 1920 implicó la distribución de 37.589 cajas con cuestionarios y mapas para el Censo Demográfico y otras 8.265 para el Censo Económico. Luego de su entrega en las comisarías regionales, las encuestas de investigación demográfica, agraria e industrial comenzaron a arribar a la Dirección de Estadística el 20 de noviembre de 1920, y la última llegó en febrero de 1922. Mediante el trabajo de un equipo integrado por 382 empleados, las mismas pasaron por 110 máquinas para la perforación de tarjetas –producto de un acuerdo con la empresa Tabulating Machine Company, de Estados Unidos, que luego fue el origen de IBM– y tomaron la forma de 44 millones de tarjetas para el recuento de los resultados.

La base tecnológica, tal como era de esperarse, ha cambiado bastante. “Actualmente”, describe Souza de Oliveira, “los encuestadores disponen de una aplicación en el celular que indica el sector censual y mapas con sistemas de navegación (GPS), pueden realizar informes online y tomar fotografías para posteriormente conversar con el supervisor”. El último Censo Agropecuario, cuya fecha base fue el 30 de septiembre de 2017, alistó a unos 28 mil censistas, además de los integrantes de los equipos de análisis de datos. Luego de cinco meses de recolección de datos, los resultados fueron divulgados en octubre de 2019. De acuerdo con la planificación, el próximo Censo Agropecuario se llevará a cabo en 2022.

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