No puede hacerse una tortilla sin cascar los huevos. El ingeniero José Antônio Perrella, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad Guaratinguetá, cita este antiguo aforismo para referirse al significado subyacente en el concepto del nexo agua-energía-alimentos. Al hacer esta alusión, Perrella, quien desarrolló un proyecto para evaluar la comprensión del concepto de nexo entre jóvenes de 10 a 24 años de Vale do Paraíba (São Pauoo), quiso demostrar que, históricamente, los retos del sector de la alimentación, por ejemplo, han sido resueltos sin tener en cuenta sus posibles incidencias en los sistemas energéticos e hídricos, tal como es el caso de la ampliación de la superficie de cultivo de determinados alimentos, que genera un incremento en el consumo de agua, y eso puede llegar a tener un impacto en su disponibilidad para otros usos. La situación empezó a cambiar hace alrededor de una década, cuando la noción de este nexo se difundió en el ámbito académico, luego de que se llevara a cabo una conferencia internacional sobre la conexión entre esos tres elementos celebrada en Bonn, Alemania, en 2011. Este nuevo abordaje, que cuenta con potencial para auxiliar en la gestión de crisis, prevé la búsqueda de soluciones integrales y transdisciplinarias para resolver problemas hídricos, energéticos y alimentarios, sin que las acciones tendientes a subsanar una adversidad deriven en el agravamiento de otra. Los estudios sobre este concepto, adaptados al contexto brasileño, buscan incentivar la formulación de políticas públicas que también tengan en cuenta las desigualdades sociales características de la realidad nacional.
Las correlaciones entre las crisis energéticas y el hambre comenzaron a estudiarse en la década de 1970, pero la noción de un nexo entre el agua, la energía y los alimentos se afianzó como metodología de investigación en 2008, durante el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza). En esa ocasión, los economistas congregados en el evento discutieron posibles soluciones para los problemas hídricos y el desarrollo de fuentes de energía alternativas, como una manera de reducir el uso de combustibles fósiles. La idea, impulsada inicialmente por los estudios realizados en las áreas de ciencias naturales, ingeniería y economía, cobró otra dimensión a partir de una publicación del científico ambiental Holger Hoff, del Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático y del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo, en Suecia, presentada en el marco de la conferencia en Bonn. “En esa oportunidad, Hoff propuso análisis que abarcan la gestión conjunta de los tres elementos, además de poner de relieve la relación que estos establecen con las situaciones de pobreza y vulnerabilidad”, explica el biólogo Leandro Luiz Giatti, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP). Según Giatti, las reflexiones de Hoff hicieron posible el uso de este enfoque entre los investigadores de áreas como la geografía y las ciencias sociales, que pasaron a dialogar con ingenieros y biólogos en busca de soluciones integradas para gestionar las crisis energéticas, hídricas y alimentarias.
Los científicos brasileños marchan a la vanguardia de este proceso que, en los últimos 10 años, a través de proyectos financiados por la FAPESP, han unido fuerzas con instituciones de todo el mundo para analizar cómo puede colaborar el concepto de nexo en la reflexión sobre la realidad de los países en desarrollo. La profesora Gabriela Marques Di Giulio, de la FSP-USP, es una de estas investigadoras. Según ella, este abordaje ha cobrado cuerpo en el país en los análisis sobre el sector de los biocombustibles. “Más allá de la utilización de los recursos naturales de manera sostenible, por medio de estrategias que permiten, por ejemplo, equilibrar el uso de la tierra para la producción de caña de azúcar y alimentos, en Brasil el nexo puede servir especialmente para dar lastre a los debates que comprenden la crisis climática, la conservación de la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la disminución de la pobreza”, analiza.
Por su parte, Giatti cita otro ejemplo. Recuerda que, en São Paulo, durante las crisis hídricas, el gobierno del estado ha venido invirtiendo en la captación de agua en zonas alejadas, como en el caso del sistema Cantareira, que abastece al Área Metropolitana y capta el agua de cursos situados en el estado de Minas Gerais. “El transporte del agua desde lejos demanda un consumo de energía mayor y suele generar conflictos con otros usuarios de la misma fuente. Además, estas medidas acaban por beneficiar solamente a algunos sectores, como en el caso de las industrias, que siguen utilizando un volumen regular de agua incluso en contextos de crisis, mientras que las poblaciones vulnerables de los barrios periféricos deben afrontar racionamientos severos”, describe. Pese a que este tipo de problemas siempre han existido, Giatti dice que la idea de nexo hace posible el uso de nuevas perspectivas para sortear las dificultades, merced a una lógica de escasez interdependiente.
Con una reflexión similar, el ingeniero Tadeu Fabrício Malheiros, de la misma institución, explica que gran parte de los estudios sobre el nexo se han centrado en temas estratégicos para la economía, que involucran a las centrales hidroeléctricas y al sector de los biocombustibles. “Sin embargo, las investigaciones que analizan, por ejemplo, los efectos del proceso de urbanización sobre los tres elementos aún son incipientes”, detalla. En este sentido, hace hincapié, entre otras cosas, en la necesidad de investigar los impactos y el encauzamiento de soluciones en las áreas de vulnerabilidad urbana y sus conexiones con el acceso al agua, la energía y la seguridad alimentaria.
El libro The nexus water-energy-food – What the Brazilian research has to (FSP-USP, 2002) recopila estudios de casos que dieron impulso al nuevo concepto para lidiar con los desafíos que presentan los medios urbanos, las zonas del semiárido, de la Amazonia y del Bosque Atlántico.
Del 60 % al 70 % del uso global del agua dulce corresponde a las actividades de agricultura irrigada como la que se practica en Brasil, un país entre cuyos pilares económicos se cuenta la exportación de productos básicos agrícolas, dice la ingeniera Maria do Carmo Sobral, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Según ella, más del 40 % de las exportaciones nacionales de fruticultura salió en 2021 de los polos agrícolas cercanos a la ciudad de Petrolina, en el estado de Pernambuco, que utilizan el agua del río São Francisco. “Para garantizar que el ecosistema acuático siga vivo, especialmente en situaciones de crisis, es necesario contar con un flujo ambientalmente equilibrado”, explica la ingeniera.
En un proyecto iniciado en 2019 sobre la gestión integrada de las cuencas hidrográficas del semiárido en un contexto de cambios climáticos, Sobral elaboró un estudio de caso basado en el río São Francisco, analizando los múltiples usos del agua conforme a escenarios diagramados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). “El río atraviesa siete estados brasileños, que dependen de una gestión adecuada de los recursos hídricos para poder atender todas sus demandas”, comenta. “En las regiones secas, como ocurre en el nordeste brasileño, las lluvias son escasas, pero cuando se producen, han sido torrenciales”, dice. Ella cita el caso del Área Metropolitana de Recife, que en el mes de junio registró en un solo día el volumen de lluvias previsto para todo el mes, lo que provocó inundaciones, deslaves y muertes.
En función de los escenarios diseñados por el IPCC, una de las directrices que esgrime el estudio de Sobral se refiere a la necesidad de diagramar estrategias flexibles en la gestión de los recursos hídricos. Según ella, los procesos actuales de control ambiental son estáticos y establecen licencias prolongadas, de 5 a 15 años, para reglamentar la extracción de agua de las cuencas hidrográficas. “Es necesario crear nuevas lógicas de gestión ambiental más ágiles, que puedan modificarse en función del caudal del río, teniendo en cuenta contextos de exceso o escasez de agua”, sostiene. La información al respecto de la necesidad de crear estrategias flexibles puede colaborar con el trabajo de instituciones tales como la Agencia Nacional del Agua (ANA), el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) y el Comité de la Cuenca Hidrográfica del Río São Francisco.
Otro estudio de caso que se analiza en el libro editado por la FSP-USP comprende la zona sur de la ciudad de São Paulo, que abarca unos 2.200 kilómetros cuadrados (km2) rodeados por áreas de gran importancia ambiental. “Los cursos de agua de la zona sur abastecen a una población de 5,6 millones de personas. Esta zona presenta un gran potencial para la expansión de las áreas cultivables. Las inversiones para preservar su vocación agrícola constituyen una estrategia importante para evitar la pérdida de la biodiversidad y de los recursos hídricos de toda la ciudad”, dice el geógrafo Fabiano de Araújo Moreira. En su investigación posdoctoral recientemente concluida, con financiación de la FAPESP, el investigador creó indicadores para dimensionar los beneficios del proyecto Ligue os Pontos [Una los puntos] de la Secretaría Municipal de Urbanismo y Licencias, para promover el desarrollo sostenible del territorio rural. Según Moreira, el programa inicialmente se evaluaba con base en los indicadores que tenían en cuenta solamente las variaciones de ingresos de los agricultores y del número de propiedades rurales. “Sin embargo, por intermedio de ellos, no era posible determinar si el programa estaba, de hecho, mejorando la calidad de vida de la gente que habita en el entorno rural de la zona sur”, dice.
A partir de las posibilidades que introdujo la idea de nexo, que promueven la búsqueda de beneficios en la producción de alimentos sin menoscabo de los sistemas hídricos y energéticos del entorno, Moreira, en diálogo con los representantes de la secretaría, de la Casa de Agricultura Ecológica del distrito de Parelheiros, de las Áreas de Protección Ambiental (APA), en la zona sur de la ciudad, y los agricultores, estableció 34 indicadores para evaluar la eficacia del proyecto. Entonces, se empezaron a analizar nuevos elementos, tales como la utilización de agroquímicos en las propiedades, la asistencia a los agricultores a través de la red de saneamiento, la diversidad de los productos cultivados y la cantidad de agua utilizada, además del consumo de energía eléctrica en las viviendas y de combustible para el transporte de los productos agrícolas. “Algunas áreas de investigación utilizan el nexo tanto para investigar como para obtener más eficiencia y reducir los costos en la explotación de los recursos naturales. A su vez, los estudios en materia de geografía se han apropiado de este enfoque para pensar las formas de asegurar el acceso de las poblaciones vulnerables a estos recursos”, comenta Moreira. Según él, otro giro de los geógrafos ha sido la reflexión al respecto de las implicaciones territoriales de las acciones sectorizadas, basadas en el nexo. “Las ocupaciones irregulares de los terrenos aledaños a las represas, por ejemplo, repercuten en todo el municipio”, afirma.
En otro estudio financiado por la FAPESP, el ecólogo Rodrigo Augusto Bellezoni, investigador de la Escuela de Administración de Empresas de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas (Eaesp-FGV), analizó cómo los bosques urbanos, las plazas y árboles, los techos verdes y los mecanismos de captación del agua de lluvia en ocho ciudades del mundo, incluyendo São José dos Campos y Florianópolis, además de otros municipios en África, la India y Asia, influyen en las relaciones entre los sistemas hídrico, energético y alimentario. “En cuanto a los sistemas verdes en las ciudades, el estudio identificó a la agricultura urbana como una de las estructuras más estratégicas para la promoción del nexo agua-energía-alimentos, sobre todo en los países del Sur global, debido a los efectos positivos propiciados sobre los tres sistemas. Si al menos una parte de los alimentos pasa a producirse cerca del lugar de consumo, la demanda energética es menor, especialmente en transporte, así como el uso del agua, puesto que esas huertas se suelen regar con agua de lluvia”, razona.
Como ejemplo de política pública que permite promover y preservar las infraestructuras verdes, menciona el Decreto nº 61.143, promulgado por el Municipalidad de São Paulo en el mes de marzo, con el propósito de crear un programa de pago por la prestación de servicios ambientales en las áreas de protección de las fuentes de agua de la ciudad. En virtud de esta propuesta, los propietarios de los inmuebles que inviertan en el mantenimiento, la recuperación, la recomposición y el enriquecimiento de los remanentes forestales y cursos de agua, los bosques ribereños y las áreas de conservación permanentes pueden recibir remuneraciones. “En sintonía con la iniciativa paulistana, el municipio de São José dos Campos, en el interior del estado, también debate la creación de un mecanismo legal similar para reconocer y valorar el trabajo de las personas y organizaciones que prestan servicios ambientales”, concluye Bellezoni.
Proyectos
1. (Re)connect the nexus: Young Brazilians’ experiences of and learning about food-water-energy (n° 15/50226-0); Modalidad Proyecto Temático; Convenio Confap; Newton Fund, junto a la FAPESP como institución colaboradora en Brasil; ESRC, UKRI; Investigador responsable José Antônio Perrella Balestieri (Unesp); Inversión R$ 620.527,33.
2. Resiliencia y vulnerabilidades del nexo urbano de alimentos, agua, energía y medio ambiente (ResNexus) (n°15/50132-6); Modalidad Proyecto Temático; Convenio ESRC, UKRI; Organización Neerlandesa para la Investigación Científica (NWO); Investigador responsable Leandro Luiz Giatti (USP); Inversión R$ 1.081.327,37.
3. Globally and Locally-sustainable food-water-energy innovation in Urban Living Labs – Glocull (n°17/50423-6); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Convenio Belmont Forum; Investigadores responsables Tadeu Fabricio Malheiros y Gabriela Di Giulio (USP); Inversión R$ 763.198.
4. Innovaciones en alimentos, agua y energía sostenibles a nivel global y local en Laboratorios Urbanos vivos ‒ Glocull ‒ Proyecto de un sistema de indicadores para evaluar la sostenibilidad en proyectos integrados urbanos sobre alimentos, agua y energía (n° 18/21249-0); Modalidad Beca posdoctoral; Convenio Belmont Forum; Investigadores responsables Tadeu Fabricio Malheiros y Gabriela Di Giulio (USP); Beneficiario Fabiano de Araújo Moreira; Inversión R$ 337.062,21.
5. Understanding innovative initiatives for governing food, water, and energy nexus in cities – IFWEN (n° 17/50425-9 y 18/20057-0); Modalidad Beca posdoctoral; Convenio Belmont Forum y JPI Urban Europe como parte de la Sustainable Urbanisation Global Initiative (Sugi 11221480); Investigador responsable José Antonio Puppim de Oliveira (FGV); Beneficiario Rodrigo Augusto Bellezoni; Inversión R$ 406.314,18.
6. Understanding innovative initiatives for governing food, water, and energy nexus in cities – IFWEN (n° 17/50425-9); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Convenio Belmont Forum y JPI Urban Europe como parte de la Sustainable Urbanisation Global Initiative (Sugi 11221480); Investigador responsable y líder del consorcio: José Antonio Puppim de Oliveira (FGV); Beneficiarios: Rodrigo Augusto Bellezoni (n°18/20057-0), Laura Sílvia Valente de Macedo (n° 18/20160-6); Julio Cesar Zambrano Gutierrez (n° 20/07136-9); Marc Barda Picavet (n° 18/26505-5) Inversión €1.309.831 (FAPESP, NSF, BMBF, Formas, Start, Most).
Libro
MOREIRA, F. A. et al. The Nexus water-energy-food – What the Brazilian research has to say. São Paulo: Facultad de Salud Pública de la USP, 2022.
Artículo científico
HOFF, H. Understanding the Nexus. Background paper for the Bonn 2011 Nexus Conference: The water, energy and food security nexus. Estocolmo: Stockholms Enviroment Institute, 2011.
Informe
MOREIRA, F. A. et al. Relatório técnico: Sistema de indicadores para avaliação de sustentabilidade em projetos integrados urbanos sobre o nexo alimentos-água-energia na zona sul do município de São Paulo. Universidad de São Paulo – Facultad de Salud Pública, 2022.