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TURISMO GEOLÓGICO

Una São Paulo de 600 millones de años

Un recorrido que conecta monumentos y edificios del centro histórico paulistano revestidos con rocas de un pasado remoto

Patio do Colégio, basamento de granito gris Mauá

Léo RamosPatio do Colégio, basamento de granito gris MauáLéo Ramos

La geóloga Eliane Del Lama desea revelarle al visitante interesado en conocer un poco de los orígenes de São Paulo algo más que los edificios y monumentos que retratan parte de los 461 años de la mayor metrópolis de América del Sur. En un trabajo conjunto con otros cuatro investigadores, la investigadora elaboró un itinerario por el centro antiguo de la ciudad en el cual describe los tipos de rocas más utilizados en la construcción y ornamentación de edificaciones y obras de arte que integran lo que ella denomina patrimonio geológico de las construcciones paulistanas. Su objetivo, al relatar parte del historial de los materiales que colaboraron para forjar la historia de São Paulo, es demostrar que la geología se encuentra más cerca de lo cotidiano de lo que la gente imagina. “En general, se la asocia con la prospección de petróleo y minerales, pero el trabajo del geólogo va mucho más allá”, dice ella, quien se desempeña como docente en el Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo (USP).

El recorrido geoturístico por el centro antiguo de São Paulo elaborado por Del Lama y sus colaboradores se publicó en el mes de junio en la revista Geoheritage. Allí se indican 19 puntos para visitar, sobre un trayecto de 6,5 kilómetros, que pueden recorrerse a pie, o bien utilizando el metro. Se trata de construcciones y monumentos que se erigieron fundamentalmente a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando São Paulo, que se construyó a base de tapiales (barro amasado con sostén de madera), le cedió la iniciativa a las construcciones de albañilería, el embrión de la futura metrópolis. “Seleccionamos los edificios y los monumentos más conocidos y que incluían la mayor diversidad de piedras”, relata Del Lama.

El paseo comienza en el Pátio do Colégio, el sitio fundacional de la ciudad de São Paulo. Fue allí, sobre una colina alta y plana, rodeada por el río Tamanduateí y por el arroyo Anhangabaú, que los sacerdotes jesuitas Manoel da Nóbrega y José de Anchieta erigieron en 1554 la sede del Colegio São Paulo de Piratininga con el consentimiento del cacique Tibiriçá, jefe de los aborígenes guayanás que habitaban en la región. Prácticamente no quedó nada del primer barracón, que se construyó con el método de tapial y se sustituyó un siglo más tarde por una construcción de estilo colonial, que fue destruida luego de la expulsión de los jesuitas de Brasil, en 1759. Aquél que hoy recorra la zona se topa con una réplica del colegio antiguo, construida con ladrillos y cemento entre 1954 y 1979. Lo único que quedó de la época de los jesuitas es una pared interna de tapial, el mismo material que se utilizó para erigir, allí cerca, la casa nº 1 y el solar de la Marquesa de Santos, que entre 1834 y 1867 fue ocupado por doña Domitila de Castro Canto e Melo, la amante del emperador Pedro I.

078-081_Geoturismo_233El basamento del edificio se construyó con bloques de una roca granítica de color gris claro, a la que se conoce con el nombre de granito Itaquera, y que se extrae de una cantera que funcionó durante más de un siglo en el barrio de Itaquera, sobre la zona este de São Paulo. El acceso fácil a esa clase de roca –antes de eso, las piedras ornamentales se importaban– posibilitó su utilización en diversas construcciones del casco histórico. La obra más antigua de la ciudad esculpida en granito Itaquera es el Obelisco de la Memoria, de 1814. También se lo conoce como Pirâmide do Piques, y se alza junto a la estación Anhangabaú del metro, por donde circulan diariamente miles de personas sin siquiera notarlo. Fue un proyecto del ingeniero Daniel Müller y lo construyó el maestro mayor de obras Vicente Pereira. Estaba ubicado más allá del arroyo Anhangabaú, en el límite de la ciudad, desde donde partía el camino que Müller proyectara para unir la capital con el interior.

El gris São Paulo
En las cercanías del Pátio do Colégio, uno de los dos edificios de la Secretaría Estadual de Justicia y Defensa del Ciudadano, proyectado por el arquitecto Ramos de Azevedo e inaugurado en 1896, se levanta sobre una base de granito Itaquera. “Este tipo de granito fue fundamental en la construcción de São Paulo, al comienzo del siglo XX”, comenta Del Lama. La tonalidad clara de esa roca no es lo único que puede observarse por allí. Todo el basamento de la plaza utiliza un granito más oscuro, el gris Mauá, oriundo de Mauá y Ribeirão Pires, localidades de la Región Metropolitana de São Paulo. Las paredes del edificio del Tribunal de Justicia, frente al Pátio do Colégio, exhiben los matices rosados característicos del granito rosa Itupeva. Posiblemente, ese es el mismo tipo de roca que se observa en la fachada del Centro Cultural Banco de Brasil, una construcción que data de finales de la década de 1920, y que conjuga dos estilos, neoclásico y art nouveau, en la segunda parada del recorrido.

El paseo atraviesa el centro histórico, un triángulo delimitado por las calles Boa Vista, Líbero Badaró y por la plaza João Mendes, y se prolonga hacia el nordeste hasta el Mercado Municipal, que se levanta sobre una base de granito rosa Itupeva, y hacia el noroeste hasta la plaza Largo do Paiçandu, donde se alza el Monumento a la Mãe Preta [Madre Negra], una escultura que data de 1955 en homenaje a los negros y cuya base, granítica, fue pintada y está cubierta de grafitis. El itinerario conduce de regreso al centro, pasando por la Biblioteca Mário de Andrade, con ornamentos de granito gris Mauá; por el Teatro Municipal, erigido sobre una base de granito Itaquera y con su fachada recubierta por placas de arenisca Itararé, extraídas de la región de Iperó; y por el Palacio Municipal, en el Edificio Matarazzo, con ornamentos de mármol travertino, una roca calcárea importada desde Italia. La última parada es Praça da Sé, la plaza donde están la Catedral, de estilo neogótico, que ostenta diferentes tipos de granito, y el hito cero de la ciudad, esculpido en mármol, en 1934, por el artista francés Jean Gabriel Villin.

Monasterio de São Bento: su fachada actual, que data de 1922, mezcla granito gris Itaquera y rosa Itupeva

Léo RamosMonasterio de São Bento: su fachada actual, que data de 1922, mezcla granito gris Itaquera y rosa ItupevaLéo Ramos

Las piedras que se observan con mayor frecuencia en edificios, monumentos y estatuas del paseo son granitos de diferentes regiones del estado. Sus coloraciones varían desde el negro y tonalidades de gris hasta el verde oscuro y los matices rosados y rojizos. Todos presentan una composición mineral similar: están constituidos por cristales de cuarzo, mica, feldespato y otros minerales en concentraciones muy bajas, donde el feldespato es el que determina la variación del color. Los granitos de São Paulo se formaron entre 600 y 580 millones de años atrás, debido a desplazamientos de la corteza terrestre que se produjeron a más de 35 kilómetros debajo de la superficie, en condiciones de alta temperatura y presiones 6 mil veces superiores a la de la atmósfera, constituyendo las cadenas montañosas del sudeste brasileño. Esas rocas pueden observarse en muchos sitios del estado, como por ejemplo, en la provincia granítica de Itu –una franja de 60 por 350 kilómetros en el interior paulista–, de donde se extraen los granitos Itupeva, Capão Bonito y Piracaia.

El itinerario que elaboró Del Lama junto con Denise Bacci, Lucelene Martins, Maria Motta Garcia, de la USP, y Lauro Dehira, del Instituto de Investigaciones Tecnológicas de São Paulo (IPT), no es el primero. En 2006, André Stern y otros colegas de la USP y de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE) habían sugerido un paseo por las calles del viejo centro paulistano, con una menor cantidad de puntos turísticos. Esas guías, casi inexistentes en Brasil, son un correlato de los recorridos geológicos que formuló para Londres, en los años 1980, el geólogo Eric Robinson. Antes que en São Paulo, ya se habían propuesto itinerarios para Curitiba y Río de Janeiro. En el caso de Del Lama, la producción de esa guía es producto de un cambio de rumbo en sus investigaciones. Como experta en el análisis de la composición química y la evolución geológica de las rocas formadas en zonas profundas de la corteza terrestre, ella decidió hacer “algo diferente”, luego de que la contrataran como docente en la USP, en 2004. Durante un período en el que no contaba con los pertrechos para la realización de análisis mineralógicos, salió a recorrer el centro de la ciudad y comenzó a registrar imágenes de los monumentos históricos, evaluando su estado de conservación. Esa actividad, al comienzo sin pretensiones, la condujo a la realización de análisis más profundos de la salud de obras que integran el imaginario paulistano, siendo la más conocida el Monumento às Bandeiras [expediciones que salían desde São Paulo], en el Parque de Ibirapuera. Ese trabajo la llevó a la conclusión de que es necesario divulgar la geología entre la población y, de esa manera, intentar disminuir el vandalismo que afecta a los monumentos de la capital. “El mejor modo de conservarlos”, sostiene Del Lama, “consiste en enseñarle a la gente a disfrutarlos, porque sólo se cuida lo que se conoce”.

Proyecto
La mineralogía aplicada al estudio del legado cultural (nº 2009/02519-8); Modalidad Apoyo a la Investigación – Regular; Investigadora responsable Eliane Aparecida Del Lama (IGc-USP); Inversión R$ 94.400,40 (FAPESP).

Artículo científico
DEL LAMA, E.A. et al. Urban geotourism and the old centre of São Paulo City, Brazil. Geoheritage. v. 7, n. 2, p. 147-64. Jun. 2015.

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