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Ecología

Anfitrionas selectivas

Las flores se valen de colores y olores para esconderse o atraer a especies de abejas específicas

Los amplios paisajes de los matorrales de montaña albergan un mosaico repleto de biodiversidad

Maria Gabriela Camargo

Cuando vuela por el campo una abeja, ve a lo lejos composiciones en tonos de verde. Los colores solo se revelan de cerca. Salvo el rojo, invisible para ella. En tanto, las aves tienen en los ojos un arsenal mayor de estructuras que les permiten ver el rojo. Los colores constituyen el principal modo de comunicación entre las plantas y los polinizadores, pero la percepción de los ojos humanos no basta para entender la complejidad de esta relación. Proviene de esas diferencias sensoriales la noción, ya antigua, de que las flores polinizadas por aves tienden al rojo, y aquellas que se benefician de la acción de las abejas exhiben más a menudo flores amarillas. Sin embargo, hay más que atracción de polinizadores, de acuerdo con el grupo encabezado por la bióloga Patrícia Morellato, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de la localidad de Rio Claro. La novedad es que la invisibilidad selectiva puede tener sus beneficios, como el de excluir a visitantes indeseados.

La ecóloga Maria Gabriela Camargo, durante su posdoctorado en el laboratorio de Morellato, llegó a esa conclusión después de analizar los colores de flores (283 especies) polinizadas por animales (244 especies de abejas y 39 de colibríes) en los matorrales de altura de Serra do Cipó, en Minas Gerais. La investigadora midió el espectro de la luz reflejada por las flores y otras partes de las plantas y lo relacionó con su principal polinizador, de acuerdo con un artículo publicado en la edición de abril de la revista New Phytologist en alianza con colegas de Alemania y São Carlos.

De regreso al laboratorio, Camargo notó diferencias en la luz reflejada por las flores según el polinizador habitual, reiterando la importancia del color en la atracción. Aquellas visitadas por colibríes emiten longitudes de onda más largas, invisibles para las abejas. La investigadora construyó diagramas que representaban el espacio visual de las aves y las abejas y ploteó en ellos las flores según su polinizador, mapeando cómo los animales ven las flores. Los resultados indican que la mayor parte de las flores polinizadas por colibríes no son vistas como de colores por las abejas, sean ellas rojas (más frecuentemente), amarillas o blancas. Los picaflores ven todos los colores –contrariando el dogma de que les gusta el rojo– y los atraen especialmente los contrastes marcados. “Las flores rojas no son fácilmente detectadas por las abejas, y nos damos cuenta de que evitarlas puede ser importante porque en las flores polinizadas por colibríes ellas pueden robar el néctar sin polinizar”, explica Camargo.

Maria Gabriela Camargo Flores de configuración abierta, como esta Luxemburgia, son típicas para la polinización por abejasMaria Gabriela Camargo

Las investigadoras también se dieron cuenta de que las marcaciones conocidas como guías de néctar –líneas, puntos o manchas, no siempre visibles a los ojos humanos, que funcionan como senderos demarcados– aparecen en el 52% de las flores de abejas y en el 26% de aquellas polinizadas por picaflores. “Las guías optimizan la manipulación, porque permiten que las abejas orienten su acción y pasen menos tiempo andando por la flor”, describe Camargo al explicar la forma en que las marcaciones serían favorables para los insectos y para las flores.

Un colorido que esconde a la flor en vez de atraer, seleccionando al visitante, representa un cambio en la forma de ver esas relaciones ecológicas. “Fue un hallazgo espectacular que los colores puedan servir de filtro floral”, destaca el biólogo alemán Klaus Lunau, de la Universidad de Düsseldof, especialista en polinización y coautor del estudio. “Es una novedad que atraer polinizadores sea solo una de las funciones de los colores de las flores, que también pueden servir para espantar herbívoros y otros visitantes indeseados”, completa.

Tres particularidades de los matorrales de montaña hacen que su vegetación de baja altura, con curiosas estrategias de supervivencia en el suelo pobre y pedregoso en que crece, sea ideal para ese estudio de comunidades de polinizadores. Es un ecosistema caracterizado por una gran diversidad de plantas, que tienen a las abejas y a los colibríes como los principales polinizadores. Como se trata de una vegetación abierta, las flores son visibles desde lejos, con un buen contraste respecto al telón de fondo, que favorece la comunicación visual. Las investigadoras de la Unesp esperan repetir el mismo tipo de análisis para otros ambientes, como bosques, con otro repertorio de especies y condiciones diferentes, para verificar si las condiciones se mantienen.

Para Camargo, un punto diferenciado del estudio fue el haber confirmado, en la naturaleza, la hipótesis de la exclusión de abejas y patrones de coloración ya descritos para atraerlas. Morellato añade que ahora será posible avanzar más en la comprensión de cómo se organizan las interacciones en el campo rupestre.

Maria Gabriela Camargo El fondo de los tubos alargados de Augusta longifolia, de color invisible para las abejas, solo puede ser alcanzado por colibríesMaria Gabriela Camargo

Visión nocturna
Además de afirmar que la mirada modificada sobre la polinización podrá traer novedades en estudios futuros, Laus Lunau destaca la importancia de la diversidad brasileña. “Muchas preguntas están sin respuesta porque la mayor parte de los estudios se hizo con abejas europeas y dos especies de abejorros, ignorando la gran diversidad no solo de esos géneros, sino también de abejas sin aguijón y solitarias”. El alemán ha contribuido para la reducción de ese desconocimiento en alianza con la bióloga Isabel Alves-dos-Santos, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), en experimentos conducidos en el colmenar. “Aquí las condiciones son buenas para los experimentos porque podemos entrenar, alimentar y manipular a las abejas”, afirma ella. “Dos estudiantes de Klaus vinieron desde Alemania y, al final del período de estudio, ¡las abejas los seguían de un lado a otro del jardín!”. Ellos examinaron dos especies de abejas sin aguijón, Partamona helleri y Melipona bicolor, y detectaron que las preferencias no son homogéneas. La primera especie tendía a escoger azulados, mientras que la segunda no parecía tener una preferencia por colores específicos, tal como se describe en el artículo publicado en septiembre de 2018 en PLOS ONE. Aunque el color es la principal forma de señalización de las flores, aparentemente otros sentidos pueden ser más importantes para Melipona.

En los últimos años, el grupo de la USP empezó a explorar la vida nocturna de las abejas. Sin luz para reflejar, a la noche los colores dejan de cumplir su papel. A Alves-dos-Santos le interesó el tema cuando su alumno Guaraci Duran Cordeiro, mientras estudiaba el cambucí (Campomanesia phaea, árbol típico del Bosque Atlántico), notó que las flores ya habían sido visitadas cuando él llegaba a las 6:00 de la mañana. Encontró cuatro especies de abejas nocturnas activas en las flores desde cuando se abrían a las 4:30. Las especies nocturnas de abejas fueron en gran parte ignoradas hasta ahora. “Los curiosos no salen de noche”, bromea la investigadora.

Más recientemente, el grupo de la USP ha estudiado las flores del guaraná (Paullinia cupana), que se abren a la madrugada, alrededor de las 2:00, y documentado varias especies de polinizadores nocturnos. En los huertos oscuros, donde los investigadores no logran ver las flores, las abejas siguen los senderos químicos por medio de sus antenas y se orientan perfectamente hacia lo que les interesa. El alianza con el biólogo Stefan Dötterl, de la Universidad de Salzburgo, en Austria, el grupo de la USP está desmenuzando químicamente esos olores, según muestran el un artículo de julio de 2018 en la revista Frontiers in Plant Science. La proporción entre los componentes químicos puede ser crucial para filtrar las especies de abejas atraídas, potenciando una relación más productiva. “Las abejas del género Apis tienden a visitar flores de la misma planta, lo cual no es útil para las especies que exigen polinización cruzada”, ejemplifica la investigadora, en referencia a la necesidad de que el polen de una planta fertilice a otro individuo. “Otras abejas varían más entre plantas”.

Proyectos
1. Combining new technologies to monitor phenology from leaves to ecosystems (nº 13/50155-0); Modalidad Alianza para la Innovación Tecnológica (Pite); Convenio Microsoft Research; Investigadora responsable Leonor Patrícia Cerdeira Morellato (Unesp); Inversión R$ 1.842.134,97 (FAPESP).
2. Diversidad florística y patrones estacionales de los matorrales de montaña y del Cerrado (nº 10/51307-0); Modalidad Asociación para la Innovación Tecnológica (Pite); Convenio Vale-Fapemig-FAPESP; Investigadora responsable Leonor Patrícia Cerdeira Morellato (Unesp); Inversión R$ 441.438,71 (FAPESP).

Artículos científicos
CAMARGO, M. G. G. de et al. How flower colour signals allure bees and hummingbirds: a community-level test of the bee avoidance hypothesisNew Phytologist. v. 222, n. 2, p. 1112-22. abr. 2019.
KOETHE, S. et alSpectral purity, intensity and dominant wavelength: Disparate colour preferences of two Brazilian stingless bee speciesPLOS ONE. v. 13, n. 9, e0204663. 28 sep. 2018.
CORDEIRO, G. D. et al. Pollination of Campomanesia phaea (Myrtaceae) by night-active bees: a new nocturnal pollination system mediated by floral scentPlant Biology. v. 19, n. 2, p. 132-9. mar. 2017.
KRUG, C. et al. Nocturnal bee pollinators are attracted to guarana flowers by their scentsFrontiers in Plant Science. v. 9, 1072. 31 jul. 2018.

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