Con sus escuelas cerradas por más tiempo que el promedio en toda Latinoamérica y una oferta irregular de enseñanza remota, la educación básica brasileña atraviesa una instancia crucial, que puede profundizar las dificultades históricas que comprenden la deserción, el desfase y las desigualdades en el aprendizaje. Las investigaciones publicadas recientemente en el campo de la economía de la educación apuntan de medir el impacto de la pandemia, especialmente entre los inscritos en la red pública de enseñanza. Los análisis que elaboró el Banco Mundial al respecto de las consecuencias del covid-19 en el sector de la educación indican que dos de cada tres alumnos de América Latina y el Caribe pueden llegar a cumplir 10 años sin ser capaces de leer textos sencillos, mientras que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que unos 4 millones de niños abandonaron la escuela en Brasil el año pasado. Para revertir este panorama, los investigadores llaman la atención acerca de la necesidad de invertir en recursos tecnológicos y apoyar a las instituciones educativas, para establecer protocolos de seguridad en el momento del retorno a la presencialidad.
Tapa
Aprendizaje en riesgo
El cierre prolongado de las escuelas y el acceso desigual a la enseñanza remota de emergencia incrementan la deserción de los alumnos y generan una brecha en la adquisición de conocimientos
El año pasado, en América Latina y el Caribe, unos 170 millones de estudiantes se vieron afectados por el cierre de las escuelas durante un periodo promedio de 160 días. Si se tienen en cuenta los efectos de la pandemia del covid-19 en la educación hasta principios de 2021, la región podría registrar el segundo mayor aumento de la pobreza de aprendizaje del mundo, con un incremento de 20 puntos porcentuales, según un estudio del Banco Mundial publicado en marzo. “Recurrimos a un concepto similar al de la línea de pobreza económica, que determina el dinero mínimo diario necesario para que una persona sobreviva, a los efectos de establecer la medida de la pobreza de aprendizaje”, explica uno de los autores de la investigación, el economista Ildo Lautharte, del estado brasileño de Rio Grande do Sul. Según él, los niños que llegan a los 10 años sin poder leer un párrafo adecuado a su edad son considerados pobres de aprendizaje y pueden sufrir las consecuencias de esta condición a lo largo del proceso escolar, debido a que “el dominio de la lengua portuguesa funciona como un andamio sobre el cual se desarrollan todas las demás asignaturas”.
Amparándose en un planteo similar, el economista André Portela, de la Escuela de Economía de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas (FGV-Eesp), sostiene que los niños de 6 años en fase de alfabetización suelen constituir uno de los grupos más afectados. “A los 7 u 8 años, el niño consolida el aprendizaje de la alfabetización, que comenzó a los 6, por lo que los daños se acumulan”, pondera. Lautharte recuerda que el porcentaje actual de niños que son incapaces de leer y comprender un texto simple al finalizar la escuela primaria ya es elevado, un 51 % en la región. Con el cierre de las escuelas públicas durante un lapso equivalente al 70 % del período lectivo, ese porcentaje podría aumentar hasta un 62,5 %, que representa otros 7,6 millones de jóvenes con déficit de aprendizaje. El economista explica que, antes de la pandemia, había unos 70 millones de niños en el umbral de pobreza de aprendizaje.
Los análisis del Banco Mundial también apuntan que América Latina y el Caribe podrían registrar el mayor crecimiento absoluto de la proporción de alumnos por debajo de los niveles mínimos de capacidad en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Pisa), un estudio comparativo que realiza cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Teniendo en cuenta el cierre de las escuelas durante 10 meses y la sucinta eficacia de las estrategias de educación a distancia, cuando pudieron aplicarse, el porcentaje de alumnos situados por debajo de los niveles mínimos de idoneidad establecidos por el Pisa podría pasar del 55 % actual al 71 %. Los estudiantes pobres suelen ser los más afectados. Esto significa que, a los 15 años, el quintil de los alumnos que componen el segmento superior de la distribución de ingresos pueden denotar, en promedio, una brecha de casi tres años lectivos en el aprendizaje en comparación con los más pobres. En Brasil, la efectividad de la enseñanza a distancia ha variado según el alumno, la región, el estado o la ciudad”, dice Lautharte. En su opinión, el acceso desigual a la educación virtual también provocará un aumento de las diferencias de aprendizaje entre los alumnos inscritos en los mismos años escolares. “Muchos estudiantes brasileños no poseen los conocimientos adecuados para el año que cursan. Por ejemplo, algunos alumnos terminan el 9º año con el nivel de aprendizaje esperado para el 7º año”, informa. Esto significa que, en el contexto de la pandemia, los docentes deben estar aún más preparados para lidiar con los desniveles educativos incluso dentro de una misma división escolar.
La investigación efectuada por el Banco Mundial utilizó información sobre el rendimiento de Brasil en el Pisa y el de las escuelas en el Sistema de Evaluación de la Educación Básica (Saeb). Este último, elaborado por el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (Inep) del Ministerio de Educación (MEC), realiza evaluaciones a gran escala en las escuelas públicas del país, a las cuales pueden adherirse en forma voluntaria las instituciones privadas. El estudio también ha tenido en cuenta la situación de los niños y jóvenes sin escolarizar, a partir de los datos suministrados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). “Esas personas tampoco pueden alcanzar los niveles mínimos de aptitud, por lo que nuestras estimaciones reflejan los impactos del abandono en el contexto del aprendizaje”, puntualiza Lautharte. Ante la perspectiva de que este año la deserción escolar pueda aumentar 15 puntos porcentuales, el economista recuerda que los cambios de ciclo, es decir, del primero al segundo ciclo de la enseñanza fundamental y de este a la enseñanza media, son momentos en los que suelen registrarse saltos en el porcentaje de abandono, cuando hasta el 25 % de los alumnos pueden dejar las aulas. “El uso de herramientas sencillas, por ejemplo, los cuestionarios que miden el nivel socioeconómico de la familia o las dificultades para asistir a la escuela, puede ayudar a detectar a los alumnos con mayores probabilidades de abandonar los estudios”, dice.
Antes de la pandemia, había 1,3 millones de niños y adolescentes brasileños en edad escolar que no estaban inscritos en instituciones educativas. Con la llegada del covid-19, el estudio de la UNICEF con base en los datos de la Encuesta Nacional por Muestra de Hogares (Pnad) estima que otros 4 millones de niños y niñas han abandonado la escuela. El responsable de educación de la filial brasileña de UNICEF, Ítalo Dutra, afirma que la exclusión golpea con mayor intensidad a los negros, pardos e indígenas y a las poblaciones del norte y el nordeste del país, además de a los grupos de bajo nivel socioeconómico. “Es necesario desarrollar mecanismos de búsqueda activa de los alumnos que han abandonado”, advierte, mencionando la plataforma creada por el fondo para auxiliar a los gestores en esa tarea.
Las redes educativas deben estar preparadas para recibir a los alumnos en el formato presencial, una vez que la pandemia esté controlada, argumenta Dutra, quien sostiene que es necesario reducir las curvas de casos y muertes en el país antes de reabrir las escuelas. El informe de la OCDE publicado en septiembre de 2020 revela que los países con los peores niveles de escolarización son aquellos que, en general, han mantenido las escuelas cerradas durante más tiempo. Asimismo, la encuesta de la consultora Vozes da Educação, elaborada con el apoyo de la fundación Lemann y el fondo filantrópico Imaginable Futures, muestra que, mientras que naciones tales como Alemania, el Reino Unido, Dinamarca, Singapur y Francia suspendieron las actividades presenciales en las aulas por alrededor de 90 días, en Brasil, entre marzo de 2020 y enero de 2021, hubo 267 días de interrupción.
Para simular en qué medida el cierre de las escuelas afecta al aprendizaje, la fundación Lemann le encargó un estudio al Centro de Aprendizaje en Evaluación y Resultados para Brasil y el África Lusófona (Clear), vinculado a la FGV-Eesp. Portela, quien fue el coordinador del estudio publicado en abril, dice que los análisis se basaron en la escala de aprendizaje del Saeb. En cada curso escolar, el aprendizaje de los alumnos en portugués y matemáticas en los últimos años de la enseñanza fundamental equivale a una ganancia de 11 a 12 puntos en la escala. El estudio también tuvo en cuenta los resultados de las investigaciones que midieron los impactos del cierre en otros contextos. En una de ellas se evaluó la situación de los estudiantes durante el brote de H1N1 en el estado de São Paulo, en 2009, cuando 13 municipios decidieron posponer por dos o tres semanas el regreso a clases tras las vacaciones de invierno, en el mes de julio. “Con base en los datos de la Prueba Brasil, una evaluación a gran escala de los estudiantes brasileños que a partir de 2019 pasó a llamarse Saeb, en esa investigación se llegó a la conclusión de que las instituciones que debieron posponer la vuelta a clases presenciales para morigerar el riesgo sanitario que trajo el brote de H1N1 registraron un rendimiento entre un 5 % y un 10 % peor en comparación con el resto de las escuelas”, comenta Portela.
Según el economista de la FGV-Eesp, para conocer las posibilidades de acceso de los estudiantes brasileños a la educación remota, el estudio también tuvo en cuenta las respuestas de la Pnad Covid-19, del IBGE. Se pudo detectar si las instituciones estaban ofreciendo actividades remotas y si los niños y jóvenes seguían las clases desde sus hogares. A partir de ahí, la FGV creó un indicador de mitigación de la pérdida de aprendizaje para simular distintos escenarios. En el peor de los casos, en el que el acceso a la educación remota de emergencia es precario o inexistente, la pandemia puede hacer retroceder cuatro años el nivel de conocimientos de los alumnos de la última etapa de la enseñanza fundamental en lengua portuguesa y tres años en matemática, según la escala de aprendizaje del Saeb. “Las actividades pedagógicas a distancia, aun con sus limitaciones, son fundamentales para paliar esta situación”, sostiene Portela.
La investigación del Banco Mundial también analizó la tendencia a causar pérdidas económicas que impone este escenario de disparidad de aprendizajes. Tras 10 meses con las escuelas cerradas y su consiguiente impacto negativo en los niveles de conocimientos, el estudio estima que la región de América Latina y el Caribe registrará pérdidas por 1,7 billones de dólares, a valores de 2017. Lautharte explica que ese valor se calculó con base en simulaciones efectuadas con modelos estadísticos, que estipulan el impacto de cada año de escolaridad en la productividad del individuo. “Inferimos que una persona que concluye la enseñanza media suma 2.000 dólares a sus ingresos anuales, en comparación con quien abandonó los estudios tras la enseñanza fundamental y se incorporó directamente al mercado laboral”, describe el economista.
Con este panorama, según Portela, un grupo que merece atención es el que constituyen los jóvenes que atraviesan la etapa de transición de la escuela al mercado laboral. “Las evidencias muestran que cuando esa transición ocurre en un momento de bonanza de la economía, esos individuos tienen trayectorias laborales más exitosas, con mejores ingresos y empleos a lo largo de toda su vida, mientras que, en los períodos de crisis y recesión, las dificultades para insertarse en el mercado de trabajo a largo plazo son mayores”, compara.
En Brasil, las dificultades en el aprendizaje son anteriores a la pandemia. Según dice Mozart Neves Ramos, titular de la cátedra Sérgio Henrique Ferreira del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (IEA-USP), con sede en la localida de Ribeirão Preto, e integrante del Consejo Superior de la FAPESP, el Índice de Desarrollo de la Educación Básica (Ideb) venía creciendo desde 2003 en varios municipios, especialmente durante los primeros años de la enseñanza fundamental. El Ideb se calcula a partir de los resultados del Saeb, teniendo en cuenta los datos del flujo escolar suministrados por el Censo Escolar. Sin embargo, en su última edición, publicada en el segundo semestre de 2020 con los datos del año anterior, los resultados de los valores de este índice, que va de 0 a 10, se estancaron. “Las ciudades con un valor de Ideb alto, de 6 ó 6,5, registraron un descenso del mismo o una detención. Tan solo aquellas cuyo desempeño era muy bajo lograron una mejora”, informa. Asimismo, la última edición del índice muestra que, pese a haber mejorado el rendimiento promedio de los jóvenes de la enseñanza media en todos los estados, el 95 % de los alumnos de la red educativa pública egresan de la educación básica sin conocimientos adecuados en matemática, mientras que el porcentaje equivalente en lengua portuguesa es del 69 %.
Si se tiene en cuenta que la oferta de contenidos de este año tiende a concretarse fundamentalmente a través de la enseñanza remota, Ramos lamenta la inexistencia de un plan nacional para incrementar la conectividad de las escuelas, los docentes y los alumnos. Por otra parte, menciona las experiencias de las redes públicas de los estados de São Paulo y Paraná, que ofrecieron clases sincrónicas a través de centros de medios y aplicaciones pedagógicas virtuales a partir de convenios con las empresas operadoras de telecomunicaciones. En el caso de São Paulo, también se han transmitido clases por el canal TV Cultura. “De cualquier manera, hubo casi un millón de niños y adolescentes del estado más rico de la federación brasileña que no tuvieron acceso a las actividades remotas. Este problema afectó principalmente a las poblaciones que viven en bolsones de pobreza, sin acceso a la conectividad ni a dispositivos electrónicos, tales como una computadora o un teléfono celular”, sostiene.
A diferencia de las escuelas públicas, Ramos dice que las instituciones privadas pudieron adaptarse rápidamente a la enseñanza remota, gracias a sus condiciones económicas y al nivel socioeconómico de sus alumnos. “Asimismo, estas instituciones han sufrido un impacto a nivel presupuestario, debido al alto costo de la oferta de nuevas metodologías y tecnologías de educación a distancia, además de la pérdida de alumnos”, comenta. A nivel nacional, las escuelas privadas representan un 20 % de las matrículas, y las públicas, un 80 %.
Aunque el MEC ha anunciado su intención de cancelar la edición 2021 del Saeb, uno de los puntos de partida preconizados por los investigadores para poder elaborar estrategias tendientes a mitigar el déficit de aprendizaje involucra justamente la realización de una evaluación nacional a gran escala. “Los resultados del Saeb pueden servir como base para que las coordinaciones pedagógicas organicen el proceso de recuperación de contenidos”, pondera Portela. José Francisco Soares, profesor emérito de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), impulsa la inclusión en el Saeb de elementos que permitan identificar cómo han funcionado los alumnos y las escuelas durante la pandemia. “El Saeb debe aportarle algo a las instituciones educativas, no solo registrar y recabar información”, argumenta Soares, quien fue presidente del Inep entre 2014 y 2016. Con una propuesta similar, la socióloga Maria Teresa Gonzaga Alves, de la UFMG, propugna la creación de metodologías de evaluación que permitan trazar un diagnóstico más certero sobre la educación en tiempos de pandemia. “El Saeb incluye exámenes de opción múltiple o multiple choice]. En la coyuntura actual, lo más adecuado sería, por ejemplo, elaborar pruebas para medir la capacidad de escritura por muestreo, de modo tal que sea posible deducir cómo los alumnos están razonando, algo que no captan las evaluaciones con formato multiple choice”, sugiere Gonzaga Alves.
Artículo científico
AMORIM, V. et al. The Effect of the H1N1 Pandemic on Learning: What to Expect with Covid-19. Open Knowledge Repository – World Bank Group. Jun, 2020.
Informes
Acciones ahora para proteger el capital humano de nuestros niños. Los costos y la respuesta al impacto de la pandemia de covid-19 en el sector de la educación en América Latina y el Caribe. Banco Mundial. Marzo, 2021.
Para hacer frente a la cultura del fracaso escolar. Reprobación, deserción, y distorsiones edad-curso. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Enero, 2021.
PORTELA, A. Síntese de evidências. O que sabemos sobre os efeitos da interrupção das aulas sobre os resultados educacionais? Centro de Aprendizagem em Avaliação e Resultados para o Brasil e a África Lusófona – Escuela de Economía de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas. En prensa.
SCHLEICHER, A. The impact of Covid-19 on education – Insights from Education at a glance. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Septiembre, 2020.